lunes, 5 de mayo de 2014

Capítulo 31.

-¿Se lo has dicho ya?
-No -jadeé al lanzar mi pierna a su cabeza- aún no.
-¿A qué esperas?
-Oye, no es fácil ¿vale? -me quejé indignada.
-Vale, tienes razón.
No, no era nada fácil ni  plato de buen gusto ir a mis dos amigas y decirle lo que estaba pasando y mucho menos sin saber bien cuál era la verdad.
Aún seguía dándole vueltas a lo que vi la noche anterior, durante mi guardia con Christian. Tanto él como yo, no podíamos explicarnos lo que nuestros ojos vieron.
Cuando vi salir a Tiffany de la habitación decidí seguirla e ir tras ella para averiguar qué era eso tan importante que no podía contarme y a la vez yo tenía que mantener la calma sin saberlo. Algo totalmente imposible, aunque después de todo, me arrepentía de haberla seguido. No es que no deseara saber lo que sucedía, sino que ahora sabía realmente lo que era y estaba metida en un aprieto.
Aquella tarde, después de las clases, tenía entrenamiento con Cyn, pero no había podido a si es que Tom la sustituyó. Él siempre había sido muy bueno a la hora de escuchar y dar consejos por lo que le conté todo, de principio a fin y su veredicto fue que hablara con ella. No me saldó ninguna duda. Eso ya lo sabía.
-Solo digo que cuanto antes hables con ellas, mejor será. -Lanzó un puñetazo que iba directo a mi cabeza, pero lo esquivé.- ¿No crees?
-Pues claro que lo creo, nadie más que yo desea acabar con esto y darle su merecido a ese tipejo.
-Además, ellas se lo merecen, saber la verdad digo.
Me lancé sobre él, impactando mi hombro en su cadera. Eso me produjo un fuerte dolor en el hueso, pero no el suficiente como para apartarme. Después de aquel día, en el que entrené con Carter a solas y me dijo que tenía que tomarme los entrenamientos enserio, no paré de hacerlo.
La cabeza de Tom rebotó contra el suelo, a lo que el chico lanzó un quejido algo aterrador. Asustada, me incorporé a toda velocidad y me acerqué a él para ayudarlo a levantarse.
-¿Estás bien? Dios, lo siento, no quería hacerte daño.
-Sí, sí, estoy bien. -Sabía que decía eso solo por orgullo propio; su cara arrugada no decía lo mismo.- Buen golpe.
-¿Seguro?
-Sí, pero creo que ya está bien por hoy.
-Sí, será lo mejor -asentí, separándome de él.
Había sido un entrenamiento duro, mucho más que los que hacía con Cyn. Tom era un buen guerrero, fuerte, atlético y siempre atento, al que normalmente no se le escapaba ni una. Muchas veces había intentado vencerlo y solo lo había conseguido en un par de ocasiones junto con un cuerpo dolorido y amoratado.
Tom y yo estuvimos saliendo al menos dos años, fue bastante duro cuando lo dejé, tanto para él como para mí. A veces venía a casa y mis padres nos enseñaban movimientos nuevos, como la patada triple; que consistía en lanzar tres patadas seguidas apuntando siempre al mismo lugar. Puede que parezca una chorrada de movimiento si se comparaba con otros, pero era uno de los más dolorosos.
Me agaché a recoger mi botella de agua y guardarla en la mochila, cuando noté que me faltaba el aire. Era como si de repente el oxígeno hubiera desaparecido de la atmósfera, dejando simplemente un revoloteo que me atusaba la coleta. No comprendí lo que estaba sucediendo hasta que no le escuché.
-No puedes dejar que te domine, tienes que dominarlo tú.
Tom estaba frente a mí con su brazo extendido y el puño cerrado. Estaba usando su don para impedir que respirara.
