miércoles, 28 de mayo de 2014

Capítulo 38.

-Alex, no tengo ni idea de qué es lo que está pasando aquí, pero si algo tengo súmamente claro es que se está cociendo algo muy gordo.
Después de recoger todos los destrozos de la habitación e intentar colocar la puerta como mediánamente pudimos, llevé a Cinthya hasta el cenador para poder contarle lo sucedido lejos de todo el mundo.
Obviamente todo el instituto sabía que una alumna había estado a punto de saltar desde una altura de por lo menos treinta metros y cómo no, las especulaciones habían empezado ¡y todo en menos de una hora! Era increíble la capacidad tan irritante que tenían algunas personas para hacer correr los sumores; el principal era que estaba triste porque Diu le había puesto los cuernos y debido a que la había deshonrado había tomado la decisión de acabar con su vida. No sabía que aún siguiéramos en el siglo XVIII, pero al parecer, algunos se habían quedado estancados en aquella época.
-Y yo solo sé que estoy cansada de todo esto -dije con la mirada perdida en el bosque- y que hay que acabar con ello.
-¿Y qué sujieres?
-No lo sé. Pero podíamos empezar por averiguar qué tienen en común Mía y Tiffany a demás de tenernos a las dos como amigas. De lo que no me cabe duda es que todo esto es obra de un vampiro.
-¿Estás diciendo que uno de nosotros se dedica a torturar a la gente? -Preguntó escandalizada.- Estamos aquí para proteger, no para matar...
-Cinthya. -La miré muy seria.- Tú sabes que no todos opinamos igual. No todos los Wrach queremos luchar y salvar a los humanos, hay algunos que los aborrecen.
-Sí, pero simplemente se retiran...
-Sí y se unen a los hijos de la noche o ¿hace falta que te recuerde lo que pasó con Cler y su equipo?
-No, gracias -contestó apartando la mirada- lo recuerdo perfectamente.
Cler era una Wrach tres años mayor que nosotras que consiguió hacerse con un número de seguidores en contra del Consejo e intentar dar, lo que los humanos llamarían, un golpe de estado para hacerse con el poder y acabar con el sistema que teníamos. Decía que los humanos eran escoria y que pertenecían a una clase inferior que debía adorarnos por el simple hecho de ser lo que eramos.
-¿Piensas que podría estar pasando lo mismo?
-No lo sé Cyn -negué, cubriéndome la cara con las manos- no sé lo que pensar. Creo que deberíamos dar parte al Consejo y que ellos mismos se encarguen.
-Esto deberían saberlo los demás. -Se levantó del suelo y se encaminó hacia el exterior.- Voy a avisarles, haremos una reunión esta noche. Tú ves a ver a Tiffany ¿si? dale un abrazo de mi parte.
-De acuerdo.
Le había prometido que iría a verla y echando cuentas, ya habría pasado el interrogatorio y sería una buena hora para hacerle compañía. Tenía miedo, no quería dejarla sola y si hacía falta que me pegara a ella las veinticuatro horas del día, lo haría.
Me resultaba extraño que no me hubieran llamado a mí también ya que normalmente siempre me echaban la culpa de todo o al menos que no se hubieran preguntado de dónde había sacado esa fuerza para hacer la puerta añicos si ni tan siquiera Carter, que se suponía que era el mejor de su generación y de muchas más superiores, había sido capaz de hacerlo. Quizás, simplemente entre todo el jaleo tuvieran mejores cosas que preguntarse que aquello.
-No sé cómo me las apaño pero siempre estoy metida en todo -resoplé.
La poca gente que había por el patio se giraba a mi paso como si en vez de una cabeza tuvieran una peonza o estuvieran poseídos por el diablo en plan  niña del exorcista. Me era indiferente, si algo había aprendido en los dos meses que ya llevaba allí era a pasar por completo de esos hipócritas, aunque siempre había alguien que tenía un máster en tocar la fibra y desde luego la ganadora de allí era Spencer.
Estaba sentada en las escaleras junto con un grupo de chicas. Susurraban algo que claramente para mí carecía de sentido, pero a medida que iba acercándome a donde ellas estaban, el volumen de sus voces aumentaba hasta el punto de poner el grito en el cielo solo por llamar mi atención.
-Es esa chica, desde que ha venido la ha corrompido, como ha hecho con todo -dijo Spencer con su voz chillona.
Desde que recibió mi gancho, la voz se le había vuelto un poco más grave, pero eso solo hacía que me entraran aún más ganas de reírme de ella.
