sábado, 28 de junio de 2014

Capítulo 44. (Epílogo)

Fuera hacía frío, se notaba que hasta el tiempo estaba de luto. El cielo estaba completamente cubierto por una capa de nubes grises con matices negros que avecinaban una lluvia inminente; el viento soplaba con fuerza y las hojas de los árboles bailaban a su compás mecidas entre los cabellos del aire.
Estaba sentada en las escaleras del edificio central con la mirada perdida en la nada y la mente en blanco. Cualquier cosa era mejor que estar dentro. Todo olía a humo y lo único que me recordaba era el hecho de que había estado a punto de morir, de perder a una amiga y que muchas personas habían dejado este mundo hacía tan solo unas horas.
No había pegado ojo; en realidad ni siquiera lo había intentado. Cada vez que me ocultaba tras los párpados deseosa de un poco de tranquilidad, la cara derretida de Daniela aparecía ante mí seguida de una sucesión de imágenes espeluznantes que solo quería borrar de mi cabeza.
Había estado a punto de morir. La gente dice que cuando se muere te espera el más allá donde todo es luz, color, paz y tranquilidad pero... ¿acaso ellos han ido alguna vez como para saberlo? ¿y si en realidad todo es sufrimiento y oscuridad? Yo solo podía pensar en que debía salir con vida de ésta; no quería morir, no sin ver una última vez a mis padres, sin despedirme de Cinthya, sin darles un último abrazo a Tom, Jo y Christian; no sin patearle el culo a Tiffany y regañarla porque siempre estaba metida en líos... no sin darle un beso de despedida a Carter.
Puede que mis razones fueran muy injustas y egoístas, pero realmente no quería morir. Nunca había apreciado con suficiente fuerza la vida, pero a decir verdad, ahora me parecía demasiado bonita como para dejarla. Aún me quedaba mucho por delante y no estaba dispuesta a darme por vencida.
Creo que esa noche nadie había dormido. Cuando conseguimos poner a Tiffany en pié me fui directa en busca de Cinthya. Como la campeona que era, había conseguido sacar a todos los alumnos a tiempo de que  la gran mayoría de la estructura se viniera abajo. En cuanto la vi, salí disparada hacia ella y me dio igual que hubiera alumnos de por medio, me tiré encima suya en un gran abrazo.
-¡Alex! Dios, me tenías muy preocupada- dijo.
-Te quiero -respondí yo.
No dijimos nada más, simplemente permanecimos abrazadas mientras llorábamos la una sobre el hombro de la otra. Habíamos crecido, sí, pero aún así seguíamos siendo las mismas de siempre; las niñas asustadizas que no podían vivir separadas.
Como cabía de esperar, el gimnasio estaba hecho un desastre. Había cadáveres repartidos por todos lados tanto de vampiros como de guardianes y alumnos. En cuanto los vi, lo primero que me vino a la cabeza fue Carter. No me importaba cuánta gente hubiera muerto, solo quería saber que estaba bien y que él no se encontraba entre uno de los cuerpos destrozados del suelo.
Recorrí todo el gimnasio, abarrotado de alumnos y profesores asustados y agazapados bajo las mesas, llorosos abrazados unos a otros mientras se consolaban. Pregunté por todos lados, pero nadie sabía donde estaba. Me daba igual que se preguntasen por qué iba como una loca desesperada buscándolo; solo quería saber que estaba bien, el resto  me era indiferente.
Caminé por el patio esquivando cuerpos algo asqueada y apeada por la imagen. Los Marwolaeth no me importaban, eran seres horripilantes capaces de destrozar familias enteras, desgarrar los cuellos de sus victimas y crear el mayor sufrimiento que una persona podía sentir, pero no podía mantener la mirada fija más de dos segundos sobre ellos, ni sobre los guardias fallecidos. Había personas disfrazadas con trajes destrozados que en un tiempo estaban vivos y llenos de colores, pero que ahora rebosaban dolor y sangre. Era muy duro.
Vi a lo lejos a Andrea, la guardiana que me trajo hasta la academia en coche mi primer día; y corrí hacia ella, alegre porque estuviera con vida, pero deseosa de tener una respuesta a mi pregunta ¨¿dónde está el guardián Rojas?¨.
Por una parte me vi aliviada al escuchar de su boca que estaba bien, pero que hacía tiempo que lo había perdido de vista y que no sabía dónde estaba.
Lo había buscado en todos lados, dentro y fuera del gimnasio, entre los cadáveres rezando a quien quiera que estuviera allí arriba que no se encontrara entre ellos incluso había dejado atrás el hecho de que fuera mi profesor y había ido a preguntar a profesores y guardianes y nadie sabía dónde estaba. Pero quizás, solo quizás...
Me arranqué la chaqueta ajada  y corrí entre los árboles con toda la velocidad que mis piernas me permitían en ese momento. Las ramas puntiagudas me arañaban la piel y en más de una ocasión haciendo un buen boquete en las zonas que tenía al descubierto. El pecho me dolía, la herida en mi abdomen aún no había cicatrizado del todo e incluso me costaba respirar. El corazón me iba a cien por hora y sentía que de un momento a otro me derrumbaría y mis piernas dejarían de correr, pero no podía dejar de hacerlo, no hasta encontrarlo.
Una chispa de alegría se abrió desde lo más profundo de mi ser en cuanto lo vislumbré entre los huecos libres que dejaban  las púas de los abetos. Apreté más el paso deseosa de encontrarme con él, pero no pude esperar y lo llamé con el grito puesto en el cielo. Él se dio la vuelta al escuchar mi voz y me cogió en brazos en cuanto nuestros cuerpos chocaron.
La sensación de saber que un ser querido podía haber pasado a mejor vida, era una de las peores que había experimentado en mis cortos años; pero a la vez el comprobar que aún seguía a tú lado, era la mejor del universo. Que se quitaran las tardes de lluvia y libros al calor del fuego, el sabor del mejor chocolate del mundo o incluso los besos de tus padres antes de ir a dormir. Carter estaba bien y era lo que me importaba.
