lunes, 7 de abril de 2014

Capítulo 22.

Vamos que si empezamos. Se podría decir que Cárter me estaba dando una paliza.
Al contrario de lo que pensé en un principio, no se trataba de una estaca de verdad; en realidad era una de plástico, muy similar a las que ya había utilizado, solo que esta se hundía hacia dentro cuando la presionabas.
Me sentía un poco patética al estar siendo vencida por un humano, pero he de reconocer que lo había subestimado. Era rápido, habilidoso y se movía con mucha agilidad. Seguía sorprendiéndome al pensar que alguien como él fuera capaz de acabar con un Marwolaeth o con un Wrach, pero estaba muy bien preparado.
-¿Te rindes? -jadeé.
A pesar de todo, me había dado maña para arrinconarlo. Él estaba de espaldas a mí, con el pecho pegado a la pared y su brazo izquierdo inmovilizado a la espalda. No le apretaba con mucha fuerza, no quería hacerle daño, pero sí con la suficiente como para que no fuera capaz de escaparse.
Al ver que no contestaba y notar su acelerado pulso contra mi pecho, no pude evitar sonreír triunfal, saboreando la victoria antes de tiempo; pero como el propio Carter me tenía bien dicho, no tuve que haberme relajado.
En un abrir y cerrar de ojos, sin saber muy bien cómo pasó; su brazo se deslizó entre mis dedos como si de agua se tratase. Aprovechando mi despiste, consiguió darse la vuelta, agarrando el brazo donde tenía la estaca y pasarlo por encima de mi cabeza, quedando yo en su antigua posición.
-¿Y tú? ¿Te rindes?
Sorprendida por el vuelco que había tomado la situación, no fui capaz de articular palabra.
El corazón latía desbocado en mi pecho hasta tal punto que pensaba que de un momento a otro, saldría volando de él con su propio impulso; aunque no era el único. Carter estaba igual o incluso peor que yo. Al ser un humano, su capacidad física era mucho menor que la mía, por lo que podía sentir sus latidos contra mi columna latiendo a toda velocidad.
Estaba cabreada conmigo misma por haber vuelto a tropezar. Siempre fallaba en lo mismo; me confiaba demasiado antes de obtener mi victoria. De haber sido una situación de vida o muerte, ya estaría muerta.
Lo único que me consolaba era la sensación que me producía estar tan cerca de mi entrenador. Su entrecortado aliento chocaba contra mi nuca, generando pequeños escalofríos por todo mi cuerpo. Tenía que empezar a controlarme o de lo contrario estaría perdida.
-¿Rendirme? ¿Yo? -sonreí para mí.- Nunca.
Con algo más de fuerza de la necesaria, pegué un impulso hacia atrás, empotrando a Carter contra la pared. Escuché un quejido por su parte, lo que me dio tiempo a reaccionar y de una patada en la muñeca, sacarle la estaca de encima. Sabía que no me daría tiempo de ir a por ella y volver antes de que se le pasara el aturdimiento, a si es que opté por la segunda opción; simular que le partía el cuello.
-Muerto -sonreí, dejándome caer contra la pared.
Estaba orgullosa, había sabido cómo salir del apuro y mantenerme con vida. Partirle el cuello a un vampiro no lo mataba, sólo lo dejaba fuera de juego durante un rato, el justo y el necesario para cortarle la cabeza o atravesarlo con una estaca.
-No ha valido.
-¿Qué? -medio grité, incorporándome de un salto.-¿Cómo que no ha valido?
-Te relajas demasiado, de haber sido un vampiro de verdad ya estarías muerta hace mucho tiempo, Alex.
-Lo sé, pero esto es solo un entrenamiento. -Estaba indignada. De acuerdo que no había estado muy hábil en mis movimientos, pero de una forma u otra había sido capaz de salir al paso y acabar victoriosa.- ¿Qué esperabas?
-Que dieras el cien por cien -dijo con voz queda.
No me lo podía creer. ¿Cómo esperaba que diera el cien por cien? Sólo era un simple entrenamiento, ¡sólo eso!
