sábado, 29 de marzo de 2014

Capítulo 19.

No volvimos a intercambiar palabra hasta que nos despedimos al llegar a nuestras respectivas habitaciones.
Tras el incidente, las piernas me flaquearon un par de veces y Cyn tuvo que ayudarme a ponerme en pie, no sin muchos llantos e impotencia de por medio. Me había dicho que no me preocupase, que ella estaba allí para lo que necesitara y que lo mejor sería olvidarlo; pero yo no podía hacer como si no hubiera pasado nada. Porque había pasado y no una, sino dos veces. Primero en la enfermería, cuando me había imaginado que Cinthya había ido a verme y ahora el ataque de las abejas.
¿Me estaba volviendo loca definitivamente? Ya no sabía que pensar. Todo era tan raro...
Agradecí que Tiffany no estuviera en la habitación para poder darme una ducha, no relajada, puesto que solo tenía media hora hasta la cena, pero estaba segura que algo de agua caliente le vendría bien a mis músculos, aunque en mi cabeza no tuviera efecto.
Yo lo había sentido, los aguijonazos, el dolor, el calor del veneno recorrer mis venas. ¿Cómo era posible que nada de eso hubiera sido real? Cinthya había dicho que ella no había visto nada, pero yo sí. Lo había sentido.
En un momento de flaqueza, cuando pensé que ya no quedaban más litros de agua en mi cuerpo para poder derramar, volví a derrumbarme en la ducha. Me senté bajo el chorro, haciendo un ovillo con mis piernas.
*Ojala todo fuera normal.Ojala y estuviera en casa, con mis padres, sentada junto a la chimenea, viendo la televisión y no en este estúpido sitio, rodeada de estúpidos, con profesores estúpidos y de situaciones estúpidas*. Cabreada e impotente por mi debilidad, formé una bola de fuego y la lancé contra la pared mojada. Bolutas de vapor salieron de ella, junto con algo de pintura escarchada cuando la bola impactó contra la pared; dejando un cerco negro y feo como recuerdo.
Mis padres... pensar en ellos me produjo una punzada de dolor en el estómago. Los echaba tanto de menos... había hablado un par de veces con ellos, pero no podía contarles lo que estaba pasando ¿o tal vez sí? *No, no puedes preocuparles con tus problemas, ya eres toda una adulta, Alex* me dije a mí misma.
Ser mayor, era un asco.
Me permití un par de minutos más de debilidad, pero cuando escuché a alguien aporrear   la puerta de la habitación, tuve que terminar de asearme a toda velocidad. Parecía algo importante y estaba segura de que Tiffany no sería. Ella tenía una llave personal de la habitación.
-¡Ya voy! -grité mientras me envolvía en la suave toalla blanca.
Tuve que hacer equilibrio para no resbalarme y darme de bruces contra el suelo, teniendo en cuenta que seguía mojada y descalza. Quien quiera que fuese, no paraba de llamar a la puerta y cada segundo que le había esperar, parecía más cabreado.
Cuando abrí la puerta me quedé que si me pinchaban no saldría ni una sola gota de sangre. La persona que no había parado de dar golpes a la puerta de mi habitación, era, nada más y nada menos que Cárter.
Él se quedó tan pasmado como yo, no sé cómo se esperaba encontrarme, pero estaba claro que en toalla y chorreando, no era una de las opciones. Cualquier otro tío, se habría deleitado con la imagen de una mujer medio desnuda ante él; sin embargo,Cárter no fue capaz de apartar la mirada de mis ojos. Ni yo de los suyos. Tuve que recordarme que necesitaba respirar si no quería caer inconsciente al suelo.
-¿Qué quieres? -le pregunté con voz tajante, enarcando una ceja. No se me había olvidado lo de ¨No lo hago con toda la gente. Pero eres mi alumna y eso me lleva a hacerlo¨. Y cada vez que lo recordaba, la rabia se apoderaba de mí, por haber sido tan estúpida.
Le costó varios segundos arrancar, pero al final lo consiguió. No obstante, no apartó sus ojos de mí.
-La directora a convocado una reunión con los alumnos, en cinco minutos. Es obligatoria la presencia -carraspeó para aclararse la garganta; desviando su mirada a cualquier punto dentro de mi habitación-. A si es que por el amor de Dios, vístete y baja.
-Bien.
No dije nada más. Acto seguido, sin dejar que volviera a abrir la boca, cerré la puerta en sus narices.