Lo estreché con fuerza entre mis brazos, tanta, que tuve que obligarme a soltarlo un poco, pero sin
separarme de él. Tenía su camiseta agarrada en un puño y la cabeza bajo su barbilla, hundida en su pecho. No sé cuánto tiempo permanecimos así, abrazados, en silencio y disfrutando de la compañía que nos proporcionaba el otro, solo sabía que quería que ese momento durase eternamente.
-¡Dios, estás aquí! -la voz ce Cinthya me sacó de mis ensoñaciones justo a tiempo. Se sentó a mi lado y pasó uno de sus brazos por mis hombros, quedando yo así con mi cabeza apoyada en ella.- Llevo buscándote un buen rato.
-Pues ya me has encontrado -sonreí con tristeza.
-¿Cómo estás?
-Bien, supongo... -me encogí de hombros- no sé.
-Bien, supongo, no sé -me imitó con voz burlona. Quería hacerme reír, lo sabía, pero no estaba de humor.- Tom, Christian y Jo te están buscando, quieren disculparse...
-Ellos no tienen la culpa -respondí con más dureza de la que pretendía. Era cierto, no tenían la culpa de nada, estaban bajo el influjo de los poderes de Daniela, ella era la única culpable.
-Lo sé, pero ellos no lo ven así. En fin... -suspiró, acariciándome el pelo- ¿cómo está Tiffany? ¿La has visto?
-No -negué con la cabeza.
No la había vuelto a ver desde que se despertó; la dejé con Lucas y me fui a buscar a Cinthya. En realidad no sabía si podría volver a mirarla a la cara, no después de haberme alimentado de ella y sobretodo de haber disfrutado. El sabor de su sangre aún seguía en mi boca; no quería más; es decir, no tenía sed de sangre humana, pero desde luego y sin ninguna duda, había sido lo mejor que mis papilas gustativas habían probado nunca.
-No te lo he contado todo Cyn...-Realmente me daba vergüenza decirle lo que había hecho; pero necesitaba decírselo a alguien y Cinthya era la persona indicada.- Ayer... ¡Dios! ayer....
-¿Ayer qué Alex? Me estás asustando... ¿qué no me has contado?
-Ayer, Tiffany se estaba muriendo... no respiraba e intenté darle mi sangre pero no respondía, entonces a Lucas se le ocurrió una idea y... -estaba nerviosa, muy nerviosa. Cinthya era mi amiga y estaba segura que no me juzgaría, pero aún así lo que había hecho no tenía nombre. No podía mirarla directamente a los ojos mientras le contaba que había bebido la sangre de nuestra amiga; además de que no se nos tenía permitido alimentarnos de humanos, también se consideraba inmoral e impuro, a si es que me concentré en los cordones de mis botas-, bebí la sangre de Tiffany para poder introducirle así mi sangre y... me gustó. El sabor es... ¡Dios! es indescriptible. Sé que lo que he hecho no está bien, que no se nos está permitido alimentarnos de humanos y ¡joder, que Tiffany es mi amiga!
-Alex...
No sé que es lo que tenía pensado que haría Cinthya tras escuchar todo lo que le había dicho, pero desde luego, no pensaba que haría lo que hizo. Después de dieciocho años juntas, aún sabía cómo sorprenderme.
Todavía con su mano en mi cabeza, tiró de mí hacia ella y me estrechó en un cálido abrazo al cual yo respondí con lágrimas en los ojos.
-Lo siento tanto -sollocé, negando con la cabeza.
-Shh, shh... Alex, le salvaste la vida.
-¿Y? Pero me gustó.
-Es normal, nena. Somos lo que somos, no podemos evitarlo, hemos nacido así. Todos lo haremos alguna vez incluida yo, estoy segura. Quizás por placer o por que no se tenga más remedio pero todos lo haremos... Alex, Tiffany lo entenderá.
-¿Y si no? -sorbí la nariz, aún con la cara aplastada en el hombro de mi amiga.
-Lo hará.
-¿Cómo puedes ser así? -Me aparté de ella, secando con la manga de mi camisa las lágrimas de los ojos.- ¿Tan... comprensiva? Dices que todos lo haremos algún día y lo dices tan normal mientras que yo me siento tan mal...
-Supongo que cada uno es como es -sonrió, encogiéndose de hombros-. Mientras tú ves siempre el lado malo de las cosas, yo veo el bueno. Así funcionamos Alexandra Thomson; eso es lo bonito de la amistad. Somos como...
-El yin y el yang -me reí, soltando un par de lágrimas más.
-Sí, podríamos definirlo así. Y ahora, señorita -se levantó y tiró de mí hacia arriba para que la siguiera- tenemos una maleta que hacer.
-Yuju -grité con ironía.
Aquella misma mañana, tras deliberarlo detenidamente y hacer cuenta de los daños y personas perdidas, la directora nos convocó en una reunión de urgencia para decirnos que las vacaciones de pascua se adelantaban tres semanas dado que el edificio tenía que ser reconstruido por algunas zonas. La peor parte se la había llevado el ala de las habitaciones de los chicos que se encontraban en el ala norte, sobre la sala común que había quedado prácticamente irreconocible. Aún había profesores y algunos alumnos echando espuma con los extintores sobre las zonas más dañadas. Por lo que había escuchado, el techo se calló abajo justo un par de minutos después de que los alumnos de cursos inferiores fueran evacuados y eso se lo debíamos a Cinthya.
Supongo que cualquiera estaría deseando regresar a su casa después de vivir una experiencia tan traumática como la que muchos habían vivido esa noche; en cambio para mí, era una de las muchas a las que me tendría en enfrentar. No quería regresar a casa, eso supondría tener que hacerle frente a mis padres y al Consejo y este último me daba pavor. No había hecho nada malo, en realidad las que se llevarían el castigo serían Yum y Daniela, bueno, esta última ya no, pero  todo el peso de la Ley caería sobre Yum y sinceramente, puede que me hubiera salvado la vida, en realidad, le debía una; pero no me daba pena que pasara el resto de sus días en un calabozo. Estaba segura de que ella tenía tanta culpa como Daniela en lo que había ocurrido.
Nada más pasar por la puerta de la habitación; Tiffany salió corriendo hacia nosotras para fundirnos a las tres en un abrazo.
-Bien, estáis aquí, no os podéis ir sin despediros de mí.
