lunes, 19 de mayo de 2014

Capítulo 35.

Quizás fueron solo escasos segundos de reloj, pero el tiempo que pasé entre sus brazos fueron los mejores de toda mi vida.
Aún con la cabeza apoyada en su torso, llorando sin llorar e intentando no hacer ruido para que nadie supiera que estábamos allí, dejé que me apretara más fuerte contra él sin olvidar la delicadeza con la que lo hacía. Era como si tuviera miedo de pasarse  y romperme en mil pedazos. Yo quería decirle que no era así, que no era una muñeca de cristal, pero me encantaba el tacto con el que me trataba.
-Lo siento -sollocé.
Su pecho bajaba y subía a una velocidad vertiginosa. No sabía si debido al enfado, los nervios por verme así o a yo qué sé, pero sentía que le debía una merecida disculpa.
Las palabras se amontonaban en mi garganta dispuestas a salir, pero el nudo que oprimía mi garganta era demasiado grande como para permitirlo. Un ¨lo siento¨era lo máximo que podía decir.
-Prométeme que no volverás a meterte en líos.
No respondí. No porque no pudiera hablar, sino porque era una promesa que no podría cumplir y si le decía que sí sería una mentira y suficiente le había mentido ya, además, le acabaría volviendo a decepcionar y tenía miedo de que se terminara de alejar de mí; que pensara que era una persona que no merecía la pena y eso me rompería en mil pedazos.
Frustrado al ver que no respondía, echó su cabeza hacia atrás hasta que quedó apoyado en las baldosas. Me estrechó con más fuerza, como si temiera que me fuera a marchar y no pude evitar volver a llorar de nuevo.
-Prométemelo, Alex -rogó en un susurro.
¿Qué se suponía que tenía que decirle? ¿Que sí? ¿Que a partir de ese momento me comportaría como una pija remilgada y acataría las normas? Esa no sería yo, sería otra persona, una totalmente diferente a mí. Pero ¿qué otra opción tenía?  ¿decirle que no? ¿después de la cantidad de veces que me había mostrado su ayuda? Tampoco podía hacerlo.
Suspiré para calmar las lágrimas antes de separarme ligeramente de él y mirarlo con cautela. Como era costumbre en él, los músculos de su mandíbula estaban tensos y firmes. Las venas de su cuello se le marcaban bajo la piel con tanta fiereza que un poco más y podría ver la sangre fluir a través de ellas. La escueta luz de los fluorescentes del cuarto de baño le hacían parecer un ser débil y paliducho, pero yo sabía que no era así y que a pesar de las ojeras bajo sus ojos, debajo de esa capa de piel, había un hombre fuerte.
-Lo prometo.
Como si aquellas dos palabras fueran una bomba detonadora, se movió rápidamente quedando así recto y erguido, con una porte sofisticada e incluso forzada y mirándome con unos ojos llenos de alivio al haber escuchado mis palabras.
¿Por qué tenía que haberme enamorado de ese hombre? ¿No podía haberlo hecho de uno más joven? ¿De alguien que no fuera mi profesor? ¿De alguien que fuera como yo? Ahí residía el problema de todo, que no eramos iguales a pesar de que ambos estábamos formados por huesos, piel, órganos, sangre... no éramos iguales.
Sentía unas tremendas ganas de fundirme en su cuerpo, de besarlo hasta acabar rendida y decir basta, de que me tocara y me hiciera sentir cosas que nadie había hecho. Lo quería con tantas ganas que hasta dolía. En lo profundo de mi pecho, dolía y a pesar de todo, tenía que conformarme con ese fuego que me abrasaba la piel ahí donde la suya me rozaba. Pero no era suficiente.
Como si él supiera lo que rondaba mi mente y sentía mi cuerpo, deslizó sus manos hasta mi cintura, para quedar clavadas en la zona baja de ésta, relajó su cuerpo y se inclinó poco a poco hacia mí. Por la expresión de sus ojos supe que en su interior se estaba librando un conflicto entre si dejar que el instinto le dejara llevar o en cambio dejar vencer a la coherencia.
Yo dejé actuar a mis manos por sí solas y tomaron la decisión de acariciar sus bracos hasta llegar a su pecho y descansar ahí a la vez que poco a poco, mis labios iban acercándose a los suyos.
¿De verdad iba a ocurrir lo que desde un primer momento había deseado? ¿Íbamos dejar vencer al deseo en lugar de al sentido común? Yo estaba dispuesta a ello; pero ¿y él? Yo quería besarlo hasta que me cansara de ello, algo que dudaba, pero ¿y él?