Una vez que escuché los pasos de mi profesor alejarse, expulsé todo el aire contenido en mis pulmones y me permití ponerme como un tomate. A veces me sorprendía a mí misma; la capacidad que tenía de aguantar situaciones como aquellas. ¿De dónde la sacaba?
Mientras me terminaba de vestir, Tiffany entró en la habitación. No saludó y cuando llegó a su cama, soltó la mochila, algo enfadada. Estaba claro que le pasaba algo.
-¿Qué pasa?
-Nada.
-¿En serio? -pregunté con tono sarcástico.
-Es que ¡Dios! A veces me cabrea, es una ... -hizo un gesto con las manos, como si se estuviera imaginándose a sí misma estrangulando a alguien. Se veía muy graciosa enfadada y no pude evitar reírme, aunque pare nada más ver su mirada de odio hacia mí.- ¡Es una puta!
-¿Quién?
-Spencer.
-Por qué será que no me sorprende... -susurré, poniendo los ojos en blanco-. ¿Qué ha pasado?
-Es mi amiga y la quiero mucho, pero cuando se pone en plan ¨soy la más y la guay¨ es insoportable.
-Si quieres puedo tener una charla con ella -choqué mi puño con la palma de la mano en tono amenazante- o pasar directamente a la acción.
-No... no por Dios -negó con desesperación- ya se me pasará. Es que estábamos hablando con un par de chicos y cada vez que quiere hacerse la ¨más¨ queda en ridículo a alguien y ¿a quién le ha tocado hoy? -se señaló a sí misma, como si la respuesta no fuera obvia-¡Din, din, din! A mí.
-Pues qué quieres que te diga chica, eso una amiga no lo hace.
-Ella... es así.
-Ya, muy zorra ella.
-Alex... -empezó a decir con tono de desaprobación, pero la corté antes de que pudiera terminar.
-Hay una reunión abajo, no sé dónde, pero hay que ir -le pasé un brazo por el hombro mientras la empujaba por la puerta-. Dicen que es importante y obligatoria ¿sabes de qué se trata?
-No sé -contestó algo más calmada- pero sí que debe se ser importante. La Sra. Grant no suele reunirnos muy a menudo.
-Bueno, supongo que en seguida lo descubriremos.
A mitad de camino nos encontramos con Mía y Cyn, quienes se unieron a nosotras puesto que tampoco tenían ni la más remota idea de dónde era esa supuesta reunión. Entre las cuatro debatimos las posibles opciones, pero al final decidimos aplicar, lo que Cinthya y yo llamábamos : la ley de Vicente; ir a donde va la gente; y creerme cuando os digo que resultó efectiva.
Acabamos en una sala enorme, llena de butacas acolchadas de terciopelo rojo y un gran escenario en la parte delantera, junto a la puerta. Tiffany nos dijo que se trataba del salón de actos, donde tenían lugar alguna que otra representación del club de arte dramático.
Nos sentamos en la última fila dado que el resto de asientos estaban ocupados. No se veía mucho desde allí, pero tampoco es que me importara demasiado.
Una vez que todo el alumnado hubo hecho acto de presencia, la directora y dos guardias de seguridad, entre ellos, Cárter, subieron al escenario.
-¿Qué querrá? -le pregunté a Mía por encima del murmullo.
-No lo sé, quizás quiera hablar de cómo será el año lectivo o algo -sugirió.
Dudé sobre lo que Mía había dicho, aunque tampoco es que fuera una mala idea; pero teniendo en cuenta que Tiffany me había dicho que no solían hacer reuniones como esa, me extrañaba mucho.
Dejé de darle vueltas, era una perdida de tiempo, que fuera lo que tuviera que ser; aunque me arrepentí de ello una vez que me atención se fijó en otra cosa; mejor dicho, otra persona. Cárter.
Mi profesor de defensa estaba situado junto a la directora, con su pose de seriedad y rectitud, aunque había algo que me era extraño en él. Estaba inquieto. Gracias a mi vista vampírica, pude observar el sudor de su frente y si me fijaba bien, el pecho le subía y baja a toda velocidad; como si hubiera estado corriendo una maratón y acabase de terminar. Me resultaba raro verlo así. Sus ojos recorrían cada palmo de la sala; alerta, en busca de algo o alguien y no cesaron hasta que no cayeron sobre mí. ¿Me estaba mirando a mí o solo era mi impresión? No lo sabía, pero mi corazón se puso a mil por hora.
