sábado, 3 de mayo de 2014

Capítulo 30.

-Hola chicas ¿qué tal... -su expresión pasó de la tranquilidad  al horror- ¡¿qué ha pasado?!
Cyn me agarró la muñeca con tanta fuerza que a los cinco segundos dejé de sentir los dedos de las manos. Ambas estábamos muy tensas y no sabíamos cómo explicar lo que Tiffany estaba viendo.
-¿Qu-qué? -balbuceé.
-Esa sangre -señaló con el índice a los pies de mi amiga- ¿qué os ha pasado? ¿Estáis bien?
La situación no es que no fuera demasiado estresante, pero en cuando me di cuenta de que a lo que se refería era a la mancha del suelo, suspiré de alivio relajando el cuerpo.
-Esto... a Cyn, que le ha bajado la regla.
Automáticamente las dos chicas me miraron. Una con asombro y la otra malhumorada por ponerla de excusa, pero no sabía qué otra cosa podría decir.
-Vaya, pues sí que te viene fuerte ¿no?
-Sí.. sí bueno, es que...
-No la tiene regulada -intervine, al ver que necesitaba ayuda- y por eso unos meses le viene, otros no... ya sabes como son estas cosas.
-Joder -espetó, con la nariz arrugada.- Bueno, espero que se te vaya pronto, yo solo venía a coger unos libros y me marcho.
De no estar realmente acongojada y no fuera yo la que estaba viviendo aquello, me estaría riendo de la situación. La botella de sangre estaba en mi mesilla y Cinthya y yo delante para que Tiffany no lo viera. Según ella se movía para algún lado de la habitación, nosotras dábamos pequeños saltitos por delante de la mesita para que nada de lo que hubiera detrás quedara al descubierto.
Mi compañera de cuarto nos miraba con desconcierto, pero no hizo ninguna pregunta. Simplemente como ella nos había dicho, cogió un par de cosas y se marchó.
En cuanto la puerta se cerró volví a respirar, ansiosa de recuperar el aire en mis pulmones.
-¿En serio? ¿La regla?
-¿Qué querías que le dijera? -me excusé, con la respiración entrecortada.
-No lo sé, cualquier cosa menos eso. Joder, ahora pensará que soy un bicho raro.
-Mejor eso a que sepa la verdad -la sonreí, buscando su desenfado- ¿no?
Sin ninguna respuesta, me miró con amargura en los ojos y se marchó al cuarto de baño.
Después de limpiar todo aquel desastre, un par de disculpas más y asegurarme de que no había moros por la costa y que no nos volveríamos a ver interrumpidas por ninguna entrada inesperada, me decidí a contarle a Cyn todo lo que ocurrió.
La puse al día sobre lo que la Sra . Grant me dijo, que estaba al borde de la expulsión y que probablemente me marcharía de allí sin poder acabar la prueba final. A eso le siguieron varios reproches y regañinas por su parte, pero le aseguré que Carter me había dicho que había estado a punto de ser expulsada, recalcando ese ¨había¨. No lo veía desde la noche anterior y nadie más había acudido a buscarme o a informarme de algo por lo que por el momento aún estaba en ascuas.
También le conté la pelea con la vampira, con pelos y señales; obviando la parte de la discusión con mi profesor. Sabía que podría contarle lo que fuera a Cyn, para eso era mi mejor amiga, pero aún no me veía preparada para decirle que posiblemente estaba enamorada de un tío que me sacaba entre cinco y siete años, que se trataba de nuestro profesor y sobretodo, de un humano. Decirlo en voz alta sería admitir que era algo real; que los sentimientos hacia él existían y aún no me veía capaz de hacer eso. Sentía que si nadie más lo sabía, podría fingir que nada era verdad y todo era una mentira; y que llegaría el día en el que me despertara y viera que todo había sido una tontería, producto de mi imaginación.
-Ah, ¡casi se me olvida! -exclamé, dándome un golpe con la palma de la mano en la frente y la otra puesta en el manillar de la puerta.
Entre unas cosas y otra, la tarde se nos había echado encima y ya casi era la hora de la cena. Aquella tarde deberíamos haber ido al lago a entrenar, pero después de mi pelea, Cyn me había obligado a cancelarlo todo.
-Espera ¿qué hay más? -me miró con perplejidad.
-Sí. -Asentí.- Esta mañana, cuando he ido al bosque a buscar el libro de nuevo, ha pasado algo muy raro.
-Sorpréndeme -dijo con ironía, rodando los ojos.
-¡Oye, te estás pasando eh! -la empujé levemente en el hombro-, ¿se puede saber qué te pasa?
-Nada, ya te contaré -le restó importancia con un movimiento de la mano.- Sigue.
-En fin... -suspiré con resignación.- Venía de vuelta para el edificio y me he encontrado a Daniela y a Yum discutiendo y al parecer era sobre algo gordo.
-¿Sabes el qué?