Asustada di grandes bocanadas, pero a medida que lo hacía solo conseguía ponerme más nerviosa. Los pulmones me ardían y ni tan siquiera era capaz de pronunciar un simple ¨basta¨. Llevé mis manos a la garganta, como si aquello fuera a hacer que recuperara la capacidad de respirar.
Tom me miraba con dureza y frialdad. Él no era como Cinthya, no pararía hasta que no le demostrara que podía ejercer mi nuevo poder y pararlo mediante un campo de fuerza. Lo miré suplicante cuando mis rodillas tocaron el suelo, pero no cedía y yo no sabía cuánto más podría aguantar.
Él tenía razón, no podía dejar que me dominara, pero aquella no era forma de aprender a controlarlo ya que las únicas veces que había sido capaz de usarlo había sido bajo presión; como si el don tuviera vida propia y supiera cuándo tenía que salvarme la vida.
Recordé aquella vez que Cinthya puso una masa de agua sobre mí y el campo de fuerza que creé nos hizo saltar a ambas por los aires. Fue una sensación de poder y de presión en el pecho. Tenía que lograr hacerme con ella. Yo tenía el control.
Intenté tranquilizarme un poco a pesar de que el nivel de oxígeno era escaso. Si no actuaba pronto acabaría inconsciente.
Cerré los ojos y lo visualicé; la goma semi transparente. Imaginé que salía de mi interior y se extendía cada vez más y más. En un ultimo esfuerzo, extendí mi brazo y lo deslicé sobre la nada, haciendo movimientos cortos pero rápidos. El brillo azul que lo caracterizaba se extendió ante mí, envolviéndome en su interior y formando una pequeña cúpula conmigo dentro.
Como si nada hubiera pasado, mis pulmones se abrieron dejando entrar de nuevo el oxígeno.
Aliviada, me dejé caer sobre el césped dando una gran bocanada de aire a la vez que tosía con fuerza. Había estado apunto de asfixiarme, pero lo había conseguido, había conseguido dominarlo.
-¡Sí! -grité con voz ronca.
-Es increíble -susurró Tom atónito- no me deja traspasarlo. Me bloquea.
-¿Cómo que te bloquea? -me apoyé sobre los codos, quedando así medio tumbada. La voz de Tom sonaba externa, como si estuviera hablando por un teléfono estropeado. Mientras que yo seguía sin ningún problema manteniendo aquella estructura.
-No me deja acceder, sigo intentando quitarte el aire, pero no puedo. ¡Dios! Esto es fascinante.
-No me cuesta ningún esfuerzo mantenerlo.
-Quítalo y vuelve a crearlo -ordenó, dejando caer su mano- esta vez sin presión.
-Tom, no sé si podré...
-Alex -me miró muy serio, con una mueca inexpresiva- sí puedes.
Con un suspiro me levanté y le hice caso, simplemente me relajé un poco y desapareció por completo permitiéndome el paso.
No sabía si podría volver a hacerlo porque, aunque  una vez creado no me costaba mantenerlo,  sí que gastaba mucha energía al darle vida.
-¿Lista?
-Sí -suspiré de nuevo, cerrando los ojos.
Volví a repetir todo el proceso. Cerré los ojos, extendí el brazo al frente y representé la goma en mi imaginación. Aquella vez fue mucho más fácil, sin presiones ni nervios, simplemente valor y esfuerzo. Cuando lo creaba era como si saliera de mi propio cuerpo; como si yo misma lo plasmara.
Al abrir los ojos, vi que esta vez era mucho más grande, Tom también estaba dentro.
No me lo podía creer, ¡había sido capaz! Lo miré con los ojos como platos, feliz y asustada a la vez mientras que Tom simplemente me miraba atónito.
-Ha sido fascinante -ahogó un grito.
-¿Lo has visto? ¿Has visto cómo lo hacía?
-Sí -asintió con cara de flipado- ha salido de ti.
-¿De mí?
-Ajá.
