domingo, 9 de marzo de 2014

Capítulo 12.

-¡Odio a esa tía! -resoplé mientras me sentaba en mi asiento.
Cyn, Mía y yo acabábamos de entrar en la clase de filosofía, yo muy entusiasmada, ellas... no tanto, pero la alegría mañanera que tan pocas veces tenía, se había esfumado en cuando Spencer, la hermanastra repipi de Will y odiosa amiga de Tiffany, mi compañera de cuarto, había movido su mochila para hacer que me tropezara. Por mí le habría pendido fuego allí mismo, pero Cinthya no me dejaba.
-Alex... -Cyn me miró con su mirada de reproche habitual que claramente me decía que me callara, pero no le hice caso.
-¡Venga ya! Pero si la has visto.
-Sí, pero ya sabes a lo que estamos aquí y te guste o no...
-Ya, ya... -la corté restando importancia con la mano- no me saltes con el discursito.
Me dejé caer sobre el respaldo de mi silla, enfurruñana y con los brazos cruzados. Quizás me estuviera comportanto como una cría, porque Cyn tenía razón, yo estaba allí para defender y proteger a aquellos humanos, a pesar de que algunos mereciesen morir entre terrible sufrimiento -Spencer encabezaba la lista-, pero cuando mi mal genio salía a relucir, tenía que saciarlo.
-¿Qué te pasa, morritos?
Will apartó la silla contigua a la mía y se sentó con una sonrisa radiante. Algo me decía que sabía por qué estaba así o que vendría a cachondearse de mí por la escenita del día anterior en su cuarto cuando fui a buscar a Tom y por muy bueno que estuviera, no se iba a librar de un par de voces si venía a tocarme la moral.
-¿Qué quieres Will? -ni siquiera le miré, me limité a seguir en mi postura sin mover un músculo- Si vienes a reírte de mí o a hacer algún comentario sarcástico... puedes irte por donde has venido.
-Vaya, cómo estamos hoy -se rió-. No, no he venido a hacer ningún comentario sarcástico, simplemente a hacerte compañía, te he visto muy sola.
-Gracias por preocuparte -respondí tajante.
-No te merece la pena estar así por la insulsa de mi hermanastra, créeme.
Me canteé sorprendida hacia él. No me esperaba que me dijera aquello ni que llamara insulsa a su hermanastra. Tiffany me había dicho que normalmente solían estar picados, pero tampoco pensé que hasta el punto de venir a apoyarme a mí en lugar de a ella.
-¡Oh! -no supe qué más decir después de cómo le había tratado; pero por suerte no tuve que rebanarme los sesos en pensarlo, la profesora acababa de entrar por la puerta.
Will me dedicó una sonrisa, dejando a la vista su perfecta y blanca dentadura, a la cual yo respondí con otra.
-Comienza el muermazo -me susurró  mirando al frente.
-La filosofía mola.
-Rarita.
Me reí entre dientes ante aquel comentario; no porque me hiciera gracia, si no porque si el supiera lo rara que yo era, ¨rara¨ sería lo último que me llamaría.
La Sra. Twoch, una mujer exageradamente alta y delgada, con los pelos encrespados y gafas redondas estilo hippie, nos contó un par de historias de su vida pasada, que muy poco tenían que ver con la filosofía, por lo que decidí desconectar cuando me di cuenta de que el resto de la hora trataría sobre cómo es bueno llevar siempre ropa interior de más cuando vas con tus amigos al campo y tu equipaje cae al río.
Cogí mi bolígrafo azul claro y me puse a dibujar una mariposa en un folio en blanco mientras le daba vueltas a mi conversación con Tom. Él insistió en que debía de contárselo a Cyn, incluso llamar a mis padres, pero no estaba preparada, primero quería saber más detalladamente. Qué era lo que me estaba pasando. Quizás, aquel ¨campo de fuerza¨, como decidimos denominarlo, solo fuera un truco de mi don del fuego, que no sabía que era capaz de hacerlo.
Estaba concentrada, dándole los últimos retoques a mi dibujo, cuando un papel, perfectamente doblado apareció en mi mesa. Miré hacia Will, pero él estaba atento o al menos lo aparentaba, a la clase.
"Vienes a la fiesta?"
Eso era lo que ponía. ¿Qué fiesta? Al principio decidí pasar de la notita, pero dos dedos se me clavaron en las costillas. Will, que seguía mirando a la profesora, me hizo un gesto hacia el papel.
"¿Qué fiesta?¨ Con disimulo, volví a pasárselo por debajo de la mesa, con cuidado de que nadie me viera, aunque la profesora no es que nos estuviera prestando demasiada atención, porque de ser así se habría callado.