-No tengo ni idea, lo he pillado empezado. -Me paré junto al borde de las escaleras y tiré de mi amiga para quedar las dos ocultas por columna.- Yum decía que quería acabar con ¨esto¨ que no sabía que pasaría.
-¿El qué?
Sin tan siquiera darnos cuenta, ambas nos encontrábamos con las cabezas muy unidas y hablando en susurros. Aún era temprano, por lo que había muy poca gente por el vestíbulo, pero nunca se sabe a quién te puedes encontrar.
-No tengo ni idea, pero lo más raro no es eso, es que Daniela la ha agarrado del cuello y le ha dicho que no lleva años trabajando en ¨esto¨para que ahora viniera ella y lo echara todo a perder...
-A saber... esa tía es demasiado rara.
-A mí me pone los pelos de punta -me estremecí con un escalofrío.
Para cuando llegamos, el comedor estaba atestado de gente y eso que habíamos sido de las primeras en bajar a cenar.
En nuestra mesa nos esperaban Christian, Jo y Tom. Este último había decidido volver con nosotros después mi disculpa alegando que solo se había marchado unos días para conocer gente nueva ya que ni Christian ni Jo estaban al tanto de nada, solo de que habíamos tenido una pequeña discusión y por eso hice el ridículo delante de todo el mundo subida encima de una silla mientras le pedía perdón.
La ausencia de Mía también era palpable. Ahora las comidas solían ser en silencio, nos mirábamos los unos a los otros y de vez en cuando alguien hablaba de algo simplemente por romper el hielo, pero acto seguido todo volvía a oscurecerse.
Supongo que tonos nos recordábamos a la muerte de nuestra compañera y amiga, pero era algo con lo que teníamos que lidiar, después de todo, ninguno teníamos la culpa de nada.
-¿Cómo fue? -rompió Jo el silencio.
Todas nuestras miradas pasaron de los platos de comida a su rostro, pero él solo me miraba a mí.
-¿El qué?
-Matar a uno.
Al principio no sabía a lo que se refería, pero luego lo comprendí, estaba hablando de mi lucha contra la Marwolaeth. Pensaba que nadie más lo sabía, pero al parecer las noticias volaban.
-No lo sé -me encogí en mi sitio, volviendo la vista al plato de lasaña que tenía delante-, duro, supongo.
-¿Duro? -esta vez fue Christian el que hablo.
Toda nuestra vida nos habían estado preparando para ese momento, pero nunca se está lo suficientemente preparado para matar a alguien.
Los Marwolaeth eran no muertos; zombies con una cobertura bonita para atraer a sus victimas y a pesar de que toda mi vida me habían dicho que carecían de sentimientos y se dejaban llevar por el ansia de sangre, no dejaba de suponer un impacto el darle muerte a uno.
-Sí, no sé... ¿de verdad quieres que te cuente cómo me sentí? -inquirí, con una ceja levantada y la cara contraída.
-No, supongo que no, es solo que siempre nos han preparado para ese momento. ¿Es como dicen?
-No -negué cabizbaja- no es como dicen.
-Sabía que la primera que mataría uno serías tú -se rió Chirtian palmenándome la espalda repetidas veces.
-¿Que te hacía pensar eso?
-Que eres muy buena en lo tuyo, valiente, decidida, no sueles vacilar y siempre has querido dedicarte a esto. Por no decir lo impulsiva que eres y la mala leche que te gastas.
Intenté reprimir la risa, pero al igual que el resto de mis amigos, no pude. Con Christian era imposible estar seria.
Al terminar la cena, me subí rápidamente a mi habitación. Estaba cansada y me dolía todo el cuerpo, en lo único que podía pensar eran en dormir.
Cinthya había dado parte de que el vampiro había muerto y Daniela había ordenado restablecer los turnos normales de guardia, lo que me llevaba a estar de nuevo con Christian y eso solo significaba que la primera guardia era responsabilidad nuestra.
En cuanto mi cabeza tocó la almohada, empecé a divagar entre los brazos de Morfeo. Por primera vez en mucho tiempo, estaba relajada. No tenía miedo a rendirme al sueño y acabar presa de otra pesadilla. Ellas iban y venían, pero hacía tiempo que no lo hacían. La última que tuve fue en la que saltaba desde la azotea porque Daniela, Mía, Cyn y Tiffany me perseguían para transformarme. Eran tan vívidos que cualquiera juraría que eran reales.
A veces me pellizcaba en ellos y a pesar de que no sentía dolor, era una sensación extraña, como un cosquilleo o una especie de zumbido lo que me decía que todo era una farsa. Lo recuerdo muy bien, porque era lo mismo que sentí la vez que la supuesta Cyn vino a visitarme al hospital y aquella otra en la que sufrí un ataque de abejas. Era como si hubiera un panal en mi cerebro. Todo era muy raro. Las primeras veces había sido muy leve, como si apenas existiera, pero iba aumentando cada vez más.