Las estrujé a ambas con todas las ganas posibles dado la situación. Solo serían cuatro semanas, las tres de antelación, más la semana de vacaciones, pero echaría de menos a aquella niña. Sabía que no pararía de castigarme y sentirme culpable por hacer lo que hice, pero estaba viva y eso era lo más importante.
-¿Haciendo ya la maleta? -preguntó Cinthya con una sonrisa.
-Bueno... técnicamente. Alex... -me miró directamente a los ojos, pero aparté la mirada. No podía mirarla después de lo ocurrido.- Lucas me lo ha contado todo ¿vale?
Pegué un respingo al escucharla. Sabía que tendría que contárselo, pero no me esperaba que se me adelantasen.
-Tiffany, yo... yo...
-¡Calla estúpida! -tiró de mí y volvió a abrazarme. Yo me quedé con los brazos inertes aplastados bajo los suyos sin saber muy bien qué hacer y por qué me abrazaba. ¡Había estado a punto de matarla!.- Me salvaste la vida, no tienes que sentirte culpable; si no llega a ser por ti ahora mismo estaría muerta.
-¿Entonces por qué me siento tan mal? -formulé la pregunta en un susurro a penas audible.
-¡Porque eres gilipollas! -gritó Cinthya con la cabeza metida en mi armario.
-¡Ey, escúchame! -me separó de ella con sus manos agarrándome  los hombros- Está bien ¿vale? No pasa nada, siempre y cuando... no quieras morderme -sonrió de lado- mantén tus colmillos alejados de mi cuello a no ser que sea de suma urgencia.
Estaba haciendo bromas al respecto; eso era bueno ¿no? Asentí con una sonrisa y la abracé. Esta vez fue ella la que no se lo esperaba y eso hizo que mi sonrisa se ensanchara.
-Y tu procura dejar de atraer los problemas. A partir de ahora te llamaré Peligro.
-Umm... Peligro -me imitó, con los ojos entrecerrados- me gusta, suena interesante.
Puse los ojos en blanco ante su comentario; me habría reído, pero es que lo decía en serio. No sabía qué hacer con aquella chica.
Saqué la maleta de debajo de la cama y comencé a hacerla. Toda a ropa olía a chamusquina; tendría que darle un par de lavados antes de volver a usarla, si es que eso era suficiente para deshacerme de él.
Ya casi había terminado de empaquetar mis cosas, bueno, mejor dicho, de meter la ropa a presión en la maleta hecha un montón de ovillos, cuando me percaté de que Tiffany no estaba haciendo la suya.
-¿Y tus cosas? -la miré de reojo. Estaba sentada sobe su cama, contemplándonos a Cinthya y a mí.- ¿Vas a dejarlo todo aquí?
-Sip -dejó explotar la p.
 Hacía tiempo que no decía uno de sus ¨sí¨ personalizados; al principio me resultaban de lo más irritantes, pero ahora que lo escuchaba de nuevo, era consciente de que lo había echado de menos.
-¿Por? ¿Tienes tanta ropa que no te hace falta? -dijo Cinthya con voz burlona, imitando a Spencer.
-En realidad es que me quedo aquí. He hablado con la directora y me permite quedarme. Estaré con otros alumnos; nos trasladan a las cabañas vacías de los guardianes. Estaré bien.
Siempre se me olvidaba lo que me contó sobre la relación entre ella y su tía. No se llevaban demasiado bien y a ser su único familiar, debía vivir con ella. En una ocasión me dijo que estaba deseando  cumplir la mayoría de edad para poder irse a vivir sola. Había estado ahorrando con algún que otro trabajillo de vacaciones con ese propósito. Viniendo de ella, después de comprobar lo luchadora e independiente que era, me lo creía.
Cyn me miró y yo la miré a ella. Se nos había ocurrido lo mismo.
-Tiff, la invitación a mi casa sigue en pié -la sonreí, sentada encima de la maleta para poder cerrarla.
-Y la mía -añadió Cinthya.
-Chicas no sé...-Había un deje de vacilación en su voz, estaba claro que en su interior se estaba librando un conflicto. Por una parte quería, pero por otra no; por eso la interrumpí antes de que terminara de hablar.
-Piénsalo... -le guiñé un ojo a la par que pasaba un brazo por encima de sus hombros:- Amsterdam, una ciudad preciosa llena de canales e historias fascinantes, un mes entero con nosotras... nunca tendrás esta oportunidad y además; en ningún lugar estarás más segura.
Una sonrisa se dibujó en su cara. Estaba medio convencida, solo faltaba un último empujoncito y éste lo dio Cinthya cuando tiró toda la ropa del armario de Tiffany al suelo. Emitió un gritito sordo seguido de un gruñido de frustración, pero lo cierto era que la situación era bastante graciosa.
-Ala -se rió Cinthya sacudiéndose las manos- ya puedes empezar a empaquetar las cosas.
Era cierto, en ningún lugar estaría más segura que con nosotras, viviendo en un pueblo habitado por vampiros diurnos a tan solo dos horas en coche de la ciudad. Me sentía responsable de aquella chica; de que no le pasara nada, y dejarla en esa academia tan desprotegida ahora que casi más de la mitad de guardianes estaban muertos o en la enfermería por contusiones graves, era una locura. El único inconveniente serían mis padres y el hecho de que se suponía que no podíamos rebelar a un mundano nuestra auténtica identidad, pero técnicamente lo había descubierto ella sola, por lo que no supondría mucho problema y además, el Consejo estaría mucho más ocupado resolviendo el caso de Yum como para sancionarme a mí por hacer mi trabajo; y en lo referente a mis padres... se llevarían una sorpresa, sí, la misma que me había llevado yo al descubrir que me habían  ocultado cosas toda mi vida, por lo que estaríamos en paz.
Estaba terminando de ayudar a Tiffany de recoger su ropa del suelo cuando alguien llamó a la puerta. Fue Cinthya la que abrió, pero por la seriedad de su semblante ya supe quien era.
-¿Qué haces aquí? -inquirió en tono amenazante.
-¿Está Alex?
-No.
Cerró la puerta en sus narices, pero no llegó a encajar; Yum puso el pié para impedir que se cerrara. Ese gesto no le sentó demasiado bien a mi amiga, quien le enseñó los colmillos con un bufido. Se avecinaba una pelea y no estaba dispuesta a que hubiera más, al menos de momento.
-Está bien Cyn -le puse una mano en el hombro para tranquilizarla.- Tengo una charla pendiente con Yum.