Por lo visto era cierto lo que sentía, la fuerza salía de mí. Sin saber muy bien por qué, pegué un pequeño
gritito junto con un salto en el aire y me abalancé a los brazos de Tom, quien me recibió sin esperarse mi reacción. Estaba tan contenta... no me lo podía creer. Iba a necesitar mucha práctica, de eso no cabía duda, pero ya al menos sabía cómo podía usarlo.
-Esto no le va a sentar nada bien a Cyn -me reí con la cabeza escondida en su hombro.
-¿El qué? ¿Que por fin hayas sido capaz de controlarlo?
-No, que lo haya hecho contigo en una sola tarde y no con ella en dos semanas.
-Vale sí, le va a sentar mal.
Sin poder reprimirnos, los dos nos echamos a reír presos de la situación. No decía enserio aquello de que a Cyn le sentara mal, todo lo contrario, sabía que se alegraría por mí, pero ella había sido la que más me había ayudado.
Recogimos las cosas y nos marchamos al edificio principal. Pasamos por la zona de la fiesta del cumpleaños de Will una semana atrás y automáticamente me vinieron todos los recuerdos de golpe; desde el momento en el que casi hago el amor con él hasta en el que vi a mi amiga clavarse una estaca en el pecho. Las cosas se habían suavizado un poco y todos habíamos intentado volver a la normalidad, pero no era nada fácil.
Estábamos casi llegando a las escaleras  justo cuando vi por el rabillo del ojo a Carter y venía en mi dirección. Como siempre, el acto reflejo de mi cuerpo fue hacer que las piernas me temblaran como si de un flan se trataran. No lo había visto desde el ataque, estaba algo molesta porque ni tan siquiera había ido a verme, pero no podía culparlo después de las cosas que le había dicho.
Quizás no quería verme a mí, pero aún así me despedí de Tom y lo esperé junto a las escaleras, algo nerviosa y ansiosa por hablar con él. Las dudas se desvanecieron en cuanto paró frente a mí, guardando las distancias.
-¿Qué haces aquí?
-Hola, yo también me alegro de verte. Estoy bien, gracias por preguntar ¿y tu? ¿Estás bien? -dije con voz queda.
La última vez que lo vi yo estaba semiinconsciente, al menos un ¨¿que tal?¨por su parte no habría venido mal. Yo me había preocupado por él mientras que él ni siquiera eso. Era una estúpida.
-Estoy bien.
-Me alegro -susurré agachando la cabeza.
Se produjo un silencio sepulcral, de esos incómodos que no le gustan a nadie y mucho menos a mí. Odiaba quedarme sin palabras y Carter siempre conseguía hacerlo.
-¿Cómo estás? -preguntó finalmente con resignación.
-Bien, estoy bien. ¿Tu?
-Bien.
-Me alegro.
Aquella era la peor conversación que había tenido con alguien, ¡hasta los perros del parque de al lado de mi casa hablaban más!
Resignada y dispuesta a irme, cogí mi mochila hasta entonces en el suelo y me dispuse a marcharme cuando algo captó mi atención. Mi profesor sujetaba algo entre las manos, algo que llevaba dos días buscando.
-¿De donde lo has sacado? -pregunté medio gritando.
-Después de llevarte a la enfermería pasé con otros guardianes a recoger el cuerpo y lo encontré. Supuse que el libro sería tuyo.
-Sí.-Se lo arranqué prácticamente de las manos y lo abracé con fuerza. Cualquiera que me viera abrazando un libro pensaría que si estaba tonta, pero no era un libro cualquiera; era El Libro. El libro que tenía las respuestas a mis preguntas.- Es mío, gracias.
-De nada.
Lo miré sonriente justo a tiempo de ver que él también me estaba mirando a mí. Tenía un brillo de diversión en los ojos, todo lo opuesto a la expresión de su cara y figura. Los hombros estaban ligeramente echados hacia adelante, como si estuvieran vencidos por el cansancio y en su mejilla había un apósito, que supuse que tapaba la herida que vi cuando nos atacaron.
