lunes, 14 de abril de 2014

Capítulo 24.

Después de la visita de Tom, tuve que decir adiós a mi tarde planificada de lectura.
No nos marchamos del cenador hasta bien entrada la tarde y solo nos fuimos porque se acercaba la hora de la cena y a ambos nos rugían las tripas. No tenía mucha hambre de comida, lo que más tenía era sed de sangre, pero de eso ya me encargaría a la hora de mi guardia habitual.
Los turnos se habían vuelto a establecer de dos en dos dado que no habíamos vuelto a tener noticias de que ningún hijo de la noche siguiera merodeando por los alrededores. Pero con  ¨los turnos se han vuelto a establecer de dos en dos¨ no me refiero a que yo volviera a estar con Tom; seguía con Christian. No es que me disgustara; Christian era un buen tipo y me caía bien, pero no era lo mismo.
Habíamos hablado con Daniela para intentar que volviera a ponernos a los dos en el mismo turno, pero como con todo a lo que a mí me acontecía o significara hacerme un favor, había dicho que no alegando que no iba a estar haciendo cambios cada vez que tuviéramos una discusión de pareja; que ya eramos mayorcitos. Por lo que las cosas seguían como estaban.
-¿Ya sabes lo que te vas a poner?
Tiffany estaba sentada en el suelo frente a su armario con las puertas abiertas de par en par pensando en el modelito que se pondría para la fiesta de cumpleaños de su amigo Will; mientras que yo, aún con la toalla puesta y recién salida de la ducha me aplicaba un poco de espuma en el pelo, totalmente ajena al tema de sus complementos.
-No sé, tampoco es que le haya dado muchas vueltas, es más, se me había olvidado que era hoy su cumpleaños.
-¿Venga ya? -me miró con los ojos entornados mientras negaba con la cabeza- pobre Will...
-¿Qué? No es ningún delito, simplemente se me ha olvidado.
-¿Cómo te sentaría a ti que el chico que te gusta se olvidara de tu cumpleaños?
-Mal, supongo -me encogí de hombros- yo que sé.
Había intentado dejar de lado la parte en la que había dicho ¨el chico que te gusta¨, no quería pensar en mí como la chica que le gustaba a Will; en realidad no quería pensar en mí como la chica que podía gustarle a alguien. *Dudo que el chico que me gusta sepa el día que hago los años*.
-Pues eso, que pobre Will. Creo que te tiene algo preparado.
-¿A mí? -pregunté con los ojos como platos, dándome la vuelta en la silla para poder quedar de cara a Tiffany.
-Sí. Lo tienes bien agarrado. -Me sonrió, sosteniendo en alto dos chaquetas.- La azul turquesa o la azul cielo.
-En primer lugar; no lo tengo agarrado por ningún lado; solo fue un beso y en segundo lugar: um... la azul cielo.
-Lo que tú digas, Alex -sonrió, volviéndose a meter dentro de su armario-, lo que tú digas.
-Creo que me pondré unos pitillos y una camisa -dije, volviendo al tema de la ropa.
-¿En serio?
-¿Qué...
-No, no hables -me interrumpió, poniendo su dedo índice sobre mis labios- sé tu respuesta y no te voy a dejar salir así.
-Pero...
-Que no hables -me calló de nuevo, pero esta vez con una mirada asesina.
-Está bien.- Sentencié; temiendo lo que vendría a continuación.
Tiffany se sentó junto a mi armario y empezó a sacar toda la ropa.
Las camisetas y los pantalones volaban, literalmente, por la habitación y yo solo pensaba en que a la que le tocaría recoger todo aquello no iba a ser a ella, sino a mí. La estaba asesinando mentalmente.
El tiempo que ella se pasó eligiendo mi ropa tardé yo en secarme el pelo y maquillarme un poco. No le veía el fin a aquello hasta que no gritó y se levantó de un salto, dando palmaditas en el aire.
-Ya está.
-¿El qué? -pregunté, mientras terminaba de pintarme los labios de rojo.