Por su relajación, estaba claro que había venido en son de paz. Cuando le pregunté por qué lo había hecho, atravesar con una estaca a la que había sido su mejor amiga desde la infancia, me dijo que no era el momento de aclarar las cosas, que lo haría por la mañana y aquí estaba, cumpliendo con su palabra.
-¿Puedo pasar?
Me aparté hacia un lado para permitirle el paso. Llevaba su pelo largo y oscuro recogido en una coleta tan tirante que hasta la piel de su cara estaba estirada hacia arriba. Tenía ojeras, algo muy inusual en un Wrach y los ojos rojos. Había estado llorando.
-Querías respuestas y aquí estoy.
-Bien -asentí, aún con la mano en el pomo de la puerta.
-Te las daré, pero a solas.
-¿¡Qué!? -chilló Cinthya justo al lado de mi oído. Me acababa de quedar sin tímpano.- ¡No, yo me quedo!
-Y yo -la respaldó Tiffany.
Era normal que estuvieran preocupadas por mí y que no se fiaran ni un pelo de Yum, yo tampoco lo habría hecho en su situación, pero la chica había venido hasta aquí para contarme los planes que tenía Daniela y eso al menos, le daba un voto de confianza, no sin dejar de estar alerta.
-Chicas, está bien -asentí, mirándolas a las dos de hito en hito- estaré bien.
-¡Alex! Intentó...
-Me salvó Cyn, está bien.
-Vale -gruño entre dientes saliendo de la habitación-; iré a ver cómo les va a los demás. Vamos Tiff, luego venimos a por las cosas.
No me gustaba quedarme a solas con otra poseedora del don del fuego y mucho menos tratándose de Yum, pero no me quedaba otra alternativa. Tenía demasiadas preguntas y yo necesitaba respuestas.
-¿Por qué? -me crucé de brazos, apoyando el peso de mi cuerpo sobre la pared.
-Mira, no puedo contártelo todo ¿de acuerdo? -cogí aire para protestar, pero prosiguió antes de que me diera tiempo- solo te diré lo esencial. Daniela se estaba volviendo un poco... psicópata por así decirlo. Era mi mejor amiga y lo sigue siendo, pero no podía dejar que lo hiciera.
-No es que no te agradezca que me hubieras salvado y tal; pero ¿cómo fuiste capaz? Yo me imagino que Cyn... -no fui capaz de terminar la frase, solo de pensarlo me daban escalofríos.
-No podía cargar con más muertes -susurró con la cabeza gacha.- Mira Alex, no nos llevamos muy bien dada mi posición actual y mi amistad con Daniela pero te admiro. -Pegué un bote, sorprendida ante su confesión; ¿que me admiraba? Probablemente me estaba haciendo la pelota, nunca había escuchado nada semejante de nadie y menos de alguien como Yum, pero parecía tan sincera que decidí no interrumpirla ni hacer comentarios al respecto.- Eres fuerte y valiente y darías tu vida por salvar la de alguien a quien quieres. Ya había dejado morir a Mía, no podía dejarte morir a ti también.
-¿Por qué? -pregunté en un susurro al recordar a mi amiga perdida- ¿Por qué lo de Mía?
-Daniela quería tenerte distraída, hacerte parecer que te estabas volviendo loca, de ahí... -* las pesadillas y las alucinaciones*- las pesadillas que tenías y las alucinaciones. Normalmente solía escoger a Tiffany para que las protagonizara dada tu amistad con esa chica; suponíamos que parecerían más veraces que si las protagonizase Cinthya, ya que descubriste lo de la enfermería. Si te mantenía con la guardia baja sería mucho más fácil llevar acabo el ataque. Solo necesitábamos un poco de tu sangre para llevar acabo el ...
-... sí, sí, sí -agité la mano restándole importancia- ya sé todo el asunto de los Avengers, la sangre, la tumba de Mikael... -la miré con los ojos entrecerrados, cambiando el peso de un pié al otro- al grano.
-Pues eso, solo necesitábamos un poco de sangre, pero ya sabes el odio que sentía Daniela hacia ti... y al ver que estabas descubriendo todo el pastel mucho antes de que su plan se llevara acabo y que siempre te entrometías en todo... bueno, pensó que lo mejor sería quitarte de en medio. Al menos eso creo yo, no sabía que quería matarte. Y lo de Mía... -un deje de dolor apareció en su voz, como si pronunciar su nombre le trajera sensaciones extrañas, como a mí- no pretendía matarla; solo asustarte.
-Pues le salió el tiro por la culata -espeté con ironía.
-Te juro que cuando vi a Mía, ahí tirada en el suelo... -una lágrima le recorrió la mejilla. Incluso hasta a ella le había afectado la perdida- quise dejarlo todo; se le estaba yendo de las manos y... buf.
-¿Por eso discutisteis en el bosque?
El día después del ataque de la vampira, cuando Carter casi muere y yo puse en práctica mis conocimientos aprendidos durante dieciocho años, fui a buscar el libro donde Marx, un chiflado de Dios, narraba la historia de su amor por una joven Wrach, que resultó tener los mismos dones que yo; pero en su lugar me encontré a Daniela y a Yum discutiendo por un motivo truculento. Ahora todo encajaba.
-¿Nos vistes? -levantó la mirada sorprendida.
-Sí; os vi.
-Juro que quise irme, pero ... no podía. Una vez dentro, no puedes dejarlo.
-¿Cómo os enterabais de todo lo que hacía? ¿De dónde estaba?
Soltó una pequeña risita irónica antes de contestar, negando con la cabeza y la mirada perdida en el suelo, como si pudiera ver algo que yo no veía.
-Te sorprendería lo fácil que es sustituir la dosis de mata-vampiros por un poco de agua.
-¿Qué? ¿Todo el instituto?
-No -negó- solo un par.
-¿Quienes? -Tenía los dientes tan apretados que incluso me dolían las encías. Estaba conteniendo mis ansias de atizarla. Temía los nombres que saldrían de su boca.
-Como Will... como Spencer.... A él lo obligaba a seguirte y a ella a sacarte de tus casillas, así te expulsarían y dejarías el territorio libre para el ataque, pero siempre estaba ese estúpido guardián...
-¡¿Qué?!
El impulso pudo más que la razón y me abalancé hacia ella. La levanté del suelo, agarrándola del cuello de su camisa con una mano y la otra cerrada en un puño, preparado para impactar con su cara. Tan solo el pensar que esas malditas zorras le podían haber hecho algo a Carter o a Will me comía por dentro.
