lunes, 3 de marzo de 2014

Capítulo 10.

No pegué ojo, la hora y media que estuve metida en la cama me la pasé con la mirada clavada en el techo y la mente en blanco. De vez en cuando notaba como si me durmiera, pero volvía a desvelarme, por lo que a las seis y media, ya dando por imposible mi esfuerzo, me metí en la ducha y me di un baño de agua caliente para despejarme. Había quedado con Jo y Christian en la sala común para irnos los tres juntos a nuestro castigo, con el cual, seguía molesta porque yo no tenía por qué ir, pero ya no podía hacer nada.
Cogí unos pantalones de chandal, con una sudadera y mis deportivas y bajé tranquilamente las escaleras. Ellos ya estaban allí.
-Buenos días -saludé con un bostezo.
-¿Sueño? -se rió Christian.
-No, es que tengo hambre y abro la boca a ver si pillo alguna mosca, no te jode -me eché a reír sin ganas para restarle grosería a mi comentario, había sido un poco cortante-. ¿Nos vamos?
Los dos chicos asintieron y nos pusimos en marcha. Fuera, como era habitual, hacía bastante frío y el cielo estaba nublado. Aún estaba algo oscuro, pero los rayos de Sol se habrían paso por los huecos entre las nubes.
-A todo esto... -Jo nos miró a Christian y a mí con los ojos entrecerrados del madrugón- ¿sabéis llegar? Porque yo no tengo ni idea.
-Sí -asentí con otro bostezo, con el que ambos volvieron a reírse- es por aquí -señalé el camino a nuestra derecha.
-¿Tanto sueño tienes Alex? ¿Noche movida?
Como una bala los recuerdos de lo acontecido hacía un par de horas, me asaltaron la cabeza. Las imágenes iban difuminadas y confusas ante mis ojos, excepto una. Cuando sentí aquel impacto en el pecho y acto seguido una fuerza medio transparente impedía que la vampira encajase la estaca en mi corazón.
Las piernas me flojearon y estuve apunto de tropezar, por suerte, Jo, que estaba más cerca de mí, se dio cuenta y me sujetó por los brazos.
-¡Eh, eh! ¿Alex? -su voz sonaba preocupada, más de lo que podía imaginar teniendo en cuenta que nuestra relación no era demasiado estrecha.
-Eh sí, sí... -me llevé las manos a la cabeza, que me daba vueltas sobre los hombros y me separé de él- es solo que estoy cansada -les sonreí a ambos para restarle importancia al mareo.
-Creo que deberías hablar con el profesor que esté de guardia, no tienes buen aspecto -Christian me escrutaba con la mirada, de arriba a abajo, con el ceño fruncido.
-No en serio -volví a sonreírles y me puse de nuevo en marcha, algo mejor- ya estoy bien. Una noche sin dormir no es rival para Alexandra Tomson -levanté el puño hacia el cielo, para darle un toque cómico al asunto.
-Estás como una cabra -dijeron los dos al unisono.
-¿Y os dais cuanta ahora? -me reí- Lleváis conmigo en clase... ¿cuanto? ¿diez años? ¿once? Me defraudáis chicos.
Cuando llegamos a la capilla, varios alumnos más se encontraban allí. Conté diez, teniéndonos en cuenta a Christian, Jo y a mí, tres chicas y lo demás, todo chicos. Aquello demostraba que las chicas siempre hemos sido más responsables.
-¿Habéis pensado alguna excusa? -procuré que mi voz no sonara demasiado alta para que nadie pudiera escucharnos-, porque  por más que le he dado vueltas al asunto, no sé que podemos decir.
-Quizás.... no solo haya que limpiar la capilla, no sé -Jo se encogió de hombros- a lo mejor, solo nos han reunido aquí.
-Esperemos -suspiré- porque si no... estamos perdidos.
Jo me dedicó una sonrisa y puso su mano en mi hombro para darme apoyo, ¿de verdad tenía tan mal aspecto? Me sorprendía que me tratara así, quizás se sintiera, en parte, culpable porque yo también estuviera castigada. Era un chico bastante majo; con sus ojos rasgados y su tono de piel claramente asiático. Su madre era japonesa y su padre mandarín, pero se habían mudado a Amsterdam cuando Jo aún era muy pequeño.
-Alumnos, acercaos por favor. -Una mujer, de pelo corto y negro oscuro nos llamó para que nos reuniéramos con ella. No recordaba haberla visto por el instituto-. Bien, como sabéis, estáis aquí por haber sido castigados, algo obvio -puso los ojos en blanco con las palmas de las manos extendidas hacia arriba-, pues bien, vuestro castigo consistirá en ayudar al Padre Tomás a reorganizar la capilla y a limpiarla, además, como sois demasiados, otros se encargarán de limpiar el cenador -señaló con el dedo índice hacia el horizonte- y quitar las malas hierbas. Haré tres grupos...
Christian, Jo y yo nos miramos de reojo. Sabía que los tres pensábamos lo mismo y era que no nos tocase la iglesia.
-... vosotros  cuatro -nos señaló a mis compañeros y a mí, junto con otro chico de pelo platino y nos entregó unos utensilios de limpieza- os encargaréis del cenador. Cuando acabéis, traer las cosas.
*Menos mal*. En ese momento me di cuenta de que había estado aguantando la respiración, pues solté todo el aire de golpe. Habíamos tenido mucha suerte.
