martes, 29 de abril de 2014

Capítulo 29.

Los rayos del Rol entraban a raudales por la ventana y me daban directamente en los ojos, por lo que los tuve que ir abriendo poco a poco debido a las molestias. Después de dormir toda la noche de un tirón, podría decirse que me encontraba como nueva.
Estaba en un compartimento del hospital. Al igual que en el anterior, todo era blanco y olía a alcohol y a metal; el típico olor de hospital.
Carter había insistido en que debería ir a que me echaran un vistazo argumentando que no tenía muy buena cara. Yo le había insistido en que no era necesario, que me encontraba bien; pero claro, lo que él no sabía era que yo tenía un proceso de curación muy distinto al suyo. Los Wrach tardábamos algo más en curar que un Marwolaeth, pero mucho más rápido que el de un mundano.
Como sabía que no daría su brazo a torcer, tuve que acceder a que me llevara a la enfermería. En su defensa he de decir que probablemente tendría peor pinta desde fuera de la que en verdad me sentía.
Él necesitó un par de curas en una profunda herida que tenía en una de las mejillas, pero no había sido necesario mantenerlo en reposo, por lo que me encontraba sola en aquella habitación. Ya era la segunda vez que pasaba por la enfermería, no me causaba ningún problema y mucho menos si perdía clase, pero no era algo que me agradase mucho.
Una vez que me sentía con fuerzas y capacitada para incorporarme del todo, me apoyé sobre la almohada y vi que en la mesita auxiliar, había una bandeja con un vaso de zumo, otro de leche y un cuenco de cereales hasta la mitad.
-Supongo que este es tu desayuno -me dije a mí misma, frotándome la tripa.
No había probado bocado desde el almuerzo del día anterior, por lo que ese minúsculo desayuno no me iba a servir de mucho, solo para calmar el ansia. Deseé que en vez de leche me hubieran puesto café. Tenía muchas ganas de beber sangre y la cafeína mantenía a ralla el impulso, al menos durante un tiempo.
-Ey... ¿cómo estás?
No me esperaba que entrase nadie a aquellas horas dado que era horario lectivo, por lo que estuve a punto de atragantarme con una cucharada de cereales cuando  Will entró por la puerta.
Todo aquello me recordó mucho a la vez anterior que estuve en la enfermería, cuando Cyn apareció para verme y después resultó que ella no había ido aún. Yo seguía pensando que sí, que era ella. La había abrazado y sentido, pero después de la cantidad de cosas que habían pasado, como la muerte de Mía o el ataque de las abejas, no me extrañaría que de verdad me lo imaginase. Era eso o pensar que me había vuelto loca y la segunda opción me daba un poro de repelús. Por eso desconfié al principio con Will y me tomé mi tiempo en contestar.
-¿Qué aspecto tengo? -Le pregunté, haciéndole un gesto para que terminara de entrar en el compartimento.
-Estás estupenda, como siempre. -Sonrió, sentándose a mi lado.- He visto que no has ido a clase y tu amiga Cintya me ha contado que estabas aquí, a si es que he decidido hacerte la estancia algo más amena.
-Vaya, qué considerado por tu parte. -Respondí, sonriendo mientras terminaba mi vaso de zumo.- Ya lo sabe todo el mundo ¿verdad?
-Si con que lo saben te refieres a que ¨has tenido un accidente¨ sí, lo sabe todo el mundo.- *¿Un accidente? ¡Pero si fue un ataque!* Mi cara se desencajó al escuchar aquellas palabras y al notarlo, el prosiguió.- Ya sabes como son aquí, quieren que todo el mundo mantenga la calma a si es que... todo pasará desapercibido.
-¿De verdad que han dicho que he tenido un accidente? -No me lo podía creer. Osea, yo me enfrentaba a un vampiro y lo mataba y en vez de felicitarme por mi hazaña, lo que harían sería llamarme torpe. Muy lógico todo.- Yo lo flipo cada día más.