-Ahora yo que tú me iba antes de que nadie más me viera por aquí.
-¿Por qué? -pregunté sin comprender a qué venía aquello.
-Estás castigada, ¿recuerdas?
-¿A sí? -fruncí el ceño haciendo memoria, pero no recordaba nada de que estuviera castigada.
-¿Te pensabas que te ibas a librar? -rió sarcástico-, el que haya conseguido que no te expulsen no significa que también te haya librado de un castigo merecido.
-Nadie me ha dicho nada de ningún castigo.
-Yo, el otro día.
-No -fruncí aún más el ceño claramente enfadada- no mencionaste nada a demás de las voces que diste. Que por cierto -dije con un tono poco apropiado ara un profesor- gracias y de nada por haberte salvado la vida.
Su expresión atónita perdurará para siempre en mi memoria; fue tan brusca y graciosa que tuve que hacerme la fuerte para no echarme a llorar de la risa allí mismo.
-Estás castigada en tu habitación, nada de salir en horario fuera de clases, ni los fines de semana, tan siquiera para ir a la biblioteca.
-¡¿Qué?! -la sonrisa se me borró de la mente en un abrir y cerrar de ojos.
-Lo que oyes, a si es que márchate antes de que alguien te vea -dijo, mirando a todos lados en busca de algún testigo.
-¡No es justo!
-¿Prefieres eso o la expulsión? -El tono de su voz era serio y penetrante. Nunca antes lo había visto así. Sí que lo había visto enfadado, pero aquello era algo más.
-Pero...
-Alex, no me discutas, márchate -me cortó a media frase, señalando con la mano el camino hacia la puerta.
Le lancé una mirada de incredulidad e incomprensión junto con una mezcla de odio antes de hacer lo que me ordenaba.  Di media vuelta y comencé a subir las escaleras.
Cada día me sentía más estúpida y echaba más de menos mi hogar; de no haber ido a esa Academia yo no tendría tal desorden mental en mi cabeza.
-¡Alex! -llamó Carter.
-¿Qué? -Paré a medio camino y volví la cabeza para poder mirarle.
-Lo siento, no deberías haber estado allí aquella noche.
-No tienes la culpa -negué con el ceño fruncido- lo que sí es que aquí debería haber un sistema de alarmas que avisen.
-Las hay, pero ni siquiera la vi venir.
Estaba dolido y me daba la sensación de que se estaba castigando así mismo por no haber podido protegerme. Pero es que yo no estaba allí para que nadie cuidara de mí, yo estaba allí para cuidar de los demás, para protegerlo a él; pero claro ¿cómo le hacía yo ver aquello?
-Yo tampoco la vi venir -le sonreí con tristeza. Estábamos al menos cinco metros de distancia y en lo único que podía pensar era en recorrerlos y abrazarlo; pero aquello no podía ser-, supongo que andaba distraída.
-Buen trabajo -me felicitó, antes de darse la vuelta y marcharse.
Aquellas palabras aún resuenan en mi cabeza.
Sonreí a la nada, alegre por haber recibido su aprobación, en realidad, más que alegre; la definición exacta sería eufórica.
Él había estado machacándome a base de comentarios como ¨andas despistada¨, ¨te distraes¨ o ¨no bajes la guardia¨ y por fin había obtenido un ¨felicidades¨. No habían sido sus palabras exactas, pero sabía que bajo aquella mueca seria, había una sonrisa de gratificación y no había nada que pudiera sentarme mejor que aquello.
La alegría se me pasó de golpe en cuanto crucé el umbral de la puerta de mi habitación y vi a Tiffany sentada en su silla, apoyada en el escritorio. Sabía que tenía que hacerlo, tenía que decírselo, obtener respuestas y luego ya sacar una conclusión, pero no tenía ni idea de cómo hacerlo sin que se enfadara conmigo por invadir su intimidad o sentirse acosada. Se la veía tan ajena a todo y distraída, escuchando música, que me daba pena tener que interrumpir su tranquilidad, pero debía hacerlo, a si es que me cuadré de hombros, solté las cosas sobre mi cama y le quité los auriculares de un tirón.