 *No, no, no, no te está mirando a ti, es imposible, es imposible. Aparta la mirada suave y lentamente...* Por mucho que mi mente me decía una cosa, la orden no terminaba de llegar. No podía apartar mis ojos de él; por lo que tuve que recurrir a mi última opción. Pellizcarme. El dolor   consiguió sacarme del trance y despejarme la mente, aunque no fui capaz de hacerlo del todo hasta que la directora no dio comienzo a su discurso.
-Queridos alumnos y alumnas; os preguntaréis por qué os he reunido aquí; bien, pues el motivo es un cambio de normas en el reglamento.
Como si estuvieran conectados a la corriente y los hubieran encendido; todo el alumnado, exceptuando a un par, entre ellos yo, se levantaron en sus asientos y empezaron a hablar entre ellos, conmocionados por las breves palabras de la Sra. Grant. Sin saber muy bien el motivo, me daba la sensación de que aquello ocurriría más veces esa noche.
-Alumnos, por favor, silencio -rogó la directora con voz cansina. Desde donde yo estaba se le veía una vena hinchada en la frente, me preguntaba si la presionaba estallaría-. ¡SILENCIO!
Hasta yo me asusté y eso que veía venir aquella voz. Todos los allí presentes, incluso los profesores que se encontraban en el palco, sentados  tras la directora, guardaron silencio de inmediato.
-Bien, como os iba diciendo, habrá un cambio de normas. Todos sabéis que la Academia Richarford siempre ha sido uno de los lugares más seguros; donde vuestros padres pagan una gran suma de dinero para protegeros a vosotros y los que no, son otorgados con becas para poder estudiar aquí, además de ser protegidos de los males que hay en el exterior. -Solo le faltó gritar ¨EL RESTO SON UNOS MUERTOS DE HAMBRE, ESCORIA PARA LOS VAMPIROS¨. Me daba rabia que la gente con dinero se comportasen como si ellos fueran los únicos sobre la faz de la Tierra.- Por eso, los profesores y yo, nos hemos reunido con varios padres, para acordar dichas normas, las cuales consideramos imprescindibles para vuestra protección. A partir de ahora, solo se podrá salir al exterior de día, por lo que nada de deambular por los alrededores después de la puesta de Sol; cada vez que salgáis, iréis siempre en grupo, si puede ser, más de dos personas y por último, el toque de queda se adelantará, a partir de hoy, a las nueve.
Con esa última norma, el griterío comenzó de nuevo. Los alumnos se levantaban de sus asientos, hablaban con otros, gritaban groserías en dirección al estrado... pero nada de eso pareció afectar a la directora, que tras un ¨Eso es todo alumnos, pueden retirarse¨, salió de la estancia.
Algo estaba pasando; algo gordo. ¿A qué se debían todas aquellas nuevas normas? Me resultaban algo absurdas, sobretodo la de ir en grupo. Allí la mayoría hacían el vacío a quienes no eran de su agrado, ¿qué pasaba con ellos? ¿no podían salir al patio? Solo había una persona que podía aclararme todas esas incógnitas y que estaba al tanto de lo que estaba sucediendo.
Sin más dilación, salí corriendo entre la furiosa multitud, que aún seguía dando voces con los puños alzados, indignados por las nuevas medidas.
Cuando salí del salón de actos, miré a todos lados, buscándolo, pero no lo veía por ninguna parte. * Estoy segura de que lo he visto salir, lo he visto... ¡ahí está!* Corrí tras él, quien iba en dirección al gran vestíbulo. Me costó bastante alcanzarlo entre tanta gente.
-¡Eh! ¡Cárter! -lo llamé a unos pasos de distancia, pero ni siquiera se inmutó, a si es que seguí insistiendo:- ¡Cárter!
Estaba segura de que me había oído las dos veces, pero me estaba ignorando y eso hizo que la rabia empezara a brotar desde mi estómago. En un último esfuerzo, empujé a un alumno y lo agarré del hombro justo cuando salía por la puerta.
-¿¡Es que no me oyes!? ¡Te estaba llamando!
-¿Qué quieres? -preguntó, reanudando su marcha- Tengo mucho que hacer.
Haciendo caso omiso a su actitud despectiva hacia mí, le seguí. Si se pensaba que lo iba a dejar estar, después de que me había hecho correr desde el salón de actos y empujar a más de medio instituto, lo llevaba claro. A si es que aparqué toda mi rabia aun lado y me tragué el orgullo.
-¿Qué es lo que está pasando? Y no me digas que nada, porque no me chupo un dedo.