-¿Qué le has hecho a Will y a Carter?
-Na-nada -tartamudeó, sin apartar sus ojos de mi puño- a Will solo le obligaba a seguirte e informarme, nada más. Si lo que te preocupa es si está enamorado de ti sí, lo está. -En realidad no me preocupaba si los sentimientos que tenía hacia mí eran verdaderos o producto de una coerción, me preocupaba que pudieran haberle obligado a hacer alguna estupidez como la de Tiffany-. Y a ese estupiducho de profesor ni siquiera fui capaz. Hay personas muy fuertes que son capaces de resistirse a la coerción, como tu amiga la pelirroja.
Suspiré frustrada. Creía que estaba preparada para escuchar toda la verdad pero en realidad era demasiada información para un solo momento; para una sola persona.
La solté  con un empujón y calló al suelo. No tardó en ponerse de pie y sacudirse la ropa. Solo quería hundir mi puño en su estómago, pero no dejada de repetirme que estaba en deuda con ella.
-Si te sirve, estoy muy arrepentida de todo esto. Por eso me entregaré yo misma al Consejo.
-No, no me sirve -siseé entre dientes- pero estoy en deuda contigo, sino ya te habría dado la paliza de tu vida.
-Lo sé.
Pasó por mi lado, derecha a la puerta. Quería perderla de vista para siempre, pero aún nos quedaba un largo camino de vuelta a casa encerradas en un avión. Iba a ser desesperante.
-¿Alex? -dio la vuelta esperando a que contestara, pero al ver que mi respuesta no llevaba, decidió seguir.- Esto no ha acabado; estás en peligro. Todos estamos en peligro. Daniela solo era un peón al igual que yo. Esto solo acaba de empezar.
Giré para atraparla antes de que se marchara, pero ya era tarde y me di de bruces contra la puerta. Salí al pasillo, pero solo había alumnas yendo de acá para allá con sus maletas ansiosas por llegar a sus casas.
Me dejé caer hasta el suelo con la espalda apoyada en la puerta y la cabeza hundida entre mis manos.
*Esto solo acaba de empezar*
-¿El qué? -susurré a nadie en particular.
¿Qué acababa de empezar? Pensaba que iba a darme respuestas y lo único que había conseguido había sido darme un cabreo de tres pares de narices y más preguntas. Parecía la pescadilla que se muerde la cola: preguntas, respuestas que te llevan a más preguntas, otras preguntas que te llevan a más respuestas... ¿Acabaría todo alguna vez?
Las vibraciones de los golpes en la puerta me cosquilleraron en la espalda.
-Seas quien seas no estoy de humor para... -enmudecí al ver a Carter frente a mí, con la mano en alto, dispuesto a volver a llamar.- Hola -dije sorprendida.
-¿Puedo pasar? -señaló con la barbilla al interior de mi habitación.
-Ems.. esto... -me eché a un lado- sí, pasa.
El gran chico relajado que conocí la noche anterior se había esfumado. Volvía a ser el Carter de siempre. No es que no me gustase, en realidad ese era ¨mi Carter¨ pero verlo así, no me daba buena espina. Iba vestido con su habitual atuendo formado por unos pantalones negros y una camiseta, solo que esta vez era de manga corta. Tenía la cara manchada de hollín; debía de haber estado ayudando a recoger los escombros.
No sabía que hacía allí, pero algo me decía que el motivo era nuestro rato juntos en el puente. Para mí había sido lo mejor que me había pasado nunca, pero ¿y para él?
Lo miré de soslayo, algo avergonzada. No sabía cómo actuar, el efecto que él producía en mí nunca antes lo había producido nadie, ni tan siquiera Tom. Era diferente. Era distinto.
-Bueno y... ¿qué haces aquí?
-Venía a ver cómo estabas.
-Um... -asentí con una sonrisa algo forzada- estoy bien y... -paré para aclararme la garganta- ¿y tú?
-Bien.
Noté que evitaba mirarme directamente. Miraba a cualquier lado, menos a mí. Seguía un ciclo; cama, mesilla, techo, armario y pies; así una y otra vez.
Desde luego que no había pensado en que este momento fuera tan incómodo para los dos. Yo estaba algo nerviosa, sí, pero como lo estaba siempre que lo tenía cerca, pero él... no parecía él mismo y eso me asustaba.
Permanecimos en  un silencio incómodo un largo rato; un silencio que se me antojó pesado y plomizo pero justo cuando iba a romperlo, él decidió lo mismo y acabamos hablando los dos a la vez.
-Oye Carter...
-Alex...
Sonreí ante lo cómico de la situación; no sé si por nervios o porque realmente me hizo gracia; pero estaba temblando de pies a cabeza.
-Dime -dije.
-No, dime tú.
-No, venga, lo mío era una tontería. Dime qué pasa; no me creo que hayas venido hasta aquí solo para preguntarme cómo estoy.
Y era cierto; sabía que no había venido hasta mi habitación para preguntarme cómo estaba; pero también sabía que no se avecinaba nada bueno.
Suspiró y finalmente habló:
-No, en realidad no he venido solo para eso. Alex... lo de anoche -volvió a suspirar.-Lo siento.
¿Que lo sentía? ¿Qué sentía? No había hecho nada malo; en realidad ninguno de los dos habíamos hecho nada malo.
Las manos me empezaron a temblar con fuerza y el nudo que me era tan familiar se depositó en mi garganta. No quería escuchar nada más; porque ya me lo suponía.
-¿Qué? -mi voz salió en un susurro ahogado; lo más alto que me permitía el nudo.
-Lo que hicimos anoche no estuvo bien; es decir, lo que hice anoche no estuvo bien y no se volverá a repetir. Fue un error; tú estabas abrumada y yo...
-¿Que fue un error? -repetí.
¿Cómo podía decir que lo de la noche anterior había sido un error? ¿Eso era lo que sentía?
-Alex...
-No, Alex no -di un paso hacia adelante- ¿eso es lo que fue para ti? ¿un error? Yo no estaba abrumada, sabía perfectamente lo que estaba haciendo. ¡Quería hacerlo! -chillé, volcando toda mi rabia sobre él.
No me podía creer que lo dijera en serio. ¿Cómo podía ser un error algo que nos hizo sentir tan bien?
Avancé otro paso y otro y otro más, hasta que ya no pude seguir, quedando así Carter atrapado entre la cama de Tiffany y yo. Seguía evitando mi mirada, moviendo los ojos hacia todos lados sin reparar en mí. Estaba nervioso y él se había dado cuenta de que lo había notado. Estaba mintiendo.