Nos repartimos las tareas y nos dirigimos hacia el cenador en silencio; a mí me tocó barrer con la argumentación por parte de Jo de ¨eres una chica, es lo que te toca¨. Cuando dijo eso estuve apunto de tirarme a su cuello a pesar de que sabía que lo decía de broma.
Ya era completamente de día, pero el cielo seguía nublado, con indicios de lluvia, pues me habían caído un par de gotas en la coronilla.
-¿Os queda mucho? -pregunté apoyándome en la barandilla dejando el cepillo a un lado- ya he acabado.
-Pues ayúdame anda -Jo me tendió unas tijeras, él se encargaba de los hierbajos.
-Oh, no... -le sonreí negando con la cabeza y un tono burlón- soy una chica ¿recuerdas? lo que me toca es barrer y ya lo he hecho.
-¡Venga ya Alex! -me miró con cara de pocos amigos, pero enseguida le contagié mi risa y empezó a reírse conmigo.
-Ains... está bien -acepté bajando de la baranda de un salto y cogiendo las tijeras- pero no te acostumbres.
Probablemente habríamos acabado antes usando nuestros poderes, el mío era el fuego, por lo que podía haber quemado las malas hierbas y Jo, que tenía el don de la tierra haberlas quitado, pero el chico mundano rondaba por allí, con nosotros, a si es que nos tocaba el trabajo manual.
Un pequeño zumbido me repiqueteó en los oídos. Era como si una abeja se hubiera metido en mi cerebro. Dejé lo que estaba haciendo y me puse de pie, apoyándome en uno de los bancos de madera que había allí. -¿Alex? -Jo se acercó a mí preocupado- ¿estás bien?
-No, no lo sé...
Mi propia voz me sonaba extraña, como si no hablara yo misma y alguien lo estuviera haciendo por mí. La cara de Jo comenzó a estar borrosa, no distinguía unos colores de otros y un leve mareo se apoderó de mí.
-¿Jo? ¿Qué me...
No me dio tiempo a terminar la frase, una oscuridad se apoderó de mí y mis piernas fallaron.
No sé cuánto tiempo estuve inconsciente, solo que cuando desperté, una luz me cegó los ojos quemándome la retina. Parpadeé un par de veces para acostumbrarme a la luz, que la sostenía un hombre de unos veintimuchos años.
-Hola, Alex. Soy el doctor de la academia. ¿Cómo te encuentras?
-¿Qué? -jadeé mientras intentaba incorporarme en la cama en la que estaba.
-No, no te incorpores -el médico me empujó con cuidado en los hombros, para que hiciera lo que me decía- será mejor.
-¿Dónde estoy?
Algo aturdida, miré a mi alrededor, a ver si la estancia me daba alguna pista. Todo era blanco y de metal, muy aséptico y un ligero olor a alcohol y a desinfectante rezumaba en el ambiente. Estaba en la enfermería.
-Estás en la enfermería, un compañero tuyo te ha traído.
-¿Qué ha pasado?
-Él me dijo que estabais en el cenador, cumpliendo un castigo y que de pronto te mareaste. Por suerte no te has dado ningún golpe en la cabeza y todo está en perfecto estado. ¿Tienes alguna idea de por qué te ha sucedido esto?
El hombre hablaba muy rápido, en cualquier otro momento en el que hubiera estado en posesión de mis cincos sentidos y no estuviera tan aturdida, podría haberle seguido, pero me costó entenderlo en ese momento.
-¿Puede hablar más despacio? -le pedí dejando caer mi cabeza en la almohada con un suspiro-. No, no sé por qué me he mareado, si lo supiera, ¿no cree usted que lo habría evitado? -A pesar de estar medio en estado comatoso, no perdía mi sentido del humos, eso era buena señal.
-Quizás haya sido por el esfuerzo o el cambio de aire. ¿Has desayunado?
-No -respondí con el ceño fruncido.
Ahí fue cuando caí en que llevaba casi dos días sin comer nada ni beber sangre. Entre los entrenamientos, las clases y las guardias, últimamente tenia el estómago cerrado.
-Bueno, quizás haya sido eso -me sonrió con amabilidad- de momento, le voy a pedir a la enfermera que te traiga un desayuno. Pasaré más tarde a verte y decidiré que hacer contigo ¿te parece?
-Quiero beicon con huevos revueltos -le sonreí- por favor.
-Está bien -asintió de espaldas a mí, riéndose mientras se marchaba por la puerta.
Al recordar la comida, fue como si de golpe hubiera recobrado el apetito. Me habría comido cualquier cosa y la boca se me había agua al pensar que el desayuno estaba en camino.
Los Wrach nos alimentábamos de sangre y comida humana, más sangre que comida, pero no podíamos sobrevivir solo a base de una y yo había dejado de alimentarme de ambas casi dos días enteros.
-¡Eh! ¿Mejor?
Me incorporé un poco en la cama, para asomarme tras la cortina. Cyn estaba allí, con una sonrisa preocupada en el rostro.
-Sí -le sonreí- pasa, anda.
Me hice a un lado en la cama y ella se sentó frente a mí, con la espalda apoyada en la pared. La veía preocupada y algo más pálida de lo normal. *Una semana aquí y ¿ya estamos así? No sé que va a ser de nosotras al final de curso.*
-¿Qué ha pasado Alex?
-No lo sé. Ha sido todo muy... raro. Estaba ayudando a Jo a cortar las malas hierbas y de repente me he encontrado mal.
-Jo me ha dicho que estabas muy blanca, casi como la pared y que movías los ojos de un lado para otro, como si estuvieras soñando...
-Pues no sé -me encogí de hombros- no me acuerdo de nada, solo de que me desmayé.
-Que susto me has dado... -susurró con la cabeza gacha.
