lunes, 2 de junio de 2014

Capítulo 39.

-¿Qué? -mi voz salió como si alguien estuviera estrangulándome.
Tiffany me miraba con esos ojos color avellana muy abiertos, como si en vez de estar viendo a dos amigas, estuviera viendo a dos engendros procedentes de otro planeta.
*¿Qué eres?* Su pregunta resonaba en mi cabeza como si en mi interior hubiera eco. Cada palabra se repetía una y otra vez. *¿Qué eres? ¿Qué soy?*
Mis latidos acusatorios inundaron la habitación junto con los de Cinthya, quien me apretaba el brazo como si en vez de carne tuviera goma espuma y se tratase de una pelota anti estrés. Tiffany nos miraba a las dos, había dicho ¿qué eres? refiriéndose a mí, pero en verdad, se refería a las dos. Lo sabía, sabía qué eramos.
En vista de que ninguna de las dos decía una sola palabra, repitió la pregunta, esta vez en un grito ahogado.
¿Qué podía hacer? Las manos me temblaban a los costados; sentía como si todo se me viniera encima y el suelo temblara bajo mis pies. Lo sabía. Lo sabía.
-No te lo repetiré más veces, Alex -me advirtió, intentando incorporarse de la cama- ¿qué eres?
Sacó los pies por debajo de las sábanas dispuesta a levantarse y caminar hacia nosotras o peor, abrir la ventana y gritar a los cuatro vientos que las que pensaba que eran sus amigas, en realidad se trataban de dos vampiros. Los guardias vendrían, nos cogerían y nos meterían en algún lugar recóndito alejado de la mano de Dios para torturarnos o incluso matarnos. Puso los pies en el suelo, pero justo cuando terminaba de incorporarse, las piernas le fallaron y se precipitó hacia adelante. Intentó frenar la caída agarrándose a la mesa auxiliar, pero no fue capaz. Sin pensármelo dos veces, corrí hacia ella y en menos de un segundo ya estaba entre mis brazos.
Estaba pálida, de no notar su pulso contra mis manos podría decir que estaba muerta o que era parte del mobiliario de la habitación. El brillo de sus ojos se había perdido y había dejado paso al miedo. Se revolvió entre mis brazos para que la soltara, pero no lo hice. La cogí en brazos y la deposité de nuevo sobre la cama, sin que ella apartara sus ojos de mí ni un solo segundo.
-Lo sabes ¿no? -preguntó Cinthya desde la puerta.- Perdón, rectifico, crees saber lo que somos, pero estás equivocada.
-Y ¿qué es lo que crees que sé? -soltó con fiereza.
-Monstruos -susurré yo.
Una sola palabra nos separaba de los Marwolaeth y esa era la palabra ¨monstruo¨. Todos éramos lo mismo, vampiros, solo nos separaba una palabra, una mísera palabra de diferencia. Ellos eran seres muertos en vida que erraban por la Tierra buscando victimas descarriadas a quienes dar caza, mientras que nosotros eramos el cazador que se encargaba de matarlos, aunque para los humanos, ambas especies éramos lo mismo.
-¿Cómo lo has sabido? -era incapaz de mirarla a la cara, pero a la vez no podía moverme de su lado, sentía que si lo hacía, la perdería.
-¿Te acuerdas de el día que me viste llegar a altas horas de la madrugada y llena de barro?
-Sí.
-Te vi saltar por la ventana... -susurró, con la mirada fija en la colcha- pensé que había sido un sueño, pero luego me asomé y vi que no, que era todo real. Te seguí por el bosque y por eso estaba tan sucia. Te vi con Tom en el bosque. Escuché la conversación de los guardianes sobre que había un vampiro merodeando por los alrededores y os escuché hablar sobre ello. La sangre del suelo cuando...
-¿Por eso me esquivabas?
-... os pillé a las dos en la habitación y me dijiste que a Cinthya le había bajado la regla... -prosiguió haciendo caso omiso a mi pregunta- y... cuando llegaste llorando a la habitación y os pasasteis un rato hablando sobre que lo habías echado todo a perder al hacer aquello con Diu.