-No piensas así.
-Sí que pienso así Alex.
-Mírame a los ojos y dime que lo de anoche fue un error -le ordené.
No sabía cuánto tiempo más podría reprimir las lágrimas, pero necesitaba oírlo. Necesitaba oír que no pensaba así.
-Alex... -susurró.
-¿¡Qué!? Deja de decir mi nombre, me lo vas a borrar. ¡Mírame y dímelo a la cara! -Grité. Lo agarré de la mandíbula y lo obligué a mirarme.
Sus oscuros ojos estaban completamente negros, sin un ápice de color. Un brillo asomaba por la comisura de sus párpados, como si estuviera aguantando las ganas de llorar. No podía decirme que había sido un error y estar así. Era imposible.
-Soy tú profesor Alex y tú eres mi alumna -dijo mecánicamente como otras muchas veces había hecho- ¿no lo entiendes? ¿No ves que es imposible? Es mejor así.
-Yo lo que veo que ese impedimento te lo pones de excusa y que eres un cobarde.
No sé de dónde salió el valor para pronunciar aquellas palabras, pero salieron de lo más profundo de mi ser. Sí, era un cobarde porque prefería esconder lo que sentía antes que luchar por ello.
Abrió los ojos sorprendido y por primera vez desde que lo dejé pasar notó mi presencia, como si antes solo hubiera sido un espejismo y ahora fuera un ser corpóreo y papable. Podía ver el daño que le habían hecho mis palabras, pero más daño había sentido yo al escuchar de sus propios labios que quererme era un error.
-¿Qué?
-¿Y sabes por qué? -intenté sonar lo más firme y segura que pude; pero el nudo de mi garganta me traicionó y a mitad de la frase la voz se me quebró. Las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos. No quería que me viera así, ya me había visto muchas veces llorar, pero no por él.- ¡Porque prefieres ponerte excusas antes que admitirlo!
-¡¿Qué quieres que admita Alex!? ¡Dime! - preguntó con desesperación. Me agarró de los hombros y me zarandeó con fuerza, soltando toda la frustración.- ¿Que me vuelves loco? ¿Que nunca antes había sentido algo así por nadie? ¿Que tengo miedo a perderte? !¿Eso quieres que admita?¡
¿Por qué todo tenía que ser tan difícil? En ese momento recordé cuando Cinthya me preguntó que si no sería genial sentir un amor tan puro como el de los protagonistas de ¨Moulin Rouge¨; en ese momento no respondí, pero ahora la respuesta era un NO.
No, no lo era. El amor dolía y te hacía débil y yo como una tonta lo había dejado entrar en mi vida arrasando con todo a su paso como un huracán que deja  todo en ruinas. Así me sentía, derrumbada, vacía... en ruinas. ¿Por qué dos personas que se querían no podían estar juntas?
-Vete -respondí en un susurro.
-Alex... -susurró.
-Carter, por favor -sollocé- vete.
No merecía la pena seguir discutiendo por algo que estaba claro que no nos llevaría a ningún lugar. Él pensaba que estaba mal, bien, yo también. Solo quería irme a mi casa.
Se acercó a mí y con una mano en la parte trasera de mi cabeza, me acercó hacia él y me besó con fuerza en la frente.
-Vete... -negué con la frente pegada a sus labios- ¡vete!
No quería que siguiera allí. No quería tenerlo cerca. No quería volverlo a ver. Era una estúpida; desde un principio sabía que estaba condenada a sufrir y hasta que no lo había experimentado no me había dado cuenta.
Con el ¨clic¨de la puerta al cerrase fue cuando vino el llanto fuerte. Era irónico que un simple ¨clic¨ me hiciera llorar y a la vez fuera la representación de algo que yo misma había pedido; que se marchara.
Me dejé caer de rodillas al suelo, con las manos entre el pelo.
Me lo había repetido una y otra vez, que no era posible; él tenía razón; había sido un error y un error en mayúsculas, pero aún así habíamos sido tan tontos de dar el paso y tirarnos al abismo. Un abismo oscuro y frío; lleno de sufrimiento donde me había estampado de cabeza.
¿Cómo podía doler tanto? ¿Cómo era posible que esto hubiera acabado sin tan siquiera haber empezado?
En las películas, los libros, las canciones... el amor es bello y bonito donde siempre triunfa, pero en la vida real... solo te destroza.
-¿¡Alex!? ¿Qué ha pasado?
Cinthya corrió hacia mí al verme tirada en el suelo, llorando. Estaba asustada y no podía culparla por ello; encontrarse a su mejor amiga llorando como nunca la había visto, asusta.
Intenté decirle que estaba bien, pero cada vez que habría la boca solo salían balbuceos y más lágrimas.
-Shh, shh...
Tiró de mí hacia ella con cuidado y me abrazó.
¿Cuántas veces lo había hecho en las últimas semanas? ¿Cuántas preguntas consoladas solo con el llanto? Desde luego Cinthya conmigo se había ganado el cielo.
-Estoy aquí ¿vale? -asentí contra su hombro intentando tranquilizarme, pero era inútil.- ¿Desde cuando, Alex?
¡Lo sabía! Me incorporé velozmente y la miré con los ojos abiertos. ¡Lo sabía! Y esta vez no eran suposiciones mías. Sabía el motivo de mi llanto; sabía por quién lloraba.
-No me mires así, no soy estúpida -sonrió con tristeza, acariciándome la cara y secando las lágrimas de mis mejillas.- Duele, lo sé.
-Sí.
Claro que dolía, mucho. Era más doloroso que el dolor físico o perder un miembro del cuerpo.
Rompí de nuevo a llorar y la abracé, buscando su consuelo.
Claro que lo sabía; era Cinthya, mi mejor amiga; la persona que siempre se enteraba de todo lo que te acontecía sin que hiciera falta que se lo dijeras; la amiga que te escuchaba y consolaba; la amiga a la que no le había dicho nada por miedo a admitir que realmente estaba enamorada de mi profesor;  por miedo a decirlo en voz alta  y la misma amiga que ahora mismo me estaba abrazando y consolando por algo que se había hecho real.
-¿Se pasa? -pregunté, suplicando que la respuesta fuera un sí.
-Sí, cielo... se pasa.
-Duele mucho Cyn...
-Lo sé, nena... lo sé. ¿Quieres que vaya a buscarte un vaso de agua o algo?
-No -negué con la cabeza- solo quiero una cosa.
-¿Y qué es cielo?
-Volver a casa. Es hora de volver a casa.