-En realidad creo que los únicos que lo saben somos la directora, el entrenador y guardián Rojas, Tffany, tu y yo y bueno... yo me he enterado porque me lo ha dicho Cinthya. Que por cierto... -dejó la frase a medias para inclinarse sobre mí y darme un abrazo fuerte, aunque sin pasarse- me ha dicho que te diera esto.
Sonreí a la nada al notar su contacto. *Típico de Cyn* pensé. Se preocupaba demasiado por mí, aunque no podía culparla, yo estaba metida en líos cada dos por tres y eso me recordó que no la había vuelto a ver desde la pelea con Spencer y ahora enterarse de esto seguro que no la ayudaba nada.
-Por cierto, yo no debería estar dándote un abrazo -se separó de mí, mirándome con diversión y una sonrisa daleada.
-¿A no? ¿Y qué quieres hacerme? Recuerda que estoy de reposo -apunté con una carcajada recordando la noche de su cumpleaños.
En su cumpleaños se podría decir que ambos estábamos algo subiditos de tono y eso nos llevó a hacer ciertas cosas delas cuales no me arrepentía... aunque no llegamos al final. Al recordar aquello me encendí y noté mis mejillas ardientes por la vergüenza. Agaché la cabeza para intentar ocultarlas con mi pelo, pero de nada sirvió.
-¿Estás pensando en... -no acabó de formular aquella pregunta. La respuesta era algo obvia.- Mira Alex, yo he estado pensando en eso y si te digo la verdad, no me arrepiento de lo que pasó, pero dado que no hemos podido hablar desde entonces... no sé lo que piensas tú.
-Sí, yo también he estado pensando en ello...
Will era un chico guapo, carismático, algo pagado de sí mismo y se creía que era el tío más bueno del instituto, pero a pesar de eso me había demostrado que era muy buena persona. Quizás si se  tratarse de otro momento, lugar, siglo o yo no fuera tan yo, cabría la posibilidad de darle una oportunidad. Me gustaba físicamente y como persona, pero no podría llegar a nada más allá de lo que habíamos tenido; un calentón de una noche; a demás, no podría estar con él mientras quería a otro de quien a pesar de mis esfuerzos por sacarlo de mi cabeza, se había asentado en ella y se negaba a salir.
Otro inconveniente era el hecho de que no se nos estaba permitido salir con humanos. Cyn tenía alguna que otra escapada con Diú, el mejor amigo de Will, pero ella misma me había asegurado de que se trataba de solo sexo y de que sólo lo sabía yo. De enterarse cualquier otra persona, como Daniela, a Cyn le caería una buena de los superiores.
-Mira, te voy a ser sincero. Me gustas ¿vale? me gustas mucho. Ya sé que no nos conocemos mucho, pero siento que en pocas semanas has llegado a calarme y bastante hondo y lo que me lo ha demostrado ha sido la situación del otro día y de la primera vez que te besé... -me miraba muy serio, apartando cada dos por tres sus ojos de los míos debido a la vergüenza. Como si de un impulso se tratase, puse mi mano sobre la suya para darle apoyo y animarse a seguir.- Ninguna de las dos veces llegamos a algo más que no fueran besos y no me importó que me hicieras parar. De haber sido otra chica, me habría enfadado pero sin embargo contigo... Me gustaría que fuéramos algo más que amigos.
-Will -susurré.
¿Cómo podía decirle que no? ¿Cómo podía decirle que lo nuestro no podía ser? Me estaba partiendo el alma verlo sincerándose conmigo, abriéndose ante mí mientras que yo sabía que nada de lo que él quería podía ser.
-Will, yo... -la voz se me quebró. Me dolía lo que estaba apunto de decirle, pero más me dolería utilizarlo.- Will, yo no puedo.
De pronto el brillo que tenían sus ojos desapareció, como si se hubiera roto por dentro. Estaba dolido, pero era lo mejor tanto para él como para mí. Sí él supiera o se enterase de lo que yo era, querría tenerme cuanto más lejos mejor.