-Pobre Tiffany, con lo buena persona que es... -insistió otra chica.
Me hervía la sangre. No solo por el hecho de que me estuvieran echando las culpas de algo que claramente no había hecho, sino  por que estaban hablando del tema como si tal cosa, como si no les importara lo más mínimo.
Tuve que clavarme las uñas en las palmas de mis manos para controlarme. Deseaba prender fuego a todo lo que tuviera delante.
-¡Eh, Alex! -me llamó Spencer.- ¿Puedes venir?
Pensé en pasar, sabía que era una trampa, pero no le daría el gusto de ganar. Me giré hacia ella con mi mejor sonrisa.
-¿Sí?
-Es que las chicas me están preguntando por Tiffany -un revuelo de risas por lo bajo se levantó en el corro- ¿sabes cómo está?
-No, iba a verla.
-Ya... es que me he enterado de lo que ha pasado. Pobre...
-Sí. ¿Quieres algo más o... -les di la espalda dispuesta a irme, pero me agarró de la muñeca.
-Espera.
-Mira Spencer, no tengo toda la mañana, ¿podrías ser rápida?
-Por supuesto. -Ahí estaba su sonrisa diabólica que avecinaba una tormenta.- ¿Cómo lo has hecho?
-¿El qué? -pregunté con voz cansina.
-Convencerla de que se tire. A ver, sé que estaba mal por lo de Diu, pero hacer que se suicide solo para que tu amiga... ¿cómo se llama? ¿Cinthya? se quede con él es muy mezquino hasta para ti.
Literalmente los ojos estuvieron apunto de salírseme de las órbitas. ¿Cómo se atrevía a decir que yo había hecho tal cosa? Tiffany era mi amiga tanto como lo era Cinthya, quizás la conociera desde hacía menos tiempo, pero ni la peor persona en su sano juicio se inventaría algo semejante.
Satisfecha con mi reacción, todas se empezaron a reír a carcajadas. Tenía ganas de pegarles en esas caras de Barbies y romperles todos los huesos de sus cuerpos esqueléticos y artificiales. Pero había hecho una promesa. Me estaba conteniendo demasiado.
-Ups, perdona. Se me escapó -sonrió con malicia.- Solo quería decirte que te alejes de ella. Ya no es la misma desde que estás aquí. Ha cambiado.
-¿Lo dices porque ya no te hace caso? -contraataqué cruzándome de brazos.
-No, no es...
-Perdónala o mi excelentísima señora por tener cerebro con neuronas en lugar de silicona. ¿Sabes?, algunos nacemos con neuronas.
*¡Zash! Jódete zorra*.
No me aplaudí en ese momento porque sería demasiado y me daba algo de pena después de ver la cara atrofiada que se le había quedado tras decirle aquello. Eso era mucho mejor que un bol de palomitas, ¡no! ¡que la mejor sangre del mundo!
Estaba dispuesta a contraatacar y seguir con aquella estúpida discusión, esa chica no se daba por vencida tan fácilmente, pero solo le dio tiempo a expulsar un hilito de aire antes de que Will interviniera.
-Spencer, ¿no tienes que ir a meterte los dedos hasta el esófago o algo por el estilo? Deja de llamar la atención y cómprate una vida.
Will pasó su brazo por encima de mi hombro y me sacó de allí en dirección al bosque. Nos detuvimos junto a los primeros pinos que lo poblaban.
-¿Me puedes explicar que ha sido eso? -pregunté sin saber si estaba enfadada o sorprendida.
-¿El qué?
-Eso -indiqué con la cabeza hacia Spencer.
-Simplemente te he defendido -se encogió de hombros- ¿hay algo de malo en eso?
-No... no es solo que.. es tu hermana.
-Hermanastra, permíteme que te corrija y ni siquiera eso -rió con ironía- es la hija del cabrón que se tira a mi madre.
Nunca pensé que llegaría a escuchar eso de nadie y menos de Will. Había tenido un par de semanas malas pero no sospechaba que tanto.
-En fin, no te he traído aquí para eso -sonrió de lado.
-¿A no? ¿Y para qué me has traído?
-Quería hacerte una pregunta.
Avanzó hacia mí  hasta quedar apoyado en un tronco con un brazo mientras que yo lo miraba desde abajo. El chico malo había vuelto.
Me gustase el lado seductor del Will, de hecho me atraía bastante, pero después de haberlo visto en sus momentos más sinceros era un poco extraño y a la vez gracioso verlo de nuevo en ese papel.