-¿Lo sabías desde un principio Tiffany? -preguntó Cinthya con incredulidad.
-Sí.
-¿Y por qué ahora? ¿Por qué no antes?
-No lo sé.
No me podía creer lo que estaba viviendo. Sabía nuestro secreto desde que había llegado a la Academia y si no lo sabía, al menos lo sospechaba. ¿Cómo no nos habíamos dado cuenta? Después de descubrirla con Diu, supuse que la primera vez que la vi llena de barro hasta la cejas, venía de estar con él, sin embargo venía de espiarme a mí. El cazador cazado. Nunca me lo habría imaginado.
-¿Tienes miedo? -susurré.
-No.
-¿Por qué?
-Porque si fuerais unos monstruos como tú misma has dicho, ya me habríais matado.
Giró la cabeza para poder mirarme a los ojos. Había tanta fuerza y determinación en sus palabras que casi parecía que podía tocarlas. No tenía miedo. No nos consideraba unos monstruos.
Entonces, encajó todo. Fue como un chispazo en mi cerebro. Todo cobró sentido.
Ni la persona más tonta se habría tragado que la sangre del suelo venía de los úteros de Cinthya. Nunca nos había preguntado por qué no nos tomábamos el mata-vampiros. Cuando me peleé con Spencer, las heridas de sus uñas en mi piel desaparecieron en una milésima de segundo mientras que las de ella aún duraban, estaba claro que en esa pelea había ganado yo en lo que a golpes se refiere, pero aún así, para sus ojos había salido ilesa y no había preguntado al respecto y sobre todo, cuando Diu intentó verter su frasco de Wollemia nobillis  sobre mí y ella se incorporó inmediatamente para que el líquido no me quemara. Lo sabía todo desde el principio y yo no había sospechado ni una sola vez. Esa chica era la inteligencia personificada.
-Al principio lo tuve -confesó- cuando te vi saltar por la ventana y... la sangre...
-¿Por eso estuviste esquiva conmigo?
-Sí.
-¿Qué te hizo cambiar de opinión? -intervino Cinthya.
-El hecho de que fuerais las únicas personas decentes que se han preocupado por mí. -Nos escrutaba con la mirada, pasando de Cinthya a mí y de mí a Cinthya intercaladamente. Se la veía nerviosa, pero no asustada.- Que pusierais empeño por conocerme.
-Cuando impediste que Diu me tirara el frasco encima...
-Si no lo hubiera hecho todo el mundo lo habría sabido.
-Me estabas protegiendo -negué con la cabeza, aturdida de tanta información, tratando de procesarla.
-Ya dije que para eso estaban las amigas.
-No lo entiendo Tiff -la miré suplicando que me explicara todo, porque de verdad nunca me habría llegado a imaginar que si alguien se enteraba de nuestra existencia, no saliera a correr como debería estar haciendo ella- después de lo que me contaste de tus padres... ¿cómo es que no estás corriendo? ¿huyendo de nosotras?
-¡Alex, me has salvado la vida esta mañana! -chilló, apretando con fuerza las sábanas- ¡¿cómo quieres que huya de vosotras?!
-Tus padres murieron por culpa de un vampiro.
-¡NO! ¡Mis padres murieron por culpa de un monstruo sediento de sangre! Tú no eres un monstruo.
-¿Y qué te hace pensar eso?
-Porque los monstruos no tienen corazón y vosotras sí.
El nudo de mi garganta cada vez era mayor. Sentía que llegaría el punto en el que explotase en mi interior y me echaría a llorar de un momento a otro. Intentaba tragar saliva para que pasara hasta mi estómago y la presión en mi garganta remitiera, pero se había quedado estancado en las paredes de mi tráquea.