-Hay otro ¿verdad? -Pegué un respingo ante aquella pregunta. Decirle que sí sería la solución fácil, pero no se lo merecía.
-No Will, no hay otro pero... es difícil. Tú eres de aquí, yo de Europa... no pretendo tener nada con nadie porque luego sería doloroso tanto para la otra persona como para mí. Sé que puede sonar a excusa, pero de verdad que no hay otro.
-Entonces no dejaré de intentarlo -me sonrió con tristeza.
¿Cómo era posible que yo le estuviera diciendo que no y él a la vez no perdiera la esperanza? Aquel chico era una caja de sorpresas. Me asustó un poco aquella frase, pero yo sabía que no podía ser y me mantendría en mi postura.
-¿Eso es una amenaza? -Me reí.
-No, eso es un: sólo te besaré cuando tú me lo pidas.
Era triste saber que nunca se lo pediría y él estaría esperando a que lo hiciera. Pero así de complicada era mi vida. Mientras que los adolescentes normales iban a fiestas, a la universidad y se daban el lote con todo tipo de personas, yo entrenaba y luchaba para que ellos pudieran hacerlo. A veces la vida era un poco injusta a la hora de repartir las tareas.
-Lo tendré en cuenta -le sonreí, apretándole la mano.- Bueno, me has dicho que no deberías estar abrazándome sino haciendo otra cosa. ¿Qué cosa?
-¡Ah! Ya casi se me había olvidado. -Dijo entre carcajadas mientras se daba con la palma de la mano en la frente.- Debería estar echándote la bronca por el puñetazo que le has dado a mi ¨hermana¨.
-Ups... je je.
-Menudo gancho. No lo vi en persona, pero ya sabes...
-Muchos vídeos circulando ¿no?
-Ajá.
Estuvimos hablando un par de minutos más hasta que se fue de nuevo a clase  quedándome  aburrida otra vez, deseando de que el médico viniera a verme y marcharme a mi propio cuarto a seguir leyendo la historia de Irina y Marx.
Recordé que me había llevado el libro al bosque para leer tras la discusión con la directora y supuse que estaría en la mesita auxiliar, junto a mi cama; pero no era así; entonces me acordé de que no lo había cogido tras la pelea, sino que lo había dejado en el árbol.
-La madre que me parió -me reproché.
Había perdido la única oportunidad que tenía para saber qué era lo que estaba pasando y en un hipotético caso, aprender a controlar mi nuevo don.
Estuve toda la mañana maldiciendo en voz baja y otras veces no tan baja. Incluso cuando vino el médico a verme y me dijo que podía marcharme y que tuviera más cuidado con las escaleras se sorprendió que me cagara en todo lo posible.
-Si quieres puedes quedarte un día más -dijo sorprendido y divertido a la vez- visto que te disgustas de que te de el alta.
-No, no, quédese tranquilo -respondí mientras me acordonaba las botas- no hace falta.
Salí pitando de la enfermería, esta vez algo más segura ya que conocía el camino. No estaba dentro del castillo,  por lo que tuve que atravesar todo el campus para poder llegar hasta él. A pesar del sol tan radiante que había en lo alto del cielo, hacía frío. Me abracé el cuerpo, intentando elevar la temperatura, pero estaba débil para hacerlo a si es que tuve que aguantarme.
Como sospeché, Cyn estaba en mi habitación haciendo los deberes. Sólo iba a la suya a cambiarse de ropa y poco más y yo le había ofrecido que se quedara a dormir con Tiffany y conmigo. Se alegró al verme y me abrazó con todas sus fuerzas, pero aún algo nerviosa, la saqué de allí prácticamente a rastras.
-¿Cómo que lo has perdido?
-No lo he perdido, bueno sí, bueno no... -no sabía muy bien cómo definir lo que había pasado- lo dejé allí y no me acordé de cogerlo.
-Lo has perdido. -Sentenció ofuscada.- ¿A dónde hay que ir?
-Al claro, donde Mía...-Ni siquiera me dio tiempo a acabar la frase, ella ya se había parado y estaba tirando de mí para que hiciera lo mismo.