Se paró al final de las escaleras. Fuera hacía frío, yo solo llevaba la camisa de manga larga del uniforme, no tenía pensado  salir fuera, por lo que no había cogido mi chaqueta. Algo exasperado, miró al cielo nocturno y posteriormente se giró para quedar de cara a mí.
-No está pasando nada.
-¿En serio? -inquirí con ironía, levantando una ceja para quedar clara mi postura.
-La directora ha considerado que un cambio de normas no vendría mal y...
-Hay algo ahí fuera ¿verdad? -Lo dije sin pensar, pero por la reacción de mi profesor, supe que estaba en lo cierto. Se puso muy tenso, con la mandíbula y los puños apretados. Tuve que recordarme a mí misma que seguía enfadada con él, de lo contrario, me habría abalanzado a sus brazos-. No matasteis al vampiro.
-¿Qué te hace pensar eso?
-¡Pues porque son normas absurdas!
Silencio. Me daba la sensación que en su mente se estaba librando una batalla, entre si decirme la verdad o soltarme una mentira para que me callara y lo dejara estar. Sus ojos me escudriñaban de arriba a abajo, cavilando la posibilidad de la mentira, pero él sabía que no me lo creería. Yo era muy testaruda.
Una masa de aire frío sopló en nuestra dirección, arrancándome un escalofrío con el que me tiritó todo el cuerpo. Me abracé los brazos, en busca de algo de calor, pero no podía utilizar mi don delante de Cárter. Era demasiado arriesgado.
-Debes de estar helada -su voz pasó a un tono dulce al darse cuenta de que efectivamente, me estaba congelando de punta a punta-. Será mejor que entres dentro antes de que...
-No me piso mover de aquí hasta que no me digas qué es lo que está pasando -dije con determinación.- A si es que si estás pensando en soltarme alguna trola, deja de hacerlo. Soy experta en las mentiras y sé cuándo alguien miente.
Eso sí que era una mentira más grande que una casa. Se me daba bien mentir, pero no era una experta. De haberlo sido, mis padres no se habrían dado cuenta de que me hice un pendiente en la lengua con catorce años sin su consentimiento y no me habrían hecho de quitármelo. Los peores treinta pavos más mal gastados de toda mi vida.
-Alex, no puedo decírtelo -suspiró. Daba la sensación de que llevara varios días sin dormir. Me daba pena verlo así, pero no habría piedad. Tenía que saberlo.
-¿Por qué?
-Porque no puedo, es información confidencial, algo que solo podemos saber los profesores y los guardianes.
-¿Confidencial? -solté una carcajada.- ¿Royo alto secreto de la cía?
-No, esto no es tu película favorita de espionaje.
-Lo sé -lo miré de reojo, apretándome más en mi abrazo. Si no me lo soltaba ya, acabaría por rendirme. Verdaderamente me estaba helando.
-¡Joder! ¿De verdad no te vas a mover de aquí a pesar de que estás helada?
-Afirmativo.
Bueno, no tan afirmativo, porque estaba a un segundo de darme por vencida. De no haber sido porque se estaba quitando su gabardina para dármela, lo habría dejado allí. Sentía que los dedos de las manos estaban a punto de caérseme.
Pasó su abrigo por mis hombros. No sabía si interpretar eso como un gesto del cual debería estar agradecida o como un ¨pues aquí te quedas, puedes esperar sentada¨.
Escondí la cara en el cuello de la chaqueta. Olía a él. Una mezcla de sal y colonia. Olía tan bien...
-Sí, cuando te dije que le habíamos dado caza al vampiro era verdad -terminó por decir, a lo que yo sonreí victoriosa, aún con la cara escondida.- Nos costó, pero al final conseguimos matar a ese hijo de puta.
Sorprendida, me cuadré de hombros, poniéndome muy recta. Era la primera vez que le escuchaba decir un taco. Yo estaba acostumbrada a ello, pero no a escucharlos de su boca. *Un momento.... ¿hijo? ¿Cómo que hijo? Pero si era una Vampira...¡MIERDA!*.
-¿Cómo que hijo de puta? Pensé que era una chica.
-¿Una chica? -su cara era la viva imagen de la incredulidad, al igual que la mía.- No, era un vampiro, era un chico.
-¡Joder!
-¿Qué te hace pensar que era una chica?
No contesté. Ahora sí que estaba literalmente acojonada y él me lo notó. Posó su mano en mi hombro con preocupación, pero me aparté y eché a correr hacia el interior de la academia, no sin antes soltar el abrigo en el suelo.