-Tu conjunto, ¿¡qué va a ser!? -respondió como si la respuesta fuera obvia.
Me agarró de la mano y tiró de mí, haciendo que la barra de labios pasara por toda mi mejilla, dibujándome una sonrisa aterradora.
-¡Mierda! ¡Tiffany!
-Calla y pruébate esto.
Cogió la ropa de encima de su cama y me la empotró contra el pecho, hecha una bola de telas. A pesar de que estaba algo molesta, dado que después de más de media hora, tendría que volver a quitarme todo el maquillaje y empezar de nuevo, cogí la ropa y me metí en el cuarto de baño.
-¿En serio? -me quejé.
Cogí la diminuta falda negra de vuelo, la cual no recordaba que fuera mía por lo que supuse que sería de mi compañera. Era ridícula. A eso se le sumaba una camiseta de estampados florales muy poco apropiada para la estación en la que estábamos, junto con unas medias tupidas. Cuando me hube vestido, salí del cuarto de baño, aún con la sonrisa macabra que se extendía hasta mi mejilla y algo encogida, dado que su falda me quedaba pequeña. Parecía un payaso y Tiffany se percató de ello al verme.
La chica, que estaba terminando de vestirse empezó a reírse como si llevara meses sin hacerlo.
-¿De verdad quieres que salga así? Porque oye, mi sentido del ridículo es escaso, pero es que esto supera los límites.
-Está bien -consiguió decir entre carcajada y carcajada- no te queda bien.
-Vaya -espeté con ironía- ¿lo has descubierto tú sola o te ha ayudado la NASA?
-Borde.
Le sonreí con amabilidad y me fui a buscar algo que ponerme que no me quedara apretado, tuviera flores o fuera sumamente espantoso.
Por suerte, cuando hice la maleta, metí un par de cosas para ocasiones especiales. El cumpleaños de Will no es que fuera algo muy especial, pero a pesar de lo que le había dicho antes a mi compañera de cuarto, no iba a ir con unos tejanos y una camisa simplona.
Agarré mi falda de cuero negro y una camiseta del mismo color, ajustada y con una sola manga. No iría en tacones porque sería algo absurdo ya que la fiesta era en el lago, pero me pondría mis Martins burdeos a juego con mis labios.
Algo de lo que no me había percatado hasta entonces era de que la fiesta era en el lago, sí, pero que el toque de queda había empezado a las nueve; ¿cómo se supone que se las iba a arreglar para que nadie se diera cuenta de que había montado un guateque que iba en contra de las normas? Me daba la sensación de que acabaría metida en otro lío.
-¿Lista?
-No, aún no -farfullé mientras me quitaba la raya de pintalabios de la cara- me queda un rato.
-¿Sabes que son ya las doce?
-¿Y tú que lo bueno se hace esperar? -le sonreí a través del espejo.- De todos modos; ¿cómo se supone que lo vamos a hacer? El toque de queda ha sido hace tres horas.
-Bah, da igual. -Hizo un gesto con la mano, restando importancia a mi comentario.- ¿Que te crees? ¿que no están al tanto de todo esto? Estoy segura de que la madre de Will habrá dado una importante suma de dinero a la directora para que se haga la longui.
No sabía por qué, pero su respuesta a mi incógnita no me resultaba extraña; en realidad debería haberlo pensado primero. Estaba claro; Will era hijo de una mujer rica y amargada casada con otro hombre rico y amargado a los que no les importaría dar parte de su dinero para que el chico estuviera contento. Después de lo que me contó Will en el cenador el día que nos besamos y la forma en la que lo hizo, aquello era realmente triste.
-Tiff, si quieres vete tu, tengo que ir a buscar a Cyn y a Mía.
-Sí, será mejor, porque con lo que tardas...-Cogió su chaqueta y su bolso y se marchó.
En realidad no me quedaba mucho, simplemente me estaba haciendo la remolona por dos motivos: primero, era cierto que había quedado con mis dos amigas y nuestra forma de huida no es que fuera la más apropiada para mi compañera de habitación y segundo, no quería ir a la fiesta. Pero ¿desde cuándo me había vuelto tan aburrida?