                                                                     














6 comentarios:

  1. (1a parte)

    Voy a ser la primera en comentar en el último capítulo, me siento importante *-*

    Mmm, no se por donde empezar, primero decirte que RARO pero no estoy llorando. Expliquemos las cosas con números.
    1. ODIO TUS FINALES. Vas a tener que aprender a escribir finales, porque los dejas siempre abiertos con ganas de más igual que con Sin Nombre y luego nunca las sigues porque tienes nuevas ideas. Y claro, eso a Tatiana no le gusta nada. Porque me haces daño fea, me haces pasar mi mayor tiempo pensando en que pasara después y comiéndome la maldita cabeza. Te advierto, que como la nueva me dejes otra vez con el mismo final, dejo de leer tus novelas, lo prometo. LO PROMETO.
    2. No se de cual hablar primero, de las demás cosas o de Carter, pero dejemos a Carter para lo único porque ahora no se si sentir pena por el o quererle sacar las tripas una a una. Aunque eso seria asqueroso puaj.
    Bueno, pues en el 2 hablaremos de Yum. Esta tía me ha asustado, como que acaba de empezar? Esa se ha vuelto loca. Y seguro que dirás: - Lo sabrás en la segunda temporada.
    Pero no habrá segunda temporada, cuando la haya ya me habré olvidado de tanto un hasta no sepa como de llaman los personajes. En serio que no me acuerdo de nada de Sin Nombre, osea, me acuerdo en general, pero no me acuerdos los detalles ni los nombres. Y claro, tener que leerte de nuevo una novela para leer la segunda parte como que no mola. Lo que deberías hacer es: Escribes una novela, haces la segunda parte. Si cuando termines la primera parte se te ocurre una historia nueva, pues la vas escribiendo mientras escribes la segunda parte de la primera. Y cuando termines de hacer la segunda novela y también la segunda parte de la primera novela, es más fácil, vas subiendo los capítulos a menudo porque ya los tienes escritos, y mientras escribes la segunda parte de la segunda novela o una nueva. Y así sucesivamente. Así te lo recomiendo porque así no me haces querer de dejar de leer tus novelas xd