-Dispara vaquero -me reí, simulando que disparaba con una mano.
-¿Quieres venir al baile conmigo?
-No -contesté sin tan siquiera pensármelo.
Will no estaba acostumbrado a los rechazos y mucho menos tan de seguido y provenientes de la misma chica, ya que también le había dicho no a ser su novia, pero no podía hacer nada más.
-¿No?
-No, lo siento Will es que... Cyn, Tiffany y yo iremos juntas, eso es todo.
-¿Alex?
-¿Qué?
-Mientes fatal ¿lo sabías?
-N-no es una mentira.
No estaba de humor para que me viniera con sus tonterías de niño pequeño. Sí, nos habíamos enrollado dos veces, pero ya está, eso era todo y no por eso tenía derecho a decir que estaba mintiendo.
En cuanto nos enteramos de lo del baile de disfraces, Cinthya fue la primera en sugerir que fuéramos las tres juntas. Sería una noche de chicas y además, nos serviría para recuperar los ánimos.
-¿Segura? -se acercó un poco más a mí, hasta el punto de que sus labios rozaron el lóbulo de mi oreja.- No te creo.
Un escalofrío me recorrió toda la columna vertebral. No uno bueno como cuando ocurre algo que te gusta, si no uno de esos que te dan  mal presagio.
Puse una mano en su pecho y me lo quité de encima con un empujón.
-Mira Will, no te estoy mintiendo, es verdad. ¿Que quieres creerme? vale; ¿que decides que no? vale, pero creo que fui muy clara cuando te dije que entre tu y yo no habría nada más. A si es que si me disculpas tengo que irme.
Lo aparté de un empujón y me marché antes de que le diera tiempo a contestar con alguna barbaridad.
Antes, al pensar en Will me volvía como una niña tonta a la que le acaban de regalar un poni de colorines, pero ahora sin embargo me repelía. No sabía cuál era el motivo, pero tenía la sensación de que había hecho bien en decirle que no.
Estaba a mitad de camino de la enfermería, cuando un borrón negro pasó ante mí tirando de mi brazo en dirección al bosque. Quise soltarme, pero me apretaba con fuerza, a si es que hice lo que sabía hacer. Aumenté la temperatura de mi cuerpo hasta el punto de abrasar. La mano me soltó con un quejido y ambos salimos rodando por el suelo.
Me incorporé en un abrir y cerrar de ojos. Estaba en lo profundo del bosque, donde los árboles estaban más juntos y la hierva era mucho más espesa. La persona que había arremetido contra mí, estaba tumbada de espaldas en el suelo, riéndose a carcajadas.
Enfadada, me acerqué a él y le pequé un puntapié en la espinilla.
-¡Eres un imbécil! ¿¡SABES EL SUSTO QUE ME HAS DADO!?
Las carcajadas le impidieron hablar con claridad pero pude entender algo parecido a un ¨que buena ha sido tu cara¨. Tenía ganas de coger a Tom por el cuello y retorcérselo hasta que los ojos se le hincharan como los muñecos esos que vendían en los bazares chinos.
-¡Tom! -grité, aún más cabreada.
-Está bien, está bien -se levantó haciendo un esfuerzo por aguantar la risa- ya paro.
-¿Se puede saber qué pretendías? ¿Que me diera un infarto o algo por el estilo?
Con todos los ataques, poderes misteriosos, mentiras, peligros y el hecho de que uno de mis amigos podía estar conspirando contra mi vida, en concreto él, estaba algo paranoica últimamente y quizás eso me llevaba a estar de un humor de perros.
-Tranquila, solo era una broma.- Se había dado cuenta de que no me había hecho ni pizca de gracia su ¨bromita¨.- Cinthya nos ha dicho que hay reunión y me ha pedido que te buscara.
-Lo sé, yo estaba con ella cuando lo ha pensado. Pero ese no es motivo para hacer lo que has hecho.
-Vale, vale... tienes razón. Lo siento.
Suspiré con frustración y me puse a dar vueltas con las manos entre el pelo. Me había asustado, pero asustado de verdad. El pulso de mi corazón estaba tan acelerado que no me extrañaría que de un momento me diera una parada.
-¿Estás bien, Alex?
-Sí, estoy bien -asentí, poniendo mi mejor sonrisa- solo me has asustado.
-No me refería solo a eso, si no a...