Siempre me habían inculcado que ningún humano debía saber de mi existencia, de nuestra existencia, porque no repararía en pedir explicaciones; simplemente me consideraría un ser de la noche más e intentaría matarme; que por eso, nadie, excepto nosotros mismos, las brujas y los Marwolaeth tenía que saber de la existencia de los Wrach. Pero aquí estaba, demostrando que todo eso era una vulgar mentira. Había juzgado siempre a las personas como si todas fueran iguales y me había equivocado en hacerlo.
-¿Alex? ¿Por qué lloras?
Tiffany se puso de rodillas sobre la cama y me atrajo hacia ella para darme un abrazo. No había sido consciente de que estaba llorando hasta que ella no lo había mencionado. Las lágrimas silenciosas caían por mis mejillas hasta la barbilla donde desaparecían.
Yo debía de estar consolándola a ella, diciéndole que no pasaba nada que no le haría daño y todo estaba ocurriendo al revés. La que tenía miedo era yo.
-No-no lo sé -sollocé.
-Estás últimamente muy llorica -bromeó Cinthya.
-Cállate y únete a nosotras, estúpida -rió Tiffany.
Cinthya nos abrazó a las dos por detrás de mí, como cuando se es pequeño y hacíamos emparedados humanos. No pensé que las tres llegaríamos a estar así algún día, tan... unidas. Sin saberlo, las tres habíamos forjado una gran amistad, que sin ninguna duda, prometía.
-Vale, basta ya de todo esto, la doctora me ha dicho que tengo que reposar -dijo con un tono burlón, imitando a la enfermera regordeta que nos había acompañado hasta la habitación. -Póngase cómodas señoritas, porque me tienen que explicar muchas cosas.
-¿Interrogatorio? -me reí, limpiándome las lágrimas con la manga de la chaqueta.
-Se podría decir que sí -rió con malicia.
-La que nos espera -resopló Cinthya, sentándose en la silla giratoria.- Venga, dispara.
-A ver... en primer lugar, estoy algo informada. No te enfades Alex -me miró de reojo- pero cogí ese libro tuyo y lo he leído.
-¿¡Qué!?
-Tenía que encontrar respuestas -se encogió de hombros.
-¿Sabes? Creo que deberías dedicarte al crimen -resoplé- desde luego que nadie sospecharía de ti.
-Es lo que tiene este encanto personal mío. En fin, a lo que iba. Vosotras ¿sois?
-Wrach -contestó Cinthya.
-¿Qué diferencia hay entre un Wrach y un...
-¿Marwolaeth? -la interrumpí.- Los Marwolaeth están muertos y los Wrach estamos vivos. -Me miró con los ojos muy entrecerrados y el ceño fruncido. No se estaba enterando de nada.- A ver, los Wrach nacemos, es decir, tenemos madre y padre. Un Wrach solo puede nacer de la unión de dos de ellos o de un Wrach y una bruja, como Cyn. -Esta vez la miró a ella y Cinthya sonrió, acompañado de un encogimiento de hombros.- Los Marwolaeth se crean. Cuando un humano toma sangre de uno de ellos y posteriormente muere con esa sangre en su organismo, se convierte en un Marwolaeth o cuando un Wrach muere siendo desangrado por un Marwolaeth también se convierte en uno de ellos.
-Entiendo. Entonces si yo ahora mismo bebiera sangre de un Marwo no se qué...
-Marwolaeth.
-... eso, y muriera, me convertiría en uno, pero ¿si bebo vuestra sangre -arrugó la nariz- me convertiría en un Wrach?
-No.
-¿Por qué?
-Ya te lo ha dicho Alex, nosotros no nos creamos, nacemos.
-Ajám... ¿ajos?
-Están buenos -reí.
-¿Estacas?
-Matan -contestó Cinthya.
-¿Agua bendita?
-Podría darme un baño con ella.
-¿Iglesias?
-No podemos entrar en lugares santos.
-¿Por qué?
-No lo sé -rodé los ojos- la verdad es que nadie lo sabe. Pero no podemos entrar en un lugar que esté santificado o como se diga. Es como si una pared invisible nos impidiera el paso.
-¿Por eso te pusiste tan nerviosa la primera vez que te castigaron y por eso no fuisteis al fu....? -no terminó la frase, como si se hubiera arrepentido de empezarla.