Estaba haciendo un esfuerzo sobre humano manteniendo mi poder bajo control. Sentía una fuerte opresión en el pecho, justo en el esternón y las yemas de los dedos me ardían. Tenía que salir de allí  pronto, antes de que le prendiera fuego a algo.
Con un gruñido de frustración, le pegué una patada a la que había sido mi estaca durante el entrenamiento, mandándola a la otra punta del gimnasio. Pasé la sudadera por mi cabeza con esfuerzo, dado que debido al enfado no coordinaba muy bien mis movimientos. Justo cuando salía por la puerta; Cárter me llamó.
-Alex -su voz retumbó en la sala. No contesté, me limité a girarme, aún con el manillar aferrado con fuerza-, buen trabajo.
Sin esperar un minuto más, salí al exterior, dando un portazo tras de mí.
Corrí hacia la profundidad del bosque, buscando algo que pudiera destrozar. La hora de música, cláramente había pasado y la siguiente clase ya habría empezado, pero de todos modos llegaría tarde, a si es que ni me molesté en intentar volver al edificio principar.
Por mi mente se pasó la posibilidad de que, quizás Carter tuviera razón, no había dado todo mi potencial y no me había entregado al cien por cien por pensar que se trataba de un entrenamiento; pero estaba demasiado enfadada como para darle la razón.
-Te relajas demasiado -lo imité con tono burlón, mientras hacía aspavientos con las manos en todas direcciones-, estarías muerta, no das el cien por cien, blah, blah, blah... ¡gilipollas!
-Creo que no me ha dado tiempo ha hacer nada como para que me definas con una palabra tan fea -dijo una voz tras de mí.
Como un rayo, pegué un bote, saltando varios metros hacia atrás. Pensaba que estaba sola.
Marco, alias toro bufado, estaba de brazos cruzados apoyado en el tronco de un árbol con su típica sonrisa de suficiencia. Al verlo, volví a incorporarme relajando mi cuerpo, aunque no demasiado.
-No iba por ti -respondí tajante.
-¿Mal día?
-No te importa.
Puede que fuera un poco borde, pero no soportaba a aquel tipo. Era la definición personificada de la palabra arrogante. Cada vez que lo veía por los pasillos o en algunos de los entrenamientos, solo quería borrarle la sonrisa de un guantazo. Me imaginaba a mí misma estrangulándolo con mis propias manos.
-¿Nunca te han dicho que eres demasiado grosera? -se separó del árbol con absoluta y completa seriedad.
-¿Y a ti que tienes lo aires muy subidos? -contraataqué, cruzándome de brazos.
No obtuve la respuesta que hubiera deseado por su parte. No sabía por qué, pero me imaginaba que con aquel comentario, se daría cuenta de que no estaba de humor para aguantar estupideces de un gilipollas como él, aunque esperar eso, era demasiado. En cambio, sonrió y dio varios pasos hacia mí.
Si tenerle en un radio de un kilómetro a la redonda me ponía nerviosa, imaginaros lo que era tenerle a tan solo unos palmos de distancia. Como acto reflejo, di un paso hacia atrás, pero me topé con un árbol que me impedía seguir retrocediendo. *Muy bien, si quiere intimidarte la lleva clara* pensé en aquel momento.
-¿Nadie te ha enseñado que hay que hablar con respeto?
-Sí -contesté con firmeza, apretando los puños tanto que notaba cómo las uñas se adentraban en la palma de mi mano-, pero solo a las personas que se lo merecen.
Me sentí orgullosa de mí misma al ver la reacción que le había provocado. Al escucharme, pegó un respingo, sorprendido por mi respuesta; aunque la expresión que vino a continuación no me hizo ni pizca de gracia.
La boca formó una perfecta línea en sus gruesos labios y distinguí una vena hinchada en lo alto de la frente que le llegaba hasta la parte trasera de la cabeza. Los músculos se le tensaron y en sus ojos había un brillo extraño que no me gustó.