Por miedo a que Tiffany se despertara, ponía la alarma de mi teléfono móvil y lo metía bajo la almohada, así la tela amortiguaba el sonido, aunque se escuchaba lo suficientemente alto como para despertarme a mí o a Cinthya, que se encontraba en su colchón al lado de mi cama.
-¿Qué hora es? -Preguntó con una voz dormida mientras se limpiaba los ojos con las mangas de su pijama.
-Temprano, vuelve a dormir, ahora es mi turno.
-Buenas noches.
Tan pronto como se había despertado, volvió a quedarse dormida. Era tan dulce aquella chica, que me daba miedo incluso tocarla porque pensaba que se podría romper. La quería muchísimo.
Estaba apunto de levantarme de la cama cuando escuché que la puerta del cuarto de baño se habría. Automáticamente volví a meterme bajo las sábanas.
Tiffany salió a tientas del lavabo palpando la pared para no caerse o chocarse con algún objeto. Todo aquello habría sido normal de no haber llevado ropa de calle oscura en vez de su pijama rosa de flores o de haberse ido hacia su cama en vez de dirigirse a la puerta de entrada. Antes de salir, echó un vistazo en dirección a Cyn y a mí y posteriormente se marchó.
No había vuelto a ver su cama vacía desde el primer día que noté su ausencia a altas horas de la madrugada y mucho menos preguntarle por ello dado que me dijo que no era preocupante. Pero era imposible no preocuparse después de aquello. Con un revuelo de sábanas, me vestí a toda velocidad y la seguí.
Iba vestida con un abrigo gordo de pelo hasta los tobillos, de no haber sido una situación tan tensa me habría reído de ella; parecía un osito michelín. Pasé sigilosamente por la recepción, intentando esquivar a los guardias de seguridad que merodeaban por los pasillos. Tiffany estaba igual que yo, se agachaba y escondía demasiado bien. Me sorprendió. Se notaba que no era ni la primera ni la centésima vez que lo hacía.
Una de las partes de mis entrenamientos en mi anterior escuela era ver y no ser visto y era una de las asignaturas más difíciles a las que me había enfrentado ya que había que tener sumo cuidado y no dejar ningún cabo por atar.
Cuando salió al exterior, decidí dejar un par de minutos entre la chica y yo. Si la perdía de vista no tendría ningún problema, podría seguir su rastro. El olor de mi compañera  era demasiado reconocible; vainilla. No podía explicarme qué tenían todas las chicas con esa fragancia.
Una vez estuve segura, retomé mi camino.
En el exterior hacía demasiado frío, de ese que se mete por el cuerpo y te hiela hasta los huesos. Tuve que arrebujarme en mi chaqueta de cuero, pero como siempre no fue suficiente. Caminé entre los árboles poniendo todo mi empeño en no pisar ninguna rama u hoja seca para así no hacer ningún ruido. La verdad es que aquella situación me estaba poniendo los pelos de punta, sobretodo cuando me vino a la mente la imagen del Tiffany tirada en el suelo y convertida en un vampiro. Ese había sido uno de los peores sueños que había tenido desde que llegué. No podría imaginarme qué sería de mí si la chica que se había convertido en mi segunda mejor amiga fuera un Marwolaeth.
Seguimos caminando hasta estar bien entradas en el bosque. Ella por delante y yo varios pasos por detrás para no ser vista. Sabía que probablemente Christian me estaría esperando para empezar la guardia de aquella noche, pero no podía dejar pasar la oportunidad de averiguar qué era lo que se traía mi amiga entre manos. Sentía como si estuviera violando su intimidad, pero también que ella no me lo diría. En poco tiempo nos habíamos convertido en muy buenas amigas y ambas estábamos al tanto de que estábamos ahí la una para la otra, por eso necesitaba saber qué era aquello que ella escondía con tanto ahínco.
Se paró junto a un pino alto y frondoso de al menos dos o tres metros de altura, era más grande que el resto y destacaba entre los demás. Estaba oscuro, pero desde mi sitio, unos arbustos a unos pasos de distancia, podía ver el verde intenso de sus púas. Por lo demás, no había nada. Todo era normal.
Tiffany se sacó el gorro de lana de la cabeza, quedando así sus rizos algo desaliñados, pero le daban un aspecto graciosos y descuidado y se sentó junto al pié del árbol a esperar. Me daba la sensación de que pasaría allí un rato, a si es que yo hice lo mismo. Crucé las piernas y me senté en el suelo.