-No puedo ir allí.
-¿Qué? Pero Cyn, necesito que me ayudes -medio grité desesperada.
-¿No lo entiendes Alex? No es que no quiera, sino que no puedo -musitó dolida.
*¡Serás tonta, Alex! él día que pienses antes de actuar, entonces ese día me demostrarás que puedes usar la cabeza por ti sola*. De no haber estado ella allí, me habría pegado un buen mamporro a mí misma. Qué estúpida. La estaba obligando a ir al sitio donde su amiga y su compañera de cuarto se había autoclavado una estaca en el corazón.
-Lo siento. No pensé que... joder, lo siento, lo siento, lo siento.
-Ya me he dado cuenta. -Sonrió, aunque no con su sonrisa habitual, sino con una macabra y llena de tristeza producida por mis palabras.- La que lo siente soy yo, aún no estoy preparada para... ya sabes. Si quieres voy a buscar a Tom y que te ayude él.
-No -negué con la cabeza- da igual, iré yo. Espero que esté allí. Por cierto, aún te queda algo de... ya sabes -hice un gesto con el pulgar, inclinando la cabeza hacia atrás como si estuviera bebiendo.
-Sí, aún me queda, luego te doy.
-Gracias amiga -la abracé con fuerza y me marché a toda velocidad.
Después de comprobar que la seguridad de aquel lugar era pésima, me daba algo de canguelo adentrarme sola en el bosque. No es que no pudiera freír a alguien con tan solo mirarlo, literalmente, pero asustaba.
Como sospeché, el libro no estaba allí, aunque de regreso a la academia, disgustada y cabreada por mi torpeza, me topé con algo mejor. Daniela y Yum Pardo, la otra chica que había venido con nosotros. Era muy poquita cosa, incluso más que Daniela. Era morena y con el pelo por los hombros; algo que le hacía contraste con su pálida piel. Estaban discutiendo sobre algo, pero cuando llegué la conversación ya estaba empezada, aunque eso no quitaría que me escondiera entre los matorrales a escuchar.
-¡NO VUELVAS A DECIR ESO! -gritó Daniela encolerizada -Nunca ¿me oyes?
-Pero es que me siento mal, me siento culpable, no sé si puedo seguir con esto.
-Claro que puedes Yum, claro que puedes.
-No, no lo sé -negó la chica con la cabeza. Desde donde yo estaba no las veía muy bien, pero incluso desde esa distancia pude observar lo nerviosa que estaba.- No pensé que fuera a pasar esto.
¿De qué estaban hablando? A deducir por la situación era algo bastante serio, pero no conseguía encontrar el hilo de aquella conversación por lo que no podía saber de qué hablaban.
-No he pasado años trabajando y planeando esto para que ahora tú lo eches a perder ¿me oyes?
Daniela se acercó con un tono amenazante a Yum y la agarró del cuello, levantándola varios centímetros del suelo.  Pegué un respingo y tuve que taparme la boca con ambas manos reprimiendo el impulso de gritarle que la dejara en paz.
-S-sí -intentó decir Yum, con la mano de Daniela apretando su garganta.
-Bien, espero que siga siendo así.
A una velocidad vertiginosa, la dejó caer como si de un trozo de papel se tratase y se marchó, dejándonos a una Yum llorosa y atemorizada y a mí, acongojada por lo que acababa de presenciar.
Yum no es que me cayera muy bien; nuestra relación no era buena debido a que ella era el brazo derecho de Daniela y siempre hacía lo que ella le pedía, entre esas cosas, odiarme. Pero eso no quitaba que no estuviera preocupada por ella al verla sentada en el suelo con la cara tapada y sollozando. Por un lado quería ir a consolarla, pero por otro sabía que si lo hacía se daría cuenta de que había escuchado todo y eso solo me traería problemas a mí; más de los que ya tenía.