A los pocos segundos, la notita volvió a aparecer frente a mí, con: ¨es mi fiesta de los 18, pelirrojilla, nada del otro mundo, solo alcohol y sustancias barias, vendrás ¿verdad? :) es dentro de dos viernes¨
*Su cumpleaños...* Una fiesta era lo que menos tenía en mente con la cantidad de problemas que me habían surgido en un periodo de tiempo relativamente corto, pero si lo pensaba bien, por otro lado, no me vendría mal distraerme un poco.
Al final accedí a regañadientes, solo con la condición de que no iría sola y que Cyn y Mía vendrían conmigo, porque claramente Tiffany estaría allí.
¨Nos lo pasaremos bien, ya verás ;)¨
Eso esperaba, aunque no entendía qué era el término ¨pasarlo bien¨para él. Me preguntaba cómo haría para que los profesores y los de seguridad no los pillasen; también iba contra las normas, como todo en aquel lugar.
-Chicas, dentro de dos viernes estamos invitadas a una fiesta -informé a Mía y a Cyn a la hora de la comida.
-¿Fiesta? -preguntaron las dos al unisono.
-Will hace los años y me ha invitado, yo he accedido siempre y cuando vosotras también vengáis, claro está.
-Alex...
-¡Eh! -corté a Cyn antes de que empezara la reprimenda-. Será divertido, además, a penas hemos pasado tiempo juntas desde que hemos llegado. ¿Es o no es?
-Es -afirmó Mía mientras le daba un mordisco a su sándwich.
-¿Ves? -señalé a Mía con una mano sin quitarle los ojos de encima a Cyn-. Mía me apoya.
-Ya, pero no sé...
-Vas a ir, te guste o no y mejor será por las buenas que por las malas.
-¿Es una amenaza?
-Tómatelo como quieras -le sonreí encogiéndome de hombros-. Ahora si me disculpan, me voy a cambiar, tenemos entrenamiento.
-Sí, dentro de unas.... ¿tres horas? -dijo Mía con la boca llena.
-No quiero llegar tarde.
Era cierto, no quería llegar tarde, pero no porque últimamente me estuviera volviendo puntual y responsable, sino porque había quedado con Tom y demás que me estaba ayudando con todo aquel embrollo como para encima hacerle esperar.
Me estaba esperando en la parte más alejada del ala este de la biblioteca, la cual era inmensamente enorme. En mi vida había visto una así. Estaba dividida por secciones como: lenguas clásicas, anatomía, filósofos de la historia... y a cada cual más grande. A penas había gente y lo agradecí, sería muy raro ver a dos alumnos buscando información sobre vampiros, teniendo en cuenta que sus padres los enviaban allí para protegerles.
-Hola -le saludé al llegar a una mesita donde se encontraba sentado con el portátil ante él.
-Llegas tarde.
-Joder Tom, solo dos minutos -me quejé; sentándome junto a él-. No es que se vaya a acabar el mundo por ello.
-Tú y tu impuntualidad, ¿sabes? -dijo sin apartar la vista de la pantalla- sigo sin acostumbrarme.
Decidí que lo mejor sería ignorar su comentario y ponernos manos a la obra. Estaba metido en una página sobre rituales satánicos, que poco me importaba, la verdad, hasta que llegó a la sección en la que mencionaba una breve historia sobre la resurrección de los no muertos.
-¿Qué tiene que ver esto con lo que me pasa? -pregunté con voz cansina- A ver, me parece muy interesante que si comes ojos de rana, te ayuda a ahuyentar a los malos espíritus pero...
-Calla y lee -me cortó señalando un párrafo señalado en color azul-. Justo ahí.
¨Antaño, cuando aún los continentes se encontraban como uno solo, las razas humanas y vampíricas, se mantenían unidas, porque sabían que ambas dependian de la otra, hasta que uno de los esclavos de la luna, antepuso sus intereses a los de los demás, llevando a sus compañeros al frente para acabar con la esclavitud que según él los humanos les tenían impuestos. Hubo derramamientos de sangre por doquier..."
-Sí, la historia de Mikael ¿y?
-A veces eres tan desesperante -dijo más para sí mismo que para mí-. Sigue leyendo.
Y así lo hice. No había nada que ya no supiera de antes. La historia de cómo nuestra raza quedó dividida en dos, la sabía desde muy pequeña; la había dado en la escuela y además, mi madre me la había narrado en muchas ocasiones en las que no podía dormir. Pero mi interés creció cuando llegué a un punto que nunca antes había escuchado.