-¡Me cago en la leche, Alex! -gritó asustada al verme. Llevó su mano al pecho desbocado para intentar tranquilizarse tras el bote que había dado, pero al ver mi mueca, solo empeoró.- ¿Qué pasa?
-¿Cuándo pensabas decírmelo?
-¿Decirte el qué? -sonrió sin comprender, mirando a lo alto desde su asiento.
-Anoche te seguí.
-¿¡QUÉ!?
Adiós calma, adiós tranquilidad, hola enfado.
Como un rayo saltó de su sitio enojada, taladrándome con la mirada mientras daba vueltas de un lado al otro de la habitación con los puños apretados. Estaba enfadada y lo entendía, a mí tampoco me sentaría nada bien que mi compañera de cuarto -en este caso ella- me siguiera a las tantas de la madrugada por el bosque y mucho menos si yo misma le había asegurado de que no pasaba nada. Pero tampoco podía pretender culparla por ello, como sabía que Tiffany haría conmigo.
-¡Te dije que no te metieras! -chilló encolerizada.
-¿De verdad? ¿De verdad piensas que si te veo salir a las tantas de la mañana y luego venir hecha un fiasco no me iba a preocupar?
-No me vengas con sermones de amiga -rió con sarcasmo- lo que has hecho no está bien. ¡Te dije que no pasaba nada! ¿Y qué has hecho? Seguirme.
-Oye Tiff, entiendo que estés enfadada -avancé hacia ella con las manos levantadas intentando tranquilizarla, pero lo único que conseguí fue que diera un paso atrás-, pero...
-No Alex; esta vez te has pasado. Dices que Spencer no es buena amiga; pero ¿y tu? me has espiado, has invadido mi intimidad.
Aquellas palabras fueron como un guantazo en la cara recién levantada. Paré, incrédula por lo que acababa de escuchar. ¿Me había comparado con Spencer? ¿Con la arpía? Yo solo estaba tratando de ayudarla y ¿ella me lo agradecía así?No, eso no era gusto.
Inspiré sosegadamente intentando calmarme, pero de nada sirvió.
-Tiffany, déjame que te lo explique vale. ¿Cuánto tiempo llevas con él? ¿Hace cuánto os veis?
-¡No te importa!
-Te lo preguntaré otra vez; -volví a inspirar, esta vez con más fuerza concentrándome en el dolor de mis uñas clavándose en la palma de mi mano- ¿Cuánto tiempo llevas con él? ¿Hace cuánto os veis?
-Te lo diré otra vez; -sonrió con malicia- ¡no te importa!
-¡Sí, sí que me importa! -adiós auto control. Tenía ganas de cogerla por los hombros y zarandearla hasta que se callara. Tuve que apretar aún más los puños. A veces cuando perdía el control o me enfadaba demasiado no controlaba mi poder y normalmente algo salía ardiendo o lo que era aún peor, perdía las formas y me mostraba tal y como era, un vampiro.- ¿Hace cuánto que estáis? Porque con Cinthya lleva desde que llegamos.
No debería haber sido tan brusca a la hora de decírselo, pero es que ya no aguantaba más sus impertinencias. Estaba de acuerdo en que estaría dolida, pero yo solo trataba de ayudarla.
Al principio no sabía de qué estaba hablando yo, pero cuando fue procesando mis palabras su cara pasó de rojo enfurecido a pálido fantasma. En sus ojos había una clara incomprensión palpable en varios kilómetros a la redonda, pero ya era hora de que supiera que Diu, no estaba solo con ella o con Cyn, sino que podía estar viéndose a escondidas con más de medio instituto y ninguna se enteraría.
-¿Cómo? -su voz salió en un ligero susurro a penas audible.
-Sí, Alex, explícate porque no me estoy enterando de nada.