Yo sabía perfectamente a lo que se refería; pero ¿qué podría decirle? ¿que estaba hecha un desastre por dentro? ¿que me estaba volviendo loca? ¿que todo había sido por mi culpa? ¿que ya ni tan siquiera sabía qué era real? Me había planteado muchas veces la posibilidad de que todo fuera un sueño y que aún me encontraba en mi cama en Amsterdam, lista para ir a la graduación y que me asignaran un destino totalmente distinto a este. Que Mía seguía viva; que no tenía nuevos poderes, que no había nadie trabando mi muerte; que no estaba colada por mi profesor...
-Sé a lo que te referías Tom, de verdad; estoy bien. ¿Nos vamos?
-Sí -sonrió.
Corrimos los dos juntos, como hacíamos antes cuando aún había algo entre nosotros. No podía pagar toda mi frustración con él, no tenía culpa y por mucho que la vocecita de mi cabeza me dijera a gritos que podía ser la persona que estaba llevando acabo todo, yo sabía desde mi interior que no era así. Tom me quería, ya fuera como amiga o como algo más, pero él nunca me haría daño, no al menos de manera intencionada.
Para cuando llegamos, no todos estaban allí; faltaban Yum, Martin, Jo y la más ¨importante¨; Daniela.
Ella era la jefa, por decirlo de alguna manera, a si es que sin ella no podíamos empezar nada ni hacer nada. Daniela era la que daba las ordenes, decía cuándo había que hacer una asamblea, organizaba las guardias y los grupos... no me gustaba estar bajo sus ordenes, pero la verdad es que no había nadie tan cualificado para ese trabajo como ella y por mucho que no la soportara, sabía reconocer sus méritos.
-¿Has ido a ver a Tiff? -Cinthya se acercó hasta mí y ambas nos sentamos en el suelo, bajo un árbol.
-Que va -negué con la cabeza.- Me he encontrado con Spencer y la muy zorra me ha dicho que ¿cómo había logrado para convencer a Tiffany de que se suicidara? -la imité, tapándome la nariz para así simular su voz.
-Sabes que lo hace solo para fastidiarte.
-Lo sé, pero es que lo consigue y sabes demás cómo soy yo.
-¿Impulsiva, prepotente, contestona...?
-¿Vale ya no? -me reí, dándole un empujón.
-Ven aquí anda. -Tiró de mí hacia ella y me abrazó.
Cinthya era de esas personas amables que te apoyaban en todo. Tenía su carácter y su mal humor, como todo el mundo, pero no podía estar enfadada conmigo o al menos eso decía ella. Cuando éramos pequeñas siempre nos peleábamos porque las dos queríamos  la misma muñeca y al final, siempre acababa dando su brazo a torcer y me la cedía a mí; entonces yo me sentía culpable y se la daba a ella y eso solo nos llevaba a otra discusión. Acabábamos por no jugar a nada y al cabo de la media hora volvíamos a estar riéndonos. Sin ninguna duda, Cinthya era la mejor amiga que alguien podría tener.
-Will me ha pedido que le acompañe al baile -susurré junto a su hombro.- Le he dicho que no, que iríamos las tres juntas.
-Oye Alex si... si quieres ir con él no pasa nada.
-¿Qué? -ahogué un grito, apartándome de ella fingiendo estar ofendida.- ¿Y dejar de lado la noche que nos espera a nosotras? ¡Por favor!
-Vale, vale, está bien -rió.- Pero lo digo en serio, Alex, si quieres ir con él no pasa nada. Lo entiendo y estoy segura de que Tiffany también lo hará. Parece que le gustas mucho a ese chico.
-Y yo también lo digo en serio. No os voy a dejar solas, sois mis amigas y me apetece pasar la noche con vosotras; suponiendo que a Tiffany le apetezca ir al baile o que la dejen ir claro, pero aún así... yo voy con vosotras. Y con respecto a Will...
Callé, no sabía cómo terminar esa frase. Will era Will, no había más explicación. Simplemente se había encaprichado conmigo. Yo era una presa difícil de conquistar y le atraía ese royo; solo eso.
-¿Qué pasa con Will?
-Que no quiero ir al baile con él. Solo eso -sonreí distraída.
En realidad me atraía la idea de ir con mis amigas y disfrutar de la noche. Relajarnos, bailar y a pesar de que no habría ni una mísera de alcohol, pasarlo bien hasta reventar y quedar saciadas de tanto reír, pero sí que me gustaría ir al baile con alguien. Tener ese baile de película en el que el chico le pide salir a la chica y bailan juntos hasta la última canción para después darse un beso; el problema era que mi chico ya no era precisamente un chico y que lo nuestro nunca podría ser.