Un par de retoques más tarde  y un arreglo de faldas y ya estaba lista. Recogí mis cosas y pasé a buscar a las dos chicas, las cuales me fulminaron con la mirada nada más llegar, algo hartas de esperarme.
Como habíamos previsto, la mejor forma de escapar y no ser vistas era saltar por la ventana y así lo hicimos. Primero nos aseguramos de que no había nadie que pudiera vernos por los alrededores y después, nos lanzamos al vacío. Estaba tan acostumbrada a hacerlo que ya me resultaba una parte más de mi día a día. Al principio sentía esa sensación de vértigo en el estómago, pero después de tres semanas, era pan comido.
-Tengo una sensación extraña -se quejó Mía mientras apartaba las hojas de los árboles para no estropearse su perfecta coleta-, siento que va a suceder algo.
-Tienes toda la razón -la respaldé, arrugando la nariz- lo que va a suceder es que como nos pillen nos vamos a meter en un buen lío.
-¿Desde cuándo te has vuelto tan responsable? -se rió Cyn.
-Eso mismo me he preguntado yo hace cinco minutos.
El lago no es que estuviera precisamente cerca del edificio principal, de ahí que Cinthya y yo fuéramos a entrenar a aquel lugar. Tardamos varios minutos en llegar, pero a medida que íbamos avanzando, el olor a alcohol y el ruido estridente de la música iban siendo cada vez mayores. Cuando llegamos me quedé realmente sorprendida al ver lo que había allí montado.
Una carpa iluminada por las luces de neón ocupaba el centro del claro, repleto de adornos y mesas con comida y bebidas de todo tipo. Un escenario era la zona principal, situado al fondo de la estancia con un par de calefactores para caldear el ambiente. No había muchos alumnos, la mayoría eran de último curso, aunque vi a un par más pequeños, pero estaban repartidos de forma estratégica haciendo que pareciera que allí había miles de personas.
-!Esto es una pasada¡ -gritó Cyn por encima de la música- ¿Cómo lo habrá hecho?
-El dinero lo puede todo -contesté, haciendo un repaso por  el lugar.
Vislumbré a Tom junto a Christian, Jo y Caleb al fondo, al lado de  un barril de cerveza. Los chicos nos hicieron señas con las manos y nosotras fuimos hasta ellos como pudimos, entre empujones y codazos. En una ocasión me crucé con Spencer quien, como hacía siempre, me lanzó una mirada de odio, pero al igual que aquel mismo día por la tarde, la ignoré.
-¿Alcohol? -nos sonrió Jo a las tres, inclinando un vaso de plástico hacia nosotras.
-Creo que paso -se negaron Cyn y Mía a la vez.
-¿Alex?
-Pss -me encogí de hombros quitándole la bebida de las manos- ya que estamos ¿por qué no?
-Así es como habla una auténtica alcohólica.
-Aún te queda mucho por aprender querido Jo, aún te queda mucho por aprender - sonreí.
De no haber sido por lo cargado que estaba el ambiente, lo habría descrito como la fiesta perfecta.
Las chicas y los chicos se contorneaban al ritmo de la música, moviendo las caderas de arriba a abajo mientras agitaban los brazos en el aire. Nosotros no tardamos mucho en unirnos a ellos. Pero como siempre, los únicos que bailábamos eramos Tom y yo; el resto se mantenían en posición de estatua mirando a todos lados sin mirar nada en concreto. Les había dicho que se relajaran, que no iba a pasar nada, pero se habían mantenido en su postura de Wrachs responsables, algo que tanto Tom como yo habíamos dejado de lado.
Al quinto vaso de cerveza decidí que lo mejor sería dejar de beber si no quería acabar potando. Llevaba algún tiempo sin beber alcohol y no quería jugármela, pero a pesar de todo la cabeza me daba vueltas y tanto el sentido de la audición como el de la vista los tenía algo embotados.
-¡Vaya! ¡Has venido!