Habíamos estado tan metidas en la discusión que ni tan siquiera habíamos sido conscientes de que no estábamos solas en la habitación. Cinthya debió de entrar en algún punto de la pelea y ninguna había oído la puerta.
Pegué un respingo al escuchar su voz; no me la esperaba.
Claramente tenía pensado contárselo, pero primero quería saber y entender todo; por qué Tiffany no nos había dicho nada, por qué salía de madrugada para quedar con él; si ella sabía que se veía con otras chicas... pero estaba claro que no había escogido la mejor opción; aunque mirando el lado positivo, no tendría que narrar aquella sucia historia dos veces.
-¿Alex? -Cinthya me miraba desde la puerta, enfadada y de brazos cruzados. El viento no iba a mi favor.
-Uf -suspiré soltando todo el aire que había en mis pulmones.- Chicas, ¿podéis sentaros? Será mejor que lo hablemos todo y aclaremos esto cuanto antes.
-Lo dices como si fuera un problema de matemáticas -dijo mi mejor amiga con sarcasmo.
-No Cinthya, no -respondí con fuerza para quedar clara mi postura-, no lo digo como si fuera un problema de matemáticas; lo digo porque las tres somos amigas y deberíamos solucionar esto y patearle ese culo de chulo prepotente que tiene.
-Hace 5 meses -musitó Tiffany como si hablara consigo misma.
-¿Qué? -Cinthya y yo nos giramos hacia ella sin entender a qué se refería.
-Llevo viéndome con él a escondidas desde hace cinco meses.
Tuve que taparme la boca para no soltar la cantidad de adjetivos despectivos que tenía preparados para ese canalla. Una cosa era la relación que tenía con Cinthya, solo sexo, nada más y desde hacía solo un mes; otra muy distinta era engañar a esa pobre chica durante casi medio año. Aquello no tenía nombre.
Corrí hacia ella para sujetarla antes de que cayera al suelo llorando. Miré a Cyn con tono suplicante y ella entendió perfectamente a lo que me refería. No podía culpar a Tiffany, en realidad, ella era la que peor salía de esa situación.
Tanto mi amiga como yo la ayudamos a incorporarse y la sentamos en la cama. Lloraba desconsoladamente y a mí se me estaba partiendo el alma. Estaba claro que su relación con  Diu había significado para ella mucho más que para él.
-Shh -pasé mis dedos entre su pelo, acariciándola con ternura- no llores, ese gilipollas no se merece tus lágrimas.
-Soy una tonta.
-Eh, no, no lo eres, él es el tonto por pensar que no nos enteraríamos -dijo Cyn entre dientes, clavando su mirada en la pared tras de mí.
-Eso es, tu no eres una tonta Tiff, ¿vale? Deja de llorar por favor te lo pido.
La incorporé y la mecí entre mis brazos. Me estaba destrozando el corazón; ¿cómo alguien podía ser así? ¿Jugar con una persona como Tiffany, tan amable y poquita cosa? Si se pensaba que se iba a librar, la llevaba clara. Ya no era el hecho de que se hubiera metido con una amiga, sino que había sido con dos; las personas más importantes que tenía en Richarfod. Me las iba a pagar.







7 comentarios:

  1. OH DIOOOS MIO, ERA DIUUUUU! ME HE MUERTO x-x NECESITO MÁSS, Y LO DEL CASTIGO ME A MATADO, LLEGO YO A ESTAR EN SU SITIO Y ME CARGO LAS PAREDES XD.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Quién pensabas que era? Solo por curiosidad jajaja

      Eliminar
  2. DIOS! NOBPUEDE SER COMO SE ATREVE SE HIJOVDE LA GRAN PU-TA?!?!?!?!

    ResponderEliminar
  3. Me encanta tu nove siguela por fii. Q HIJO DE PUTA!!!!!! ESO NO SE HACE A UNA CHICA!!!!!

    ResponderEliminar