Comprobé que una lagrima le salía de la comisura del ojo. Realmente se había asustado mucho. Me terminé de sentar y me acerqué a ella para abrazarla.
-Estoy bien -le dije contra su pelo- nada puede conmigo.
-Ains...
-El medico dice que puede ser por que no he comido nada -la informé separándome de ella y apoyándome en la pared- y le creo. Llevo dos días sin comer.
-¡Alex!
-¿Qué? -la miré con ojos de cachorro- es que no tenía hambre.
-Ay Dios... -negó con la cabeza- estás rara desde que hemos llegado y no soy la única que lo opina; Mía también.
-¿Rara?
-Sí. Estás paliducha y con unas ojeras que te llegan hasta el suelo.
*Sí, quizás se deba a que no he pegado ojo desde que llegamos*. Estaba cavilando la posibilidad de contarle todo el royo de las pesadillas, al fin y al cabo ella era mi mejor amiga, como una hermana; pero tampoco quería preocuparla, a si es que deseché la idea.
Una enfermera, bajita y regordeta descorrió la cortina y apareció con una bandeja de comida. Había beicon, huevos revueltos y un vaso de zumo. La boca se me hizo agua.
-Un rico desayuno para la paciente -me sonrió poniendo la bandeja sobre una mesita plegable.
-Muchas gracias. ¿Sabe cuándo vendrá el médico?
-En una hora como mucho. ¿Ya quieres marcharte? ¿Tan mal te hemos tratado? -bromeó.
-S-sí y no -le respondí indecisa, algo que hizo que la mujer aumentara sus carcajadas antes de marcharse.
-Bueno, yo tengo que irme -dijo Cyn levantándose de la cama- nos vemos luego ¿vale? Y cómetelo todo.
-Sí mamá.
En cuanto se hubo ido, devoré. Se notaba que llevaba varios días sin comer, porque no dejé nada en el plato y el zumo, ni una gota.
Tras la pesada comida, me vine a quedar dormida y por primera vez desde que llegué, no tuve ningún sueño extraño, algo que agradecí realmente aunque solo durmiera un par de horas hasta que vino a verme el médico.
-Está usted perfectamente, puede coger sus cosas y disfrutar del fin de semana.
Solté un suspiro de alivio, con el que el hombre se rió. Las reacciones de los pacientes por allí debían de ser muy similares a la mía por lo que deduje.
-Pero...
-¿Hay un pero? -protesté mientras me ponía las zapatillas- Ya decía que todo iba muy bien.
-Si te encuentras mareada o con fuertes jaquecas, no te lo pienses y ven a que te eche un vistazo. ¿De acuerdo?
-Está bien - acepté saltando de la cama- pero no se ofenda, espero no tener que volver a venir.
-Tranquila -me sonrió y me marché.
No sabía dónde estaba la enfermería, por lo que estuve varios minutos dando vueltas por pasillos en los que nunca había estado. Había muchas cristaleras de material duro que daban a habitaciones, todas de ellas vacías y de un blanco escalofriante.
Estaba ya desesperada, no había nadie por los pasillos y en la recepción tampoco, quizás debía de haberle preguntado al doctor, algo que no había tenido en cuenta. Al borde de tirarme de los pelos, escuché unos pasos y una pequeña esperanza se abrió paso ante mí. Andé hacia el pasillo del que procedían y me topé con Mía y Cinthya, quien se abalanzó a mi cuello.
-¡Dios! ¡Qué susto nos has dado! -sollozó.
Su impulso me tomó por sorpresa. No me esperaba que fueran ellas, teniendo en cuenta de que Cyn me había visitado ya. Vi a Mía por detrás del hombro de mi amiga y tenía una pequeña lagrimita en el ojo derecho, que se enjugó a toda velocidad.
-¡Qué estoy bien! -me separé de ella- Exagerada.
-¿Qué ha pasado?
-¿Otra vez? Cyn, te lo he contado antes.
-¿Antes? ¿Cuándo?
-Antes -me reí señalando a mi espalda- cuando has venido a verme.
-Alex... -esta vez fue Mía quien habló- Cyn no ha estado aquí antes, nos acabamos de enterar de lo que ha pasado y hemos venido corriendo.
-¿Qué? -me puse muy seria, si se estaban riendo de mí, no tenía gracia- No enserio, dejar el cachondeo.
-Alex -Cyn puso su mano en mi hombro- quizás lo estabas soñando, yo no he venido antes.
Ambas se miraron y luego volvieron a mirarme a mí con ojos compasivos, entonces me di cuenta de que no me estaban mintiendo. Me separé de ellas y eché a correr hacia la recepción, si no me perdía antes por el camino. La mujer regordeta que me había llevado el desayuno, estaba tras el mostrador con unas gafas, enfrascada en algún tipo de informe.
-Disculpe -la llamé.
-¿Si cariño? -me sonrió con amabilidad, como había hecho antes.
-Antes, cuando me ha llevado el desayuno a la cama... -vacilé, pensando las palabras correctas antes de hablar y señalé a Cyn- ¿estaba esta chica allí?
-No querida -negó con la cabeza sin perder su sonrisa- estabas sola.
El alma se me vino a los pies. ¿Había sido todo un sueño? Últimamente mi vida estaba patas arriba; primero los sueños, luego lo del ataque y ahora me imaginaba a la gente. Le sonreí y luego me volví hacia mis dos amigas, que me esperaban en la esquina.
-Debo de habérmelo imaginado -susurré-. Salgamos de aquí ¿vale?
-Alex... ¿estás bien? ¿qué ocurre?
*¡Já! Esa es una buena pregunta, a la que me gustaría tener una respuesta*.