Por muchas ganas que tuviera, no podía dejar que hiciera esto, su conciencia lo castigaría y no podría soportarlo. No. No podía ocurrir nada.
Muy a mi pesar, lo empujé con delicadeza hacia atrás a la vez que yo me separaba a penas medio centímetro de él. Ambos jadeábamos y nuestras respiraciones acompasadas eran pesadas y cansinas. Pero ni aún con todo el deseo del mundo, podía dejar que sucediera nada.
-Gracias -jadeé en un susurro, intentando evitar sus oscuros ojos.
Él mismo se dio cuenta de lo que estaba teniendo lugar en aquel cubículo de un cuarto de baño viejo y abandonado. Lo vi en sus ojos, lo vi en la expresión de derrota y dolor intentando recobrar la compostura. Pero le estaba costando demasiado.
-No le diré nada a la directora, pero no habrá una próxima vez. Haré como si no hubiera visto, oído y pasado nada.
Asentí dando un paso hacia atrás, aún eufórica y apenada, para permitirle que se marchara. Tras un segundo de regocijo y demora en miradas en mis labios y yo en los suyos, abrió finalmente la puerta y se marchó.
Los susurros y risas a mi espalda me espabilaron de repente, recordándome cuál era mi cometido y por qué estaba allí.
Sequé mis mejillas, respiré profundo, olvidé todo dejando mi mente en blanco y me puse manos a la obra.
Una camisa roja de hombre asomaba sutilmente bajo la tabla de madera que separaba una estancia de la otra. No recordaba habérsela visto a Cinthya, por lo que supuse que sería del chico y con rapidez, tiré de ella. No había signos de que hubiera más ropa de por medio a si es que salí y me encontré con unos pantalones de hombre y un sujetador de encaje en el suelo. Me olvidé del sostén y cogí los tejanos.
No me hacía ni pizca de gracia que mi mejor amiga se encontrara dentro de uno de esos cacharros magreándose con un hijo de puta como aquel, pero era la única manera de devolvérsela por lo que tuve que olvidarme de los jadeos y pequeños gemidos y seguir buscando la ropa.
Divisé unos náuticos por debajo de la puerta justo a tiempo de ver cómo unos boxers caían sobre ellos. La mera idea de que tenía que tocarlos me repugnó, pero no quedaba otra. Arrugué la nariz y tiré de ellos, envolviéndolos en los pantalones y la camisa. Decidí dejarle los zapatos, por pura cortesía.
Como habíamos acordado, una vez que yo tuviera toda la ropa, debía dar un pequeño golpecito en la puerta para que así Cinthya supiera que ya estaba lista, a si es que así lo hice.
Tardó varios minutos en salir y yo tuve que esconderme para que Diu no me viera al abrir la puerta, pero en cuanto lo hizo la sonreí tirándole su sujetador y camisa a la vez que le acicalaba un poco los pelos.
-¿Lista? -susurró con una sonrisa.
-Más que nunca pequeña. -Guiñé un ojo.
-Bien. Diu, cariño, tu siempre me dirías la verdad ¿no?
Su voz era modosa y suave, como si se estuviera dirigiendo a un niño pequeño o fuera la persona más tonta del mundo. Nunca antes la había visto actuar así y no pude evitar echarme a reír ante aquella imagen. Llevé las manos a mi boca para parar las carcajadas.
-Claro que sí cielito, ¿por?
-Es que me he enterado de cosas...
-¿Qué cosas cielito?
Si seguían con ese pasteleo tendría que hacer una visita al Señor Roca para no manchar el suelo con mi pota. Ni en mis mejores momentos con un chico había sido como aquellos dos, aunque era sorprendente aquel chico. Cuando lo vi con Tiffany era todo fuerza y seguridad, en cambio con Cinthya parecía un niño que nunca había roto un plato.
-Que estás con otras. -Cyn fingió un sollozo a pesar de que tenía una sonrisa más grande que una casa.
-¿Quién te ha dicho eso? -En su voz había un deje de miedo. Estaba asustado.
-¿Sales y hablamos?
Esa era la señal. Reprimí las ganas de echarme a reír y recobré la compostura.
El trato era que cuando ella le pidiera que saliera fuera, yo sacaría el móvil para echarle una foto justo como dios le trajo al mundo; bueno no, con zapatos de vestir que era mucho más cutre; así lo chantajearíamos. Esa idea había sido de Tiffany, quen al final acabó cooperando una vez que su estado de animo pasó de ¨por lo suelos¨a ¨triste¨.
-Pero... tu y yo estábamos haciendo algo...
-Lo sé, pero es que no puedo seguir... si... si no aclaramos esto.
-Está bien, bueno, pásame la ropa.