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    1. Ay mi Tati... jajajaja
      Pues no, con la nueva novela no te dejaré así por el mero hecho de que solo habrá una parte, pero con Tw y SN sabía de sobra que no solo habría una historia porque me es imposible resumir en poco tiempo todo lo que quiero hacer y no quiero alargarlos porque luego la gente se cansa.
      No es que tenga que aprender a escribir finales, es que los dejo así para que luego cuando salga la segunda parte, la gente que commo tu me apoya, las lea y diga: aaah cojones, ahora entiendo por qué nos dejó así con SN y TW jajajaja Sé que no te gusta la intriga, pero no me gusta joder las cosas jaja y sí que acabaré de escribir las otras dos porque son mis ¨dos novelas¨ las tengo que acabar sí o sí aunque aparezcan nuevas ideas.

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  2. (2a parter)

    3. Chyn, nunca aprendí a escribir su nombre xD. Esa chica me gusta, quiero una amiga cómo ella. Ole sus ovarios.
    4. Tiffany, con lo mal que pensaba de ella.. Sigo pensando que ella era la mala, pero tu lo cambiaste para hacerme rabiar. Lo se. Es más mona *-* Y tiene el mismo que lo que yo, solo que ella pelirroja. Aunque cuando leelo me la imagino rubia, y a Chyn también. Y a Alex con el pelo negro xD Soy rara, dejame xd
    5. Tom, te odio porque Tom me gustaba mucho. Lo amaba mucho :c No se merecía esto..
    6. CARTER. Repito que no se si sentir pena por el o odio. Pena por cómo le ha tratado Alex, o sea, te ha dicho que tiene miedo de perderte, y vas y le dices que se vaya, es muy Ok? Por eso siento pena, pero luego por parte de mentir.. Bueno.. Digamos que siento odio pero no se porque. Siento más pena, el pobre iba a llorar, fue muy bueno.. Me gusta xd
    6. Te amo y te odio. Te amo porque eres una de las mejores personas que conozco aunque no hablemos ya tanto, me has apoyado en muchas cosas y no se como agradecerte tanto, porque sabes que por ti haría cualquier cosa, solo tienes que pedirme algo y ya estoy yo para ayudarte. Y bueno, ni mencionar que escribes de puta madre, eso me hace quererte más. Pero te odio porque odio tus finales, me haces sufrir xD.

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    1. Siempre me has dicho que Tiff te recuerda a ti y la verdad ahora que me doy cuenta sí que es cierto jajajajaja pero más que en la apariencia física en lo leal que es y es Cyn, pava que no es tan difícil :P yo por suerte, tengo una amiga así, de hecho... sin darme cuenta creo que me he inspirado un poco en ella para hacer este personaje, a pesar de que mi amiga me ignore y no me lea XD
      Carter.... ains Carter... ese chico tiene un conflicto moral demasiado grande, el cual verá en Avengers y dirás: aaah cojona, por eso hizo esto... entiendo jajajaja a si es que deja de sentir pena por él, yo soy Alex y también lo habría echado después de decirle que sus besos fueron un error.
      Ains dios... me vas a hacer llorar. Al principio tenía miedo de ¨abrirme¨ a ti porque sabes que me han hecho mucho daño pero he de decir que no me arrepiento nada de haberlo hecho porque me has demostrado ser una persona de PM que me ha ayudado en todo y más y puedo decir que te tengo cierto aprecio ;) jajaja te love

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  3. (3a parte)

    Bueno, no se que más decirte. Me ha encantado esta novela porque ha sido genial, y dejame decirte que más que Sin Nombre, vas mejorando amiga mía. Vas mejorando.
    Amo a Alex, es un ejemplo a seguir y en serio que desde que leo esta novela me siento más fuerte, ya nadie puede hacerme daño, porque antes de que ellos me hagan daño, se los haré yo. Creo que tu no sabes que yo tengo problemas psicológicos, pero esta novela me a ayudado a arreglar algunas cosas de mi problema, porque mi problema son varias cosas, pero la más fuerte es la autoestima. Y con esta novela me he comparado varias veces con Alex, y me he dado cuenta que somos muy parecida, y si ella es genial, yo también puedo serlo.
    Gracias en serio por saber escribir tan bien porque me encanta leer tus novelas. Son preciosas al igual que tu. Me gustaría que algún día tus libros estén en las librerías. Porque te juro que me los compraría todos, tienes mucho futuro polluela :) Te quiero.

    PD: Lo he tenido que partir en 3 porque tenia más de 4.093 caracteres que eran los permitidos._.

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    1. Creo que es la primera vez que alguien me dice que mis escritos le han ayudado y eso que llevo escribiendo desde que estaba en la ESO jajaja pero no sabes lo que ma alegra oir que he ayudado a alguien. Tú sabes que yo he tenido ciertos problemitas con... bueno ya te conté y tenía gente que me ayudaba, pero el saber que tú puedes ayudar a alguien con una tontería como puede ser una novela de un blog que escribes por hobby, es una de las cosas más gratificantes de la historia. Soy una persona a la que le gusta ayudar siempre que pueda y si tu me dices esto... puf :)
      Las gracias debo dartelas yo a ti por haberme apoyado desde un principio tanto con SN y con TW y que sepas que cuando dejaste de comentarme te echaba de menos y estuve a punto de matarte jajajaja porque cuando dices: quiero esto, o te lo dan o te lo dan XD
      En serio Tati (te voy a llamar así a partir de ahora) muchiiiicimas gracias por estar ahí siempre que te necesito :)
      Te quiero.

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