-Te dije que lo haría.
Will iba vestido con unos vaqueros algo desgastados y una camisa abotonada hasta el cuello junto con una americana de color oscuro. Me preguntaba si no tendría calor dado que yo había llegado al punto de estar empapada en sudor.
-Sí bueno, eso dijiste -sonrió con picardía.
Por mucho que me negara a reconocerlo y me obcecara en que no pasaba nada, sí que pasaba. Tenía una sonrisa radiante que cada vez que la veía me convertía en un flan y aún más si esa sonrisa era dirigida hacia mí. Agradecí que no hubiera mucha luz en el ambiente puesto que había empezado a notar cómo la sangre se peleaba por llegar hasta mis mejillas.
-Bueno qué ¿cómo os lo estáis pasando?
Saludó al resto de mis amigos, a unos con más efusividad que otros ya que solo conocía a Tom, a quien palmeó la espalda con fuerza. No sabía por qué, pero me resultaba raro que Will y Tom se llevaran tan bien dado que yo había estado saliendo con uno y luego me había enrollado con el otro. Estaba segura de que Tom no sabía nada al respecto; eso o que por fin había asumido que entre los dos no habría nada más.
Estuvo un buen rato bebiendo y bailando con nosotros, bueno, más que con nosotros, conmigo. Me dejé llevar por la música mientras que Will me movía con cada acorde y compás. No sabía que supiera bailar tan bien. Una de las veces me agarró por la zona baja de la cintura enredando nuestras piernas y obligándome a bajar hasta  tocar el suelo entre risas.
-¡Que calor! -gritó, abanicándose con su propia mano.
-Sí, aquí hace mucha calor.
No me extrañaba que lo tuviera teniendo en cuenta que no se había quitado la chaqueta desde que había venido y eso que llevábamos bailando al menos media hora.
-Creo que saldré fuera.
-¡Vale!
Justo cuando me apartaba para dejarle paso y marcharme de vuelta con mis amigos, deslizó su mano hasta mi muñeca y la apretó con ansia mientras tiraba de mí hacia él para quedar así su cara hundida en mi pelo.
-¿Me acompañas? -susurró con sus labios rozándome el lóbulo.
Sentir su calor corporal tan cerca de mi cuerpo no era una buena forma para poder negarse ante aquella proposición. ¿Que si le acompañaba? Después de eso le seguiría a cualquier lado, pero no podía dejar que él lo supiera a si es que me hice la remonola, disfrutando del tacto de sus labios sobre mi cuello.
-¿Es necesario? -esta vez fui yo la que se puso en modo seductor. Pasé mis manos por su mandíbula, siguiendo por los labios y terminando en una leve caricia sobre una de las venas de su cuello.
-¿No tienes calor?
Él se pensaba que me tenía en el bote, pero en realidad era yo la que lo tenía a él. Tuve que felicitarme a mí misma al escuchar el pequeño titubeo entre palabra y palabra en una frase tan corta.
-Demasiado -siseé, casi rozándole su labio inferior con el mío.
Sin más dilación, tiró de mí hacia el final de la carpa tras el escenario, donde había una apertura trasera que tenía la función de puerta.
Por un lado me sentaba mal lo que estaba haciendo; porque por así decirlo, lo estaba utilizando para pasar el rato, aunque bueno ¿quién me decía que él no estaba haciendo lo mismo conmigo? A fin de cuentas él no es que fuera precisamente uno de esos chicos que se ataban a una chica nada más conocerla. Aunque por otro lado mi vocecita interior me repetía una y otra vez las mismas palabras que Cinthya me había dicho; no tenía por qué salir bien, simplemente experimentaría a ver qué podía pasar.
Una  chica lanzó una mirada de odio a la mano de Will y la mía, las cuales estaban agarradas con fuerza para que ninguno de los dos se soltara y se perdiera entre el barullo. Yo por mi parte no lo haría, pero quizás él cambiara de opinión a mitad de camino.