-Sí, a las dos cosas.
-¿La Wollemia nobillis también os afecta a vosotros? ¿Funciona siempre?
-Quema. Es como el ácido sulfúrico -esta vez fue Cyn quien respondió- y sí, también nos afecta a nosotros e impide que ejerzamos la coerción sobre la persona que la tome o la lleve encima. Sí, funciona siempre
Esperaba otra pregunta, pero al escuchar coerción, enmudeció como si toda palabra se hubiera borrado de su mente. Lo recordaba. Su casi-suicidio de esa mañana. Tiffany sabía desde un principio que no había algo bien en ella.
-¿Eso es lo que me han hecho a mí querer tirarme desde la ventana de mi habitación? ¿Por qué no lo ha impedido la cosa esa? Yo no quería hacerlo -negó cabizbaja- pero todo mi cuerpo me empujaba a saltar.
-Sí, Tiff, es lo que te han hecho a ti y Alex y yo sospechamos que aún tenías mata-vampiros en tu organismo, por eso podías resistirte y que ha sido alguien con un poder de coerción muy desarrollado. ¿Recuerdas quién ha sido?
-¿Quién ha sido qué? -preguntó.
-La persona que te ha obligado.
-¿Obligarme?
Busqué a mi amiga con la mirada. Si quedaba alguna duda de que alguien la había obligado mediante la coerción, se acababa de desvanecer. Quien quiera que hubiera sido, no era tan estúpido como para dejar algún cabo suelto y la había obligado a que cuando alguien le preguntara, no recordase nada.
A los Wrach nos estaba prohibido emplear la coerción a no ser que fuera de un caso extremo, como cuando la obligué a tranquilizarse; por lo que nuestra coerción era mucho más débil que la de un Marwolaeth y era ahí donde residía el problema; ¿por qué un Marwolaeth obligaría a Tiffany a suicidarse? Porque de haber sido la misma persona que mató a Mía, los ojos de mi compañera habrían estado en blanco y no había sido así.
-¿Qué pasa chicas?
-Nada -le sonreí para tranquilizarla.- ¿Quieres saber qué más podemos hacer los Wrach?
-Sí, claro, por supuesto.
-Bien.
Salté de la cama y me dirigí al centro de la habitación. Aparté todas las cosas altamente inflamables y las deposité en una esquina, lo último que quería es que todas saliéramos ardiendo. Cogí un folio de uno de los cajones del escritorio, hice un avión con él y lo  tiré al aire para que volara por la habitación. Me concentré en él y acto seguido el muñeco empezó a arder, dejando una estela de fuego por el aire antes de consumir en las llamas y quedar reducido a cenizas.
-¡Guau! -Tiffany miraba el suelo en el punto donde descansaban las cenizas del avión. Los ojos se le salían de las órbitas y su sonrisa cada vez era más ancha.- ¿Cómo has hecho eso?
-Los Wrach tenemos poderes. Fuego, Agua, Tierra y Aire.
-¡QUE PASADA! -gritó soltando una carcajada.- ¿Qué más sabes hacer?
-En una habitación tan pequeña no mucho -me reí- y menos en un hospital con tanto material inflamable. Podríamos salir ardiendo.
-Sí, mejor estate quieta -rió Cyn- me gustaría conservar mi vida por muchos años.
-¿El tuyo también es el fuego?
-No, el de Cyn es el agua.
Los ojos de Tiffany saltaron de mí a los de Cinthya, claramente suplicándole que también hiciera para lo que ella sería un truco de magia.
Se decepcionó un poco al ver al Cinthya negando con la cabeza, pero yo sabía que su truco, ya había empezado.
En la mesita auxiliar descansaba un vaso con algo de agua. Estaba a la derecha de Tiffany y como ésta no estaba pendiente de ello, no se dio cuenta de que que aire estaba cargado de diminutas gotas de agua hasta que no pasaron todas frente a ella en una fila india.