Debido a la helada, la hierba estaba mojada y fría y lo noté en cuanto el agua traspasó la tela de mis pantalones, mojando la piel.
-Genial, ahora parecerá que me he meado en cima -espeté en un susurro sacudiéndome- por si no fuera poco, ahora esto.
-¿Qué haces aquí?
Exhalé con fuerza cuando sentí una mano sobre mi hombro y me di cuenta de que no estaba sola. El corazón me dio un vuelco al pensar que me habían descubierto y que después de tanto sigilo y empeño, todo se había echado a perder. Sigilosamente, di la vuelta sobre mis talones, aún agachada. Cuando vi de quién se trataba no sabía si reír, llorar o pegarle una paliza.
-¡Joder, Chirstian! ¿sabes el susto que me has dado?
-Perdona, no quería asustarte pero es que te e visto aquí y... -sus palabras se vieron ahogadas cuando tiré de su mano con fuerza para que él también se volviera invisible entre los matorrales.
-Shh -le silencié, poniendo mi dedo índice sobre sus labios- esto es una misión.
El chico me miró raro, por definirlo de alguna forma dado que su expresión era una mezcla entre diversión, horror e incomprensibilidad. Iba a explicárselo un poco por encima, él no tenía por qué saber todo los detalles, pero justo cuando me disponía a hacerlo, vi por el rabillo del ojo que Tiffany se levantaba de su sitio con un pequeño saltito de emoción, a la vez que se oían pisadas a lo lejos.
-Es difícil de comprender, luego te explico -mis palabras a penas eran audibles.
-De acuerdo mi capitana -sonrió, haciendo un gesto con dos dedos sobre la frente al estilo militar.
Rodé los ojos ante su comentario, pero me fue imposible no sonreír. Así era Christian, te sacaba una sonrisa incluso cuando un asesino con una motosierra estaba apunto de partirte en pedacitos y servirte de cena.
-Holi, cuánto has tardado. -Saludó Tiffany a  alguien. Tenía un par de arbustos en medio que me cortaban la visión, por lo que no sabía a quién se dirigía.- ¿Ha pasado algo?
-No, cielo, es que han estado a punto de pillarme. -Era una voz fuerte con pequeños tonos graves. Sin duda se trataba de un hombre y lo peor de todo es que esa voz me sonaba de haberla oído antes en algún sitio pero no sabía dónde.- Pero ya estoy aquí. ¿Qué tal te ha ido el día?
Intenté aumentar mi campo de visión echándome un poco hacia adelante apoyada en las puntas de mis pies, pero lo único que conseguí fue perder el equilibrio y estar a punto de caer. Si no llega a ser por que Christian tiró de mí hacia atrás, habría quedado al descubierto.
-Ten más cuidado -Chirstian estaba tan pegado a mí, que de habernos visto alguien en aquella postura, habría pensado cualquier cosa menos algo bueno.
-... después de clase he estado haciendo deberes y eso. Alex estaba ocupada y Cinthya también a si es que no he pasado mucho rato con ellas. -Debido a mi pequeño accidente, perdí el hilo de la conversación, pero no tardé en recuperarlo. Me sorprendió escuchar mi nombre en la conversación.
-¿Qué tal con ellas? Ya sabes que no me hacen mucha gracia y menos esa tal Alex, es una mala influencia. No me llena el ojo y mucho menos después de lo que le ha hecho a Will.
¿Qué? ¿Cómo se atrevía aquel tipo a hablar así de mí? Tuve que apretar los puños sobre mi regazo, porque si no habría salido allí mismo y se lo habría incrustado en la frente y me habría dado igual echar a perder el espionaje. Yo no le había hecho nada malo a Will, todo lo contrario.
-Ya te e dicho que son buenas chicas, no seas tonto anda. -Escuché una sonrisilla tonta salir de sus labios. Me estaban entrando ganas de vomitar.- ¿Qué le ha hecho?
-Esa tía es una zorra. Primero le come los morros, lo deja con el calentón y después le dice que no quiere nada. De haber sido yo Will se habría enterado.
-Pero tú no eres Will.
-No, soy mucho mejor.
-Así me gusta -dijo mi compañera con una voz baja y sensual. Al parecer la cosa se iba a poner subidita de tono.
-¿Qué es lo que se supone que tenemos que averiguar? -inquirió mi compañero al ser conscientes de que claramente allí sobrábamos.
Iba a contestarle, pero mis palabras quedaron suspendidas en el aire en cuando descubrí de quién era aquella voz que tanto me sonaba. La había escuchado en un par de clases, por los pasillos e incluso cuando hablaba con Will. La había escuchado en mi primer día en aquel lugar.
-Hijo de la grandisima puta -blasfemé ente dientes.
Sabía que no tenía que fiarme de aquel chico, lo sabía desde un principio, pero eso, había sido la gota que colma el vaso.