Era consciente de que al día siguiente sería la nueva fulana de Will y de que no me hacía ni pizca de gracia, pero había tanta gente que ya me había tachado con algún adjetivo despectivo que me era algo indiferente.
Cuando por fin salimos al exterior, el aire gélido me golpeó las sienes en toda su plenitud. Cogí una gran bocanada de aire para así llenar mis pulmones y liberar la cantidad de a saber qué  sustancias tóxicas podría haber respirado allí dentro. Cerré los ojos para disfrutar del momento.
-Por tu cara de satisfacción veo que esto es mucho mejor.
-¿Sabes? -le sonreí, aún con los ojos cerrados- me gusta el aire libre y ahí dentro no había ni aire. Que por cierto ¿cómo lo has hecho? Montar todo esto y que los guardias y el resto de profesores se hagan los locos.
-Cuando tu madre a penas te hace caso, intenta llenar ese vacío con algo. A si es que esto es el vacío de este mes. Me pregunto como llenará el del mes siguiente y el del siguiente...
-Bueno, no es que sea malo.... ¿no? -aquella pregunta era más para mí que para él.
-Ja -soltó una carcajada llena de sarcasmo, junto con una sonrisa que a mí se me antojó fría y desolada- ni siquiera me ha felicitado.
-¿En serio?
*Menuda pregunta estúpida Alex, pues claro que lo dice en serio* me recriminé a mí misma.
No me hizo falta ninguna respuesta, su expresión lo decía todo. Tenía ganas de abrazarlo con fuerza y decirle que no merecía la pena estar así, pero ni yo misma me lo creía. No sabría que hacer si mis padres fueran como la madre de Will.
Dejando a un lado mi estúpida pregunta, se paró junto a un robusto tronco y se apoyó en él, sacando una cajetilla pequeña de uno de los bolsillos de su chaqueta, junto con un mechero. No tenía ni idea de que allí se fumara, aunque ya me había quedado claro que la mayoría de la gente se pasaba las normas por donde mejor les convenía y a la única que sancionaban era a mí.
-¿Quieres? -me ofreció uno mientras él se encendía con elegancia el suyo.
-Está bien -acepté, encogiéndome con indiferencia.
No hacía mucho tiempo había dejado el tabaco, simplemente como puro reto personal. Cyn y yo eramos las típicas que en vez de pasar la tarde estudiando, nos la pasábamos escondiéndonos de nuestros padres en los jardines y callejuelas para que no nos pillaran con un pitillo en la mano. No había vuelto a fumar, no porque lo considerase perjudicial para mi salud, sino porque no le veía la gracia, aunque sí que lo hacía de vez en cuando.
-Eres toda una chica rebelde, eh pelirrojilla -se rió, mientras le daba una calada a su cigarro- no eres la típica chica prototipo de la Academia Richardfor.
-Vaya... y a ver, dime; ¿cómo es el prototipo de la Academia Richargord? -sonreí, absorbiendo el humo del tabaco mientras le echaba una mirada descarada de arriba a abajo.
-Digamos que todo lo opuesto a ti.
-Ya -volví a sonreír- suelen decírmelo muy a menudo.
-¿De verdad?
-Nop.
-Entiendo -sonrió- la verdad es que ninguno de vosotros entráis en el prototipo de la Academia, sois... distintos.
Claro que eramos distintos, nosotros no eramos como ellos, ni mucho menos. Nuestras vidas no se basaban en el dinero o la fama, en pedirle prestado el coche a mami y decirle a papi que le dé de comer a nuestra tarjeta de crédito. Nosotros habíamos crecido combatiendo, entrenándonos desde que prácticamente llevábamos pañales y esforzándonos al máximo para protejerles el culo a los niños estirados y todo a cambio de nada; de la simple satisfacción que suponía hacer tu trabajo bien. Nadie nos reconocía mérito alguno. Nadie sabía que existíamos.
-Si bueno, creo que se le llama ser de continentes diferentes ¿sabes? Yo soy de Ámsterdam y tú eres de... -me callé, al no saber de dónde era él realmente. No me lo había dicho, pero yo tampoco había preguntado.