Estaba tan concentrada observándole que no tuve tiempo de reaccionar cuando, de una zancada, se puso a mi altura. De un empujón me empotró contra el árbol, donde me di un fuerte golpe en la columna, aunque nada preocupante. Satisfecho con su trabajo, no tuvo bastante y me levantó del suelo con su mano apretando mi cuello.
-Pues tendré que enseñártelo yo -siseó junto a mi oreja, con una voz que se me antojó ponzoñosa.
Intenté decirle que me soltara, pero me oprimía tan fuerte la tráquea que a penas podía ni respirar, por lo que opté por la segunda opción. Con fuerza, aunque no con toda, le planté un rodillazo en la entrepierna. Me soltó al instante con un grito de dolor mientras se agarraba la zona en la que le había golpeado.
-Sé aprender por mí misma -dije con todo el valor que saqué desde el fondo de mi ser-. Gracias.
Sin mirar atrás, corrí entre los árboles con toda la rapidez que me permitían mis piernas. Me dio igual que pudiera verme alguien, no era una velocidad humana, pero solo quería poner tierra de por medio entre ese degenerado y yo.
¿Qué había hecho para estar rodeada de hipócritas? Y lo peor de todo es que me veía obligada a proteger a personas como esas, que se beneficiaban del daño de los demás con tal de conseguir sus propios intereses.
Estaba segura que si Carter hubiera visto eso, me habría felicitado por no haber dudado ni un segundo a la hora de atacar.
Incluso cuando llegué a la habitación, me parecía seguir oyendo berridos de Marco quejándose en el bosque, pero me dije a mí misma que solo era producto de mi imaginación. Después de eso, no le quedarían más ganas de meterse conmigo y si aún tenía algunas, la cosa acabaría peor.
Decidí saltarme el resto de las clases, si me preguntaban al día siguiente diría que me había entrado un fuerte ataque de gripe estomacal o algo por el estilo, realmente no me preocupada demasiado; prefería aprovechar el tiempo estudiando. Se acercaban los exámenes finales y a pesar de que la mayor parte de las asignaturas ya las había dado un año anterior, tenía que darles un buen repaso; aunque me olvidé de esa idea en cuanto vi sobre el escritorio el libro negro de pasta gorda y letras doradas que había cogido de la biblioteca.
Estaba claro que no tenía muchos ánimos para ponerme a estudiar y que por mucho que mi conciencia me mandaba derechita a por los apuntes, mi cabeza e instinto me decían que cogiera el libro y yo no iba a ser quién le contradijera .
-Vamos allá -me animé.
Ojeé un par de páginas antes de embarcarme en la lectura, aunque la mayoría de las palabras no las entendía, no por su significado, sino porque algunas  estaban medio borradas, pero comprendí lo suficiente.
Cuando empecé a leer, me llevé una gran sorpresa al ver que no se trataba de un libro o de una enciclopedia como había pensado en un principio, sino de un diario escrito en primera persona. Probablemente era una reedición, no acostumbraba a ver diarios titulados ¨Historias sobrenaturales. El mundo oculto¨.
¨Yo estaba en lo cierto, todo me habían tachado de loco, pero no, yo estaba en lo cierto. Existe un mundo paralelo al nuestro lleno de oscuridad y seres endemoniados. Ahora me pregunto si Dios los ha creado o son producto del demonio...¨
-Estúpido chiflado...
Decidí saltarme las primeras hojas. Por lo que pude leer, se las pasaba insultando y blasfemando cosas sobre el demonio, debatiendo si de verdad existía un Dios verdadero y si era así; por qué había permitido la creación de tales seres. Pero llegué a un punto que captó mi atención.
¨ He conocido a una chica, Irina. Es hermosa y bella como ella sola. 
Iba yo caminando por una de las callejuelas de la plaza, cuando una criatura de la noche me atacó. 
Noté su petulante aliento con olor a muerte y putrefacción junto con las puntas de sus colmillos rozándome la yugular. Pensaba que ahí acababa mi vida.