Cinthya me miró con desesperación, ya no le quedaban más palabras o métodos para convencerlo y si no salía no habría foto. La miré y asentí animándola a proseguir.
-No hay nadie, sal y cógela tú.-Dijo mirándome mientras se encogía de hombros.
-Mujeres... -suspiró a la par que la puerta empezaba a abrirse.
Entonces llegó mi turno. Saque mi móvil, que aunque no era de última generación tenía una cámara que sacaba  buenas fotos, siempre y cuando la luz fuera decente, e hice lo que tenía que hacer a la vez que me reía, sin poder aguantarme más.
Su cara de susto al verme allí, sacándole una foto en bolas no tenía precio. Los ojos estaban desencajados de sus cuencas y en la boca había una clara expresión de horror, la más graciosa que había visto en toda mi vida.
Ver a aquel chico tapándose sus partes pudencas, con unos náuticos y el pelo engominado hacia atrás, no tenía precio. Ahora cada vez que estuviera deprimida podría ver esa expresión de terror en mi móvil y me animaría.
Como alma que lleva al diablo, volvió a meterse dentro del apartado, pegando un portazo tras de sí.
-¿¡CINTHYA!?
-Ups perdón, se me olvidó decirte que Alex estaba aquí -rió con malicia.
-¿¡SE PUEDE SABER QUE ES ESTO!?
Mi amiga iba a responderle, pero levanté mi dedo índice indicándole que me dejara a mí, ansiosa por intervenir en una situación tan embarazosa como aquella.
-Querido amigo, a esto se le llama encerrona y da gracias a que no te he hecho el harakiri en tus partes ¨nobles¨.
-¡Estás loca! -La histeria que había en sus gritos era tan ridícula que me daba hasta pena.
-Si bueno, nada nuevo... y ¿qué era lo otro? ¡Ah sí! Una zorra por no acostarme con tu amigo Will cuando en realidad aquí, el que se estaba acostando con dos a la vez eras tú. He de felicitarte -solté las cosas en el suelo y di un par de palmadas- lo has hecho muy bien, pero tu jueguecito se ha acabado.
-¿De.. de qué estás hablando? Cinthya cariño, no le hagas ni caso, esta tía está como una puta cabra.
-Sí, sí -respondió Cyn con un deje de diversión- yo te creo Diu, sí...
-¿Sabes? Tiffany no se merecía esto. ¿Con cuántas más Diu?
-¿Qué hablas? ¡Mientes!
-Mira chaval -pegué una patada a la puerta del cubículo en el que el chico se encontraba, abriéndola de par en par. Él estaba con las manos tapando su entrepierna mientras me miraba claramente horrorizado-, tú y yo sabemos de lo que estamos hablando y no vas a salir de aquí hasta que no lo admitas y jures que te vas a disculpar tanto con ella -señale a Cyn quien se encontraba apoyada en un lavabo de brazos cruzados- como con Tiffany ¿de acuerdo?
Entrecerró los ojos, clavándome agujas con la mirada. Estaba rojo, no supe si de la ira o por el bochorno, pero lo que decía era cierto, no saldría de allí hasta que no se disculpara. Yo era una persona muy cabezota y nadie me ganaba a eso.
-Ah y si vas a delatarnos a la directora me da igual ¿sabes por qué? Porque tengo esta fotito en el móvil -saqué mi teléfono del bolsillo del pantalón y le enseñé la pantalla con su foto- y si no te disculpas o nos delatas se la enseñaré a todo el mundo.
-¿Me estás chantajeando?
-No, te estoy avisando -dije con dureza y los ojos ligeramente entrecerrados.
Desde luego aquel niño de papá y mamña era duro de pelar, pero yo no iba a achantarme o echarme atrás. Estaba literalmente acojonado. Escuchaba su corazón a cien por hora dentro de mi cabeza y el pecho le bajaba y subía estrepitosamente. Tenía ganas de zarandearlo hasta que admitiera la verdad delante de todo el mundo y le suplicara perdón a mis dos amigas, pero era algo que no podía hacer a si es que tuve que conformarme con contemplarle de aquella manera. Apreté los puños tan fuerte que un hilillo de sangre comenzó a manar de las palmas de mis manos.
-¡QUE ME DES MI ROPA PUTA ZORRA DE MIERDA!
Un deje de histeria afloró en su grito desgarrado. Si seguía gritando de aquella manera alguien le oiría, nos vería a Cinthya y a mí y acabaríamos expulsadas.
Miré a mi amiga en busca de ayuda, pero ella estaba igual que yo, sin saber muy bien qué hacer. De pronto, una idea me vino a la cabeza. Era un poco arriesgada dado que la coerción no serviría porque el colegio suministraba ¨mata vampiros¨ cada tres días, justo cuando el nivel en sangre iba menguando, pero quizás, si lo asustaba, cambiaría de opinión. Era una idea completamente loca, pero cuando me di cuenta, ya estaba yendo hacia él.