7 comentarios:

  1. Jajaja xD la pobre se sueña las cosas. Yo me asustaria, y lo que se entro en el oído. Creo que es la vampira esa Jaja y esta jugando con su celebró.
    Has tardado eeh!

    Besos de una tributo más :)

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    1. Es que chica, he estado de vacaciones carnavaleras jajaja
      me alegro de que te haya gustado :)

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  2. ¿En serio me dejas así? Ay joe ¿por qué lo dejas tan interesante? ya estás subiendo un nuevo capitulo ¿eh?. Sí, es una amenaza jajajaj
    quiero saber ya que le ha pasado a Alex y super raro que se desmaye de esta forma y sobre todo lo de la enfermería que ve a Cyn y luego resulta que no había ido!! joe que cague ¿qué será? ya me tienes comiéndome las uñas hasta que subas el nuevo capitulo que espero que sea pronto.
    un beso.
    PD: me encanta The wrach. ¡Olé tu imaginación!

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    1. Relajate muchaachaaa jajaja que si no subo hoy, es mañana, aunque quizás deje más tiempo entre capi y capi a partir de ahora U_U
      Me alegro de que te haya gustado juju

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  3. Wow!, pero que ha sido esto?, Este capitulo es genial!, La verdad es que pensaba ponerte un comentario para cuando me pusiera al día con la novela, pero es que este capitulo me ha dejado petrificada, no me esperaba nada de eso, y la verdad es que por ahora se ve muy pero que muy bien la novela, y ese toque misterioso que le das hace que despierte mi curiosidad,
    Bueno aquí una lectora un besito :)

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    1. Tu comenta lo que quieras, los comentarios son siempre bien recibidos y más cuando escasean jaja
      Me alegro de que te esté gustando y de que me lo digas, eso ayuda mucho a la hora de escribir porque creeme que me entusiasma mucho que mi ¨novela¨ guste a la gente :)
      Espero que te siga gustando.
      Un besito

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