El resto de personas llegaron y por fin dio comienzo la sesión con los puntos del día. Estuvieron hablando de varias cosas sin sentido a las cuales no presté mucha atención; por lo general no me solía interesar las estupideces que decía Daniela, pero llegó a un punto en el que llamó mi atención y la cosa empezó a ponerse interesante.
-¿Alex? -se dirigió a mí, con más amabilidad de la habitual, ya que nunca me la mostraba.- ¿Quieres decirnos lo que ha ocurrido?
Se refería al intento de suicidio de Tiffany. Les narré todo punto por punto sin saltarme ni una sola coma metafórica; desde que el chico llegó corriendo al gimnasio para avisar a Carter hasta que se la llevaron de la habitación.
-¿Coerción dices? -preguntó Jo.
-Sí, -asentí. Estaba algo nerviosa, tanto por lo que estaba contando como por el hecho de que me encontraba en medio del círculo y me sentía observada. No me gustaba esa sensación.- En la habitación había claros signos de lucha. Cristales rotos, una lampara estallada, ropa tirada por el suelo... a demás, la puerta estaba cerrada por dentro a si es que quien quiera que haya sido ha tenido que salir por la ventana y...
-... eso es imposible que lo haga un humano -terminó la frase Daniela por mí.
La miré con sorpresa. Era muy inusual que no se pusiera a la defensiva y dijera cosas sin sentido en mi contra o me tachara de mentirosa. Desde luego, estaba siendo un día de sorpresas.
-Aquí hay algo que estamos haciendo mal, de eso no cabe duda.
Todo el mundo permanecimos en silencio con nuestros ojos puestos sobre Daniela. Tenía la extraña sensación de que todos los allí presentes estaban algo sorprendidos por su forma de tratarme. En un principio había empezado a contar los segundos que tardaría antes de pegarme una voz más alta que otra, pero al perder la cuenta desistí, aunque no perdía la esperanza de que lo hiciera.
-Primero Mía, ahora Tiffany .... -intervino Tom- tenemos que hacer algo, se nos está yendo de las manos Daniela.
-Lo sé Tom; lo sé, pero aún busco algo que ambas tengas en común.
-Yo -dije con vehemencia. Estaba claro ¿no? lo único que las dos tenían en común era yo; eran mis amigas y alguien se había propuesto hacerme sufrir hasta que perdiera la cabeza. Con Mía tuve la desgracia de que no estuve atenta y murió, pero con Tiffany le había salido el tiro por la culata. ¿Por qué yo? Pues no lo sabía.- Seamos sinceros, lo que tienen en común soy yo -me señalé a mí misma.
-¿A qué te refieres con eso? -Daniela me miró con el ceño fruncido.
-A que alguien se ha propuesto joderme la vida. Sé que puede parecer muy egocéntrico, pero pensarlo... ellas apenas se conocían de nada.
-¿Y qué sugieres que hagamos? ¿Aislarte del resto del mundo? -preguntó con ironía.
-Sea quien sea la persona que está haciendo esto, viene a por mí y eso significa que viene a hacerme daño. No pienso separarme de Tiffany en las veinticuatro horas del día y si eso implica tener que llevármela a la guardia lo haré.
-¿Estás pensando en decirle lo que somos? -medio gritó Yum.
-A partir de ahora Alex queda fuera de las guardias y se dedicará a la protección interna de los alumnos -los ojos se me salieron de las órbitas. ¿Daniela me estaba apoyando? -Christian hará la guardia con Tom y a partir de ahora las guardias nocturnas serán de dos horas. Esto es todo, no tengo nada más que decir. Podéis iros.
Todos  pasaron por mi lado mientras que yo me quedé inmóvil donde estaba, sin se capaz tan siquiera de mover un solo músculo. Daniela, que estaba frente a mí, no me quitaba los ojos de encima. Algo estaba ocurriendo y me picaba la curiosidad. Nunca antes había sido amable conmigo; ¿por qué ahora sí?
-¿Por qué no me has gritado o me has llamado mentirosa? -di voz a mis pensamientos.
Daniela sonrió sin sonreír. Fue una expresión extraña, como si quisiera hacerlo pero a la vez le diera miedo expresar sus sentimientos. Se tomó su tiempo en responder, pero al final lo hizo:
-Sé que no te caigo bien -su sonrisa se hizo más ancha- tú tampoco eres de mi agrado, pero esta vez no tengo más remedio que darte la razón. Ya ha muerto una compañera nuestra, no voy a dejar que muera nadie más por nuestras discusiones.