8 comentarios:

  1. ME CAGO EN TODO QUIEN ES?!?!?!?!?!?!

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  2. Tenía una pequeña esperanza en que dijeras el nombre en este capitulo, pero siempre tienes que hacernos sufrir... jumm!, bueno yo tengo a algunos candidatos en mente, pero no estoy muy segura... sólo decirte que,
    Porfavooor no tardes muchoo en subir capitulo que o sino me mueroo de la intriga!!!, ya sabes que como siempre el capitulo fantástico, unico, inigualable, como siempre, bueno también decirte que está novela me saca sonrisas incluso en los días malos, y que me encantaaa!!, Que es Perfectamente Perfectaaaa!!,
    Bueno un besito de una seguidora/acosadora Jajaja :)

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    1. ¿en serio creías que iba a ser tan buena como para poner el nombre? Sabes demás que a mí me gusta hacer de sufrir hasta el último capítulo y odio ser predecible a si es que será quien menos te lo esperas jaja si no es mñana, pasado subo capi :)
      Jo, muchísimas gracias, en serio, no sabes lo que me anima que me digas estas cosas (ya que eres una de las pocas) muchisimas gracias de verdad!!
      Un besoo

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  3. Si es quien creo que es pobre Cyn...

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    1. Qué lista eres... ya tienes el 31!! jj

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    2. Tenía mis dudas, pero cuando dijo lo de Alex y Will supuse que tenía que ser una persona cercana, ¡que se venguen a lo grande!

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