Aquella charla había despertado mi curiosidad, ¿qué sería aquello de lo que Yum se sentía culpable y Daniela llevaba tantos años planeando? Viniendo de Daniela no me esperaba nada bueno y mucho menos después de ver la ferocidad con la que había tratado a Yum. Estaba segura de que no se trataría de algo agradable.
Esperé ahí agazapada hasta que la chica se hubo marchado y conté hasta cien para dejar un buen tramo de por medio. Seguía muy cabreada por haber perdido el libro y no solo eso, sino que no se trataba de un libro mío, sino de la biblioteca de la academia y me jugaba el cuello a que perder un libro solo me traería otro problema.
-¿Lo has encontrado? -me preguntó Cyn nada más entrar en la habitación.
-No, no estaba allí -suspiré, dejándome caer en la cama con los brazos abiertos.
-¿Estás segura de que lo llevaste?
-Hombre, pues estuve leyendo antes del ataque, pero no, quizás solo fue otra alucinación -solté con brusquedad, siendo consciente de ello al ver la mueca de dolor en la cara de Cyn al pronunciar la palabra ¨alucinación¨.
Era un tema que no teníamos demasiado superado. Ella juraba y perjuraba que los ojos de Mía estaban igual que los míos el día que me atacaron las abejas. Yo no me los había visto dado que estaba ocupada espantando insectos imaginarios, por lo que tenía que creerla.
-Lo siento, soy una bruta -me disculpé.
-Sí, sí que lo eres, pero siempre lo has sido -se encogió de hombros- ya me he acostumbrado.
-Touché. -Me levanté de la cama a toda velocidad y me puse de rodillas junto a ella, con las palmas de las manos unidas.-Por favor, te imploro y suplico que me des sangre.
-Ums... solo si cantas ¨La Macarena¨mientras bailas la polca a la pata coja, sujetando unos platillos con la punta de la nariz y haces malabares.
-¿Cyn? -la miré con incredulidad después de todo lo que acababa de decir.
-¿Qué? Me aburro mucho últimamente. -Se encogió de hombros mientras ambas nos echábamos a reír.- En mi bolsa, en tu armario hay una botella, cógela.
Debía de reconocer que últimamente recurría demasiado a Cinthya. No me gustaba salir de caza y aunque la sangre embotellada de varios días no sabía como la fresca, era mucho mejor que sentir el corazoncito de un pobre pájaro que no tenía culpa alguna de que estuviera en el sitio y lugar equivocados y de que yo tuviera hambre.
Eché un poco de sangre en un vaso de plástico y volví a sentarme en la cama mientras intentaba controlar la reacción de mis colmillos. No solían desenfundarse cuando tomaba sangre, a no ser que tuviera que hacerlo directamente de la vena, pero tenía tanta hambre que ellos mismos se tomaron la libertad de salir a la luz.
-Dios... esto sí que es vida -suspiré, dándole otro trago.
-Eres un poco rara, prefieres la embotellada a la fresca...
-No, no es eso, sabes lo que me pasa...
Dejé la frase inacabada al escuchar que la puerta se abría. Cyn y yo estábamos en la habitación y la única persona que tenía otra llave era Tiffany.
En una exhalación,  nos levantamos de nuestro sitio para esconder o intentar tapar la botella con la sangre, con tan mala suerte que al chocar con el hombro de mi amiga, el vaso que sujetaba entre mis manos se precipitó contra el suelo.
No había tiempo, si Tiffany nos descubría. Estábamos perdidas.










4 comentarios:

  1. DIOS MIO LES DESCUBREN YA VERAS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
    q coño trama Daniela?!?!?!!?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Claraaa, RELAX XD. Hombre seguro que Tiff las pilla porque como no haya un poder nuevo derepente de hacer desaparecer eso.. xd. QUIERO CAPI. YAAA!

      Eliminar
    2. Solo puedo decir que ya queda poco :)

      Eliminar
  2. Solo espero que Daniela no tenga que ver nada con la muerte de Mia, y si es así que tenga una muerte lenta y dolorosa ^.^

    ResponderEliminar