Tiffany exhaló con fuerza sorprendida al ver cómo las gotas de agua surcaban el aire, volando de un lugar a otro de la habitación. Uno de los primeros trucos que aprendí, fue a usar el agua como si en lugar de tratarse de una sustancia inodora, insípida e incolora, fuera gasolina.
Las volitas de agua cayeron de nuevo al vaso en forma de diminutas lenguas de fuego, creando un magnífico espectáculo de colores amarillos, rojos y anaranjados.
-I-m-p-r-e-s-i-o-n-a-n-t-e. -Soltó Tiffany en una carcajada.-¿Los demás también pueden hacerlo?
-Sí-asentí con una sonrisa, mientras volvía de nuevo a la cama.- Tom controla el aire, Jo la tierra y Christian... creo que el agua, no estoy segura.
-¿Hay más como vosotros?
-¡Anda, claro! -Cinthya se echó a reír a carcajadas.- Los Wrach no destacan por su abundancia ya que nuestra raza se crea mediante el...
-Sexo, Cyn, no te reprimas chica -me reí- nosotros nacemos del sexo.
-... y mueren mucho en los combates.
-¿Combates?
-Desde pequeños nos enseñan a luchar para acabar con los Marwolaeth. Algunos viven alejados y les dan caza por su cuenta, pero por lo general solemos estar divididos en clanes y por ciudades. Patrullamos por las noches para matar a los que merodean por las calles.
-¿Por eso sois tan buenas en las clases de defensa? ¡Eso no vale! -dijo con indignación.- Vais mucho más adelantadas y contáis con ventaja.
Cinthya y yo nos encogimos de hombro con una sonrisa de complicidad. No era nuestra culpa que esa signatura contara para nota y mucho menos saber luchar mucho antes de llegar allí.
-Vale, a partir de ahora recibiré clases particulares y -nos hizo un gesto con la mano para que no la interrumpiéramos y pudiéramos reprocharle que eso no pasaría- me lo debéis por haber tenido que averiguar esto yo sola.
-No podíamos decirte nada Tiff, de hecho es peligroso que lo sepas.
-¿Por qué?
-Porque se te podría escapar -argumentó Cinthya- y no todo el mundo se lo tomaría como lo estás haciendo tú, créeme.
-Pero ¡no se lo diré a nadie!
-Ella no dice que lo hagas, pero se te podría escapar. Tienes que tener mucho cuidado ¿de acuerdo?
-Sí, está bien -susurró, agachando la cabeza.
-¿Algo más que quieras saber?
-No, de momento no se me ocurren más preguntas y creo que por hoy ya está bien tanta información, si se me ocurren más ya tendré tiempo de hacerlas.
-Vale, ahora es nuestro turno -avisé.- Visto que aunque te preguntemos quién te ha dado la orden de que saltaras, cambiaré a ¿qué ha pasado con la directora?
-Buf... eso.
Como era de suponer o al menos, yo había supuesto, las cosas no pintaban bien, aunque claro, dudaba que después de que alguien intentara suicidarse, por mucho que estuviera bajo los efectos de la coerción, le fuera bien a ese alguien. Desde luego, la directora estaba muy asustada cuando la encontré al ir a buscar a Tiffany e impedir que saltara. De las veces que había hablado con ella, nunca la había escuchado vacilar en una sola palabra o que le temblara la voz. Estaba segura que era la primera vez que le pasaba tal cosa en los años que llevara dirigiendo aquella Academia. Me daba algo de pena, tenía que ser muy duro el hecho de que en menos de un mes de tiempo, una alumna se quitara la vida y otra hubiera estado apunto de hacerlo.
-Resumiendo: he quedado como una loca. Me han hecho preguntas de todo tipo, incluso me han dicho que mañana vendrá la psicóloga del colegio a hablar conmigo, que mientras tanto permaneceré aquí y estaré sin ir a clase hasta que decida si estoy bien o a qué se ha debido mi comportamiento. Les he dicho que no sabía qué era lo que me ha pasado, que era como si mi cuerpo me obligara a hacerlo y me han mirado raro, me gustaría decirles que... -se paró. No podía decir que alguien la había obligado justamente porque también lo había hecho a que no dijera nada. Me sentía impotente.- ¡Dios! Ahora seré la friki suicida del instituto.