-Mi padre es puertorriqueño y mi madre neoyorquina. Dejémoslo en que soy americano.
-Vaya, unas raíces interesantes. -Expulsé el humo del cigarrillo, el cual tiré a continuación una vez hubo llegado a su fin.- Yo simplemente soy holandesa, mis orígenes no son tan interesantes como los tuyos.
-¿Tú que sabes? ¿Te has molestado en preguntar o en informarte a cerca de tus antepasados?
Pegué un respingo ante lo que él acababa de decir. Sin tan siquiera saberlo; Will acababa de darme una grandísima idea. Tal vez si investigaba sobre mis antepasados, podría averiguar algo más acerca de mi nuevo don. Me sentía tonta por no haberlo pensado yo primero.
Se levantó un pequeña brisa de aire frío que me hizo estremecer al contactar con mi piel. Con un escalofrío, me abracé mi propio cuerpo. Echaba algo de menos el calor de la fiesta.
-Será mejor que volvamos -sugerí, dándole la espalda- tengo algo de frío.
Sin respuesta alguna, se quitó su chaqueta y la puso sobre mis hombros. Era un bonito gesto, pero tenía demasiado frío como para que esa simple chaqueta pudiera servirme de algo; no obstante, antes de que volviera a tomar el paso, dejó caer sus manos al rededor de mi figura hasta detenerse en los huesos de la cadera. Algo sorprendida, giré para quedar de frente a él. Se me había olvidado por completo el verdadero motivo por el cual el chico me había sacado fuera; porque puede que tuviera calor en la carpa, pero sabía que no era precisamente por eso.
-Aún estoy esperando algo -susurró, con voz seductora.
Otro escalofrío volvió a recorrerme el cuerpo. Vuelta al dilema moral: seguirle o no seguirle el juego. Desde luego ¿por qué tenía que ser tan complicada? No es que quisiera ser como esas chicas que se lanzaban al cuello de un tío a la primera de cambio; pero ¿por qué tenía que sentirme mal a la hora de enrollarme con un chico? Sí, es cierto que no sentía nada más que atracción física por Will, pero ¿eso no bastaba?
-Y... ¿qué es? -pregunté con falsa seguridad, mordiéndome el labio inferior.
-Bueno, se supone que los cumpleaños se celebran por algo y a cambio, los invitados le dan algo al cumpleañero.
Con cada palabra lo notaba más y más seguro; mientras que yo, en cambio me rebanaba los sesos decidiendo los pros y los contras de mis actos.  Había advertido que el chico se iba acercando poco a poco hacia mi rostro y eso sólo podía significar una cosa.
Noté sus fuertes manos sobre mi cadera, calidas y seguras de sí mismas y sus ojos fijos en mis labios, se oscurecían con cada segundo que pasaba. Era realmente atrayente.
-¿Un regalo? ¿Eso es lo que quieres? -medio gemí intentando controlar la voz, presa de la situación.- ¿No te basta con mis sola presencia?
-Me basta y me sobra. -*A tomar por culo, de perdidos al río.*
El poco auto control que me quedaba se desvaneció por completo cuando, sin previo aviso me empotró contra el tronco de un árbol con sus labios puestos sobre los míos. Lancé un sonoro suspiro cuando mi espalda topó con una rama partida del tronco y me rasgó la piel, pero la ignoré, atendiendo a mis que aceres.
La chaqueta del Will, que hasta entonces estaba sobre mis hombros, fue arrancada de ellos por su propio dueño, lanzándola al aire con furia mientras me apretaba contra sí, besándome el hueco entre las clavículas.
Si había tenido algún pensamiento negativo sobre el motivo por el cual no debería hacer lo que estaba haciendo, se esfumó por completo cuando noté su lengua jugar con el lóbulo de mi oreja. Una cosa que sí tenía en común con el resto de mortales, era que una vez que me besaban el cuello, perdía todo el auto control.