8 comentarios:

  1. gscsndfvidhhbcfdsnmfh DIOS!!! Q CO** PASA!?!?!?!

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    1. Puedes decir el taco entero, no hay problema jajaja pues... una movida ngorda

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  2. La ostia! Amo este capítulo, lo amo! Amo a Carter! Y MÁS TE VALE SUBIR UN CAPITULO RÁPIDO PORQUE ME HE QUEDADO CON LA INTRIGA

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  3. Sí es tu culpa! Nunca sale Tom y Carter es muy misterioso. Pues me he enamorado de Carter xD

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  4. Siempre haces lo mismo jooo ¿como dejas así los capítulos? esto tenía que estar penada pro ley que lo sepas... deberías ir a la cárcel por esto. En serio, es que me encanta esta novela, mola mogollón excepto en una cosa. QUIERO QUE CARTER ESTÉ CON ALEX o que se líe con ella por fin, pero si están locos el uno por el otro... por favor! es absurdo retrasar lo inevitable. acabaran juntos... lo sé. Porque a mi Will no me gusta me recuerda tanto a Sylvain que me dan arcacadas, ha sido muy mono lo del otro capitulo pero... con Carter será muuuuuuuuuuuuuuucho mejor jajajajaja.
    Sube rápido.
    un besazo

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    1. Lo he pillado, Carter con Alex, no Will, Carter jajajajaja yo no digo nada, solo que lo bueno se hace esperar muajajajaja

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    2. pues no me hagas hacerlo mucho que me quedo Calva!!!! jajajajja

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