-¿Esto es una tregua? -inquirí, con una ceja levantada.
-Podría decirse que sí.
-Bien.
No estaba dispuesta a reconocerle nada, no después de los tratos que había recibido por su parte, pero estaba de acuerdo con su opinión. Nuestras peleas solo interferían negativamente en nuestro trabajo y eso hacía que personas inocentes sufrieran sin motivo aparente y yo, no estaba dispuesta a ello.
Cinthya me esperaba junto a uno de los árboles más alejados del claro en dirección a la academia. Aún no habíamos visto a Tiffany y ambas nos moríamos de ganas por achucharla y saber cómo se encontraba. Me sentía culpable después, de todo, ella había estado a punto de morir solo porque un o una psicópata estaba intentando joderme la vida.
Cuando llegamos a a enfermería, la enfermera, una mujer regordeta y rechoncha que me atendió la primera vez que estuve allí, nos acompañó amablemente hasta la habitación donde habían hospitalizado a Tiffany. La mujer nos había dicho que probablemente estaría dormida. Le habían suministrado calmantes y curado las heridas de las manos, a demás de que necesitaba reposo por lo que no podríamos permanecer mucho tiempo junto a ella.
-Es aquí chicas -nos indicó la mujer con una sonrisa.- Por favor, no la alteréis mucho, ha sufrido una crisis de ansiedad. Pobre niña. Si necesitáis algo estaré en la recepción.
-Gracias -sonrió Cinthya.
Intenté asomarme por la ventana, pero las cortinas estaban echadas por lo que no pude ver nada. Cinthya abrió la puerta y las dos entramos en la habitación.
A diferencia de las que yo había estado, esta solo tenía una cama. Era una habitación individual con una mesa auxiliar y un escritorio con una silla rotatoria. Parecía ser una de esas habitaciones hechas para estancias largas. Al pensarlo no pude evitar ponerme nerviosa. ¿Por qué la había llevado allí en lugar de a una normal? ¿Eso significaba que permanecería más tiempo del que pensaba?
-Este lugar me da escalofríos -tiritó Cinthya.
-No eres a la única.
Tiffany estaba tumbada en la cama de espalda a nosotras. Su pelo anaranjado hacía un contraste muy llamativo con el blanco impoluto de la habitación. Era lo único que le daba vida.
-¿Tiff? -la llamé- ¿estás despierta?
Ni una palabra. Quizás me hubiera tragado que estaba dormida de no haber sido porque su corazón empezó a latir como un caballo desbocado en su pecho; como si nuestra presencia allí la hubiera puesto nerviosa. Volví a llamarla, pero siguió sin decir una palabra ni un minúsculo movimiento. Miré a Cinthya en busca de alguna respuesta, pero ella tenía la mirada perdida en el cuerpo de mi otra amiga.
-Tiffany, sabemos que estás despierta -empezó a decir Cyn-, si no quieres hablar o quieres descansar lo entendemos. Mañana vendremos a visitarte. Descansa.
Volví a mirarla, solo que esta vez con incredulidad. ¿Ya está? ¿Así, sin más? Puede que tuviera razón y que necesitara descansar, pero nosotras también estábamos exhaustas después de todo. También merecíamos una explicación.
Al ver que no me movía, Cinthya me agarró del antebrazo y tiró de mí para salir de allí.
-¿Alex?
Nos paramos frente a la puerta de un golpe. La voz de Tiffany sonaba tan débil y tan lejana... como si le faltara algo, como si no estuviera bien... como si no fuera ella.
-¿Sí? -respondí en un susurro.
-¿Qué eres?












6 comentarios:

  1. 0_0!!! En primer lugar, tengo que decir que este capitulo ha sido uno de los mejores hasta ahora. Dos, yo creo que Daniela trama algo contra Alex....Ha sido DEMASIADO amable con Alex y eso es muy raro en Daniel. Tres, lo de Tiffany me ha dejado sin habla, no pensaba que le hiba a pasar algo asi. Cuatro, ahora que va a pasar?? Alex se vera obligada a contarle todo y entonces que??? Necesito saberloooo!!!!! Asi que espero con ansia el proximo capitulo. Bss guapa ��

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  2. Por una parte Daniela es la sospechosa numero uno, por otra, si quisiese hundirle la vida a alguien no lo intentaría demostrar todo el rato, es de ser poco lista, y Martin, a mi que no hable nunca me parece sospechoso y mucho más útil, no se me tienes la cabeza mareada...

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