Sin más dilación, agarré con fuerza los dos extremos de su camisa y tiré de ellos, saltando así, por los aires, todos y cada uno de los botones. No pude reprimir una risa al ver su cara de incredulidad, pero duró poco dado que al segundo siguiente sus labios y los míos habían vuelto a juntarse. Enredé y deslicé mis dedos por su torso desnudo, explorando cada palmo de su cuerpo, hasta que se detuvieron en el botón de sus pantalones.
-¿Estás segura? - su voz sonó ahogada junto a mi cuello, mientras se peleaba con la zona baja de mi camiseta para poder quitarmela de encima.
¿Que si estaba segura? Esa era una buena pregunta. Claro que no estaba segura, pero dado el rumbo que había tomado la situación y el punto en el que estábamos sería una crueldad por mi parte decirle que no; tanto para él, como para mí.
Temía que la voz no saliera como me esperaba y decidí limitarme a un par de asentimientos, mientras jugaba con el botón de sus pantalones, haciéndome de rogar.
-Bien -contestó a su propia pregunta, terminando de quitarme la camiseta.
Sonó un chasquido procedente de mis medias de encaje, cuando tiró de mi pierna con fuerza hacia sí para ponérmela sobre su cadera. Apretaba con tal intensidad mi muslo que sus dedos habían resquebrajado la tela.
Tanto él como yo estábamos al borde de la locura; no sabía cuánto más podría aguantar a si es que dejé de enredar con los preliminares y pasé a la acción. Esta vez con más cuidado, saqué el botón por el ojal de los pantalones y le bajé la cremallera, dispuesta para dar el siguiente paso. Estábamos tan cerca de hacerlo, tan cerca de llegar a lo que solo antes había llegado con Tom, que ni siquiera hice caso al primer grito de dolor que escuché.
-¿Qué ha sido eso? -Will se separó de mí de un salto. El pecho le subía y le bajaba a toda velocidad, no sabía si dado a la excitación o al susto.
-¿Qué ha sido qué...
Mis palabras se vieron interrumpidas por otro alarido desgarrador procedente del interior del bosque.
Me llevó un momento entender que algo iba mal, pero en seguida mi cuerpo se tensó, dejando a un lado a las sensaciones placenteras por el tacto del chico   y mi mente se despejó para dejar paso a la coherencia.
Recogí mi ropa desperdigada por el suelo, por suerte no había mucha ya que no había llegado tan lejos. Le lancé su camiseta desprovista de botones y su chaqueta, algo manchada de barro.
Escuché otro grito, este más intenso que los dos anteriores. Alguien estaba en apuros y necesitaba ayuda.
-¡Ve a buscar ayuda! -le ordené mientras salía a correr.
-¡Alex! ¿A dónde vas? ¡Vuelve aquí!
Le ignoré por completo, rezando porque me hiciera caso y fuera a pedir ayuda.










6 comentarios:

  1. Sinceramente, me ha gustado más la parte que grita alguien y lo que pasará después antes que la "chicha" entre Will y Alex xD
    Quiero saber que pasa! Seguramente ser aún vampiro, eso esta claro. Pero a quien le estará haciendo daño? Aunque viniendo de ti eres capaz de darle la vuelta a todo xD
    Quiero el siguiente ya!

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    1. Pues solo te digo una cosa y es que no te vas a esperar nada y te vas a quedar así---> O_O WTF?!

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  2. hnucshyudhsvbids COMO ME PUEDES DEJAR ASI?!?!?! (no es por lo de Will, la verdad es q no me gusta mucho, es por el grito)

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    1. Porque ya va siendo hora de que pasen cosas emocionantes jajajaj el siguiente capi es cortito la verdad, pero lo compenso con el próximo.
      Creo que os va a gustar, pero no os vais a esperar nada de lo que va a suceder.

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  3. Hola:3
    La verdad es que me gusta mucho tu novela.
    Me quedo por tu blog y si quieres pasarte por el mío te lo dejo por aquí http://aplaceforyourdreams.blogspot.com.es
    Un besito (:

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