 No me disgustaba, si El Señor había querido que mi alma volara de mi cuerpo, estaba de acuerdo, pero me enfadé con Él por haber permitido que muriera a manos de un vampiro.
Justo entonces, cuando la criatura se dispuso a acabar con mi vida y adentrar sus colmillos en mi ser, una fuerza transparente se lo impidió.¨
*Una fuerza transparente se lo impidió*. Las palabras resonaron en mi cabeza dando tumbos contra las paredes de mi cráneo. Una fuerza transparente. ¿Se refería el viejo loco a un campo de fuerza? ¿Uno como el mío? Me alivió pensar que quizás, había ahí fuera más gente como yo, pero eso no me bastaba ni me consolaba. No era suficiente.
¨Una luz cegadora abrasó mis ojos justo antes de que quedara inconsciente. 
No sabía cuánto tiempo había pasado, si horas, días o meses, solo supe que al despertar, caí rendido ante aquellos ojos oscuros que me contemplaban desde lo alto. Era tan hermosa... parecía un ángel caído del cielo con el fin de salvarme. Tenía una tez pálida y suave. Su cara era redonda al igual que su nariz cubierta de pecas; y sus labios... oh sus labios. Solo puedo dejar de pensar en ella.
Cuando recobré la consciencia, me dijo que se llamaba Irina. Vivía a las afueras de la aldea y que estaba en su casa. Me explico que me había encontrado en un callejón medio moribundo y que había pasado inconsciente dos días, pero yo sabía que no había sido una casualidad.
Me dijo que debía volver a casa y no contarle a nadie que sabía de su existencia. No comprendía el por qué, pero le aseguré que guardaría el secreto solo con la condición de que volvería a verla. Ella insistió en que eso no era posible; que tenía que olvidarla, pero no sé si fueron mis quejas e insistencia lo que la llevaron a acceder o si ella había sentido lo mismo que yo.¨
-Pobre ingenuo -suspiré.
-¿Qué?
Me había metido tanto en la lectura que no fui consciente de que Tiffany había entrado en la habitación. De un respingo, cerré el libro de golpe y lo escondí bajo la almohada. No es que fuera peligroso que ella lo viera, pero cuanto menos supiera mejor.
-No, nada... pensaba en voz alta.
-Ahms. ¿Qué lees?
-¿Un libro? -inquirí con una ceja levantada, esquivando el tema de conversación.
-¿No me digas? -se rió- no sabía yo que eso fuera un libro fíjate.
-Ya ves, así es la vida -le sonreí, levantándome de la cama-, está llena de sorpresas. Y tú ¿qué haces aquí, de todos modos? ¿Qué hora es?
-Faltan cinco minutos para la comida, Alex.
-¿A sí? -No me podía creer que me hubiera pasado toda la mañana leyendo ese estúpido libro y que el tiempo hubiera pasado tan rápido.
-Sí, ¿vienes?
No tenía mucha hambre; a decir verdad tenía el estómago cerrado a cal y canto, pero sabía lo que me pasaría si no comía aunque fuera un poco; que luego me entraría el ansia y no habría quién me aguantara hasta al hora de la cena.
-Sí -accedí, siguiéndola al pasillo- ¿por qué no?
















2 comentarios:

  1. Le has cambiado el nombre verdad? No era Marco, era Carter, pero como lo había adivinado cambiaste el nombre para que no tuviese razón. Muy mal eh muy mal xDD
    Porque eres tan mala que haces los capítulos cada vez más cortos y con más intriga? :c
    Cuantos capítulos quedan para el final y la segunda temporada de Sin nombre? xD
    Es que quiero sabes que paso con Caleb y con Elhija, echo de menos a mi Elhija. Y aunque Tom se parezca, no es el :c

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡ESTÁS OBSESIONADA! jajajajjaa
      No, no he cambiado nada, todo era así desde un principio.
      Pues la verdad es que bastante, llevo escritos hasta el 30 y aún me queda a si es que échale que hasta verano o así

      Eliminar