Decidía y con paso firme, me acerqué  y lo levanté del suelo por el cuello, estampándolo contra la tabla de madera que separaba un apartado del otro.
-¡Alex! -gritó Cinthya asustada.
-¿Q-qué ha-ha-haces?
-Vas a pedirle disculpas a Tiffany.- Lo miré directamente a los ojos y me concentré en intentar transmitirle la orden.
-Me est-tas aho-gan-gando.- Agarró mi mano con fuerza e intentó separarme de él, pero no le iba a dejar ganar.
Cinthya me miraba completamente asustada tapándose la boca para reprimir el grito que estaba deseando emitir, pero si todo salía bien, aquel capullo haría lo que yo le decía.
Sin más dilación, dejé que mis colmillos salieran de sus fundas y emití un pequeño siseo. Diu se quedó
completamente quieto y pálido. De un momento a otro dejé de escuchar su respiración agitada a simplemente no escucharla.
-E-eres un-un vampiro.
-No, soy algo mucho peor que te va a patear la entrepierna como no le pidas disculpas a Tiffany y a Cinthya.- Hablar con esas cosas a la luz era algo bastante difícil, pero al menos se me entendía.- ¿De acuerdo?
El asintió muy lentamente sin dejar de mirar mis incisivos, aflojando su mano alrededor de la mía. Me daba la sensación de que si no acababa ya con aquella pantomima, el pobre chaval se me echaría a llorar.
-S-s-sí.
-Bien -sonreí, dejando ver los colmillos aún más- y de esto ni una palabra a nadie o sino tu precioso cuello se verá desgarrado por estas dos pequeñas cositas que tengo aquí -pasé mi dedo índice por ambos dientes, haciéndome un pequeño corte-, ¿entendido?
Otro asentimiento.
-Bien, ahora, pídele disculpas a Cinthya.
-Lo-lo si-si-si-siento Cinthya.
-Suena poco creible. -Me acerqué aún más a él.
-¡Alex! Ya está bien, creo que ha captado el mensaje. ¿Verdad que sí Diu?
-S-sí.
-Vale, ahora, Alex, por favor... -por el rabillo del ojo vi a Cinthya acercarse hasta mí y posar sus manos sobre la que sujetaba el cuello del muchacho, para así obligarme a soltarlo- suéltalo ¿sí?
Recuerdo que fue como una pequeña chisca que accionó mi cerebro. Sin saber muy bien cómo, me vi a mí misma con la mano puesta sobre el cuello del chico y me aterroricé. ¿Qué había hecho?
Asustada, retiré mi mano, dejando que cayera al suelo y me aparté de él temerosa, contemplando mis manos. Las llevé hasta mis incisivos, que advertí que seguían extendidos una vez que los toqué.
Busqué la mirada de mi amiga, pero estaba de espaldas a mí, ayudando a Diu a ponerse en pie. ¿Qué había hecho?
Tras una última mirada a mi alrededor, salí corriendo de allí pegando un empujón a la puerta sin un rumbo fijo. Solo quería salir de allí. Alejarme de esa habitación, de Cinthya, de Diu, alejarme de mi tremendo error. ¿Qué había hecho? ¡Nos había delatado! si Diu se iba de la lengua, estaríamos perdidos.
No entendía lo que me había pasado, era como si no fuera yo pero siendo yo. Nunca, en mi vida, pensé que llegaría a hacer algo tan atroz como lo que había hecho aquella tarde. No solo me había descubierto a mí, sino también a Cinthya, Tom, Christian, Jo... incluso a Daniela, quien me importaba lo más mínimo, pero en ese momento me sentí culpable por ella.
Le había mostrado mis colmillos, le había dado en bandeja la forma más sutil de joderme.
Solo podía pensar en ese momento, en el momento justo en el que mis piernas decidieron actuar por sí solas e ir hacia él; en el que mis manos le agarraron el cuello y en el que mis colmillos salieron de sus fundas. Pero lo peor de todo es que había disfrutado





5 comentarios:

  1. Ai madre.. Yo creo que Alex no ha hecho eso, que Daniela le ha hecho algo para que sea así..
    No debería haberse apartado de Carter! El le iba a besar y le empuja? Se ha vuelto loca? Ai madre xdd

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  2. "No le voy a besar, se arrepentirá si lo hago" pero "voy a sacar los colmillos y a acojonar al personal que de eso seguro no me arrepiento", fuck logic, yo se que el amor te deja tonta, ¡pero a ella parece que la han lobotomizado!

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    1. Es Alex... ¿de qué te sorprende? tiene la lógica en el culo XD

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