-No digas eso... -pasé los dedos entre sus rizos.
-¡Es que es la verdad, Alex! -me reprochó.- Lo peor no es eso, sino que se están planteando darme un tiempo y que me vaya a casa y no quiero.
-¿Por qué? -preguntó Cinthya.
-Porque tú no sabes lo insufrible que es vivir con mi tía -resopló- con deciros, que para mí este lugar es vivir en libertad...
Yo sabía la historia al completo, sobre cómo murieron sus padres y que estaba en la Academia con una beca. Por eso se esforzaba tanto en sacar buenas notas, para que la beca no se la retiraran y tuviera que volver a Montana con su tía.
Sus padres murieron a manos de un hijo de la noche cuando a penas tenía siete años y ella lo presenció todo. Tiffany no salió del coche y la vampira no sospechó de que el matrimonio podía viajar con una niña, por lo que técnicamente la dejó con vida. Al ser el único pariente que tenía, Tiffany tuvo que irse a Montana con su tía, pero su relación no era demasiado buena.
Esa chica había pasado por mucho y aún así, me seguía sorprendiendo de lo fuerte que podía llegar a ser.
-Tiff, las puertas de mi casa están abiertas -le sonreí, para tranquilizarla- que sepas que si quieres, puedes venirte conmigo. A mis padres no les hará mucha gracia el hecho de que sepas que soy una Wrach, pero se harán a la idea.
-Alex, no sé si puedo aceptarlo...
-¡Claro que puedes! -espetó Cinthya con una sonrisa- y a la mía si quieres también. Así estaremos las tres juntas.
-En ningún lugar estarías más segura que en nuestras casas Tiff.
-Gracias chicas, lo tendré en consideración. ¡Joder! ¡Os quiero!
Tiró de nosotras y nos apretó contra ella. No pude evitar reírme de la situación. No es que me resultara cómica o graciosa, sino que estaba feliz.
-¿Y qué hay del baile y de la excursión? -pregunté desde debajo de su brazo.
-No me dejan ir al baile.
-¿¡Qué!? -Tanto Cinthya como yo nos separamos con brusquedad, con clara expresión de horror.- ¿Por qué? ¿A la excursión tampoco?
-Ya os he dicho que estoy bajo supervisión, depende de como me vea la psicóloga, pero vamos, lo dudo mucho. A la excursión sí.
-Puta mierda -blasfemé con saña.- Bueno, algo es algo ¿no?
-Sí, -sonrió.- Lo siento, no será noche de chicas.
-Bueno, lo importante es que te recuperes -dijo Cyn con una sonrisa.
El día había sido un torbellino de emociones a punta pala. A primera hora del día casi me da un jamacuco al descubrir que mi amiga estaba apunto de saltar desde una altura bastante considerable como para acabar con los sesos esparcidos por el suelo. Me había visto envuelta en una discusión con Spencer de la que si no llega a ser por Will, su hermanastro, habría acabado a tortazos. Daniela se había mostrado hable conmigo por primera vez y por último, no tenía que esconderle más secretos a la chica que se había ganado un trono en mi corazón junto al de Cinthya. ¿Qué más podía pedir?








5 comentarios:

  1. No voy a decir mucho porque no tengo tiempo para nada porque estoy de exámenes. Pero sigue así que me encanta tu novela y esta pasando cosas muy Asdfghjkl

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    1. Tu céntrate en los estudios que esto está aquí y no se mueve jajaja
      no sabes lo queme alegro de que te estén gustando los últimos capis jejeje

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  2. En serio que me encantaría comentar cómo lo hago siempre :c pero es que no puedo en serio

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    1. Yap y yo que te dije? Que primero exámenes jajaja a demás ya llega el veranitooooooo y yo ya soy libre para subir capis jejejeje

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    2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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