¨Los vampiros diurnos se encargan de la protección, tanto de su raza como de la humana. Poseen los dones de la naturaleza, concedidos para erradicar el mal creado por Mikael. Esos dones son: el Agua, la Tierra, el Viento y el Fuego, los cuatro elementos naturales, repartidos de forma equitativa, de modo que cada vampiro diurno presenta uno, a excepción de los Avengers, poseedores de un quinto¨. 
-¿Qué significa Avengers? -pregunté sin despegar la mirada de la pantalla, a pesar de que no había nada más de interés.
-No lo sé. Eso es todo lo que pone.
*Avengers... avengers, avengers...* La palabra resonaba en mi cabeza como el eco en una cueva profunda. Me sonaba muchísimo, pero no tenía ni idea de qué. No sabía dónde la había escuchado o leído, pero sabía que en algún sitio había sido.
-¡Esto son chorradas! -me levanté indignada de la silla, que casi cae al suelo-. Tú lo sabes.
-Quizás no, Alex...
-Tom, probablemente nos lo imaginamos, quizás solo fuera por el susto, es la primera vez que nos enfrentábamos a alguien, sí, fue nuestra imaginación -mi tono de súplica era desesperado, si no escuchaba pronto un ¨sí Alex, nos lo imaginamos¨ probablemente me echaría a llorar y Tom lo sabía.
-O solo fuera un truco más que no sabías que eras capaz de hacer -me atrajo hacia él y me envolvió entre sus brazos- solo hay una forma de saberlo.
-¿Cómo? -medio sollocé contra su hombro.
-Desencadenarlo, descubrir cómo lo haces y ver qué es.
-Pero es que no sé cómo lo hice -medio le grité contra su pecho- no sé cómo...
-Ejem, ejem.. ¿tú no tenías que prepararte para entrenar?
De un salto, más por el susto que por el bochorno de que Cyn se hubiera enterado de que la había mentido, me aparté de Tom, dejando una distancia considerable entre ambos.
Mi amiga me miraba con na mezcla de diversión y enfado, que sabía a lo que se debía. Ella y yo no teníamos secretos y le había metido una trola más grande que una casa. Tom nos miró a las dos sin comprender; normal, teniendo en cuenta de que él no sabía que yo le había dicho a Cyn que había quedado con él.
-Esto.. eh... -me arrasque la coronilla, pensando una buena excusa- sí, pero verás...
-¿Estáis juntos de nuevo? ¿Es eso?
-¿¡Qué!? ¡No! -chillé, llevándome la mano instintivamente a la boca para callarme.
Por la mirada de odio que me dedicó Tom, supe al instante que la había cagado y bien cagada. Cinthya nos miraba de hito en hito a los dos sin entender qué era lo que estaba pasando allí aunque sinceramente, ya, ni yo misma sabía que era lo que estaba pasando. Hacía un momento estaba entre los brazos de Tom, quien me estaba consolando y ahora, yo, como una estúpida, había chillado ofendida cuando mi mejor amiga había preguntado que si habíamos vuelto. No quería que la gente pensara eso, porque no era verdad, pero quizás mi reacción había sido un pelín exagerada.
-¿Entonc... -empezó a decir Cyn, pero Tom la cortó.
-¡Joder! Ni que fuera tan malo. Lo he pillado ¿vale? Tú y yo, se acabó, lo sé, no hace falta que me sigas
tirando esas indirectas -estaba encolerizado y rojo de rabia. Se giró hacia sus cosas y de un porrazo cerró el portátil, dándose la vuelta para marcharse, aunque no antes de soltar su último comentario:- Pero si hemos acabado, acabamos en todo.
Lo seguí atónita con la mirada, aún con la mano sobre mi  boca. Había poca gente en la biblioteca, pero la poca que había se me quedó mirando de reojo, como si yo fuera la causante de una guerra mundial.
-Por el amor de Dios. ¿¡Alguien me puede explicar qué está pasando aquí!? -susurró Cyn con los puños apretados en los costados-. Aunque está claro que Tom no. ¿Alex? ¿Qué pasa?
-Nada... -negué con la cabeza,  con la mirada perdida puesta en la puerta por donde Tom se acababa de marchar- no ha pasado nada.
-Joder Alex, ¿a eso le llamas tú nada?
Sin mediar una sola palabra más, recogí mis cosas y salí de la biblioteca a toda prisa, dejando a mi mejor amiga como un pasmarote con la mandíbula casi rozando el suelo.
No tenía muy claro hacia dónde iba, pero tenía que arreglar la que había formado. Tom había sido el único en preocuparse por mí -también he de decir que era el único que sabía todo lo que estaba sucediendo- y yo en cambio, prácticamente la había abofeteado.
Había sido una tonta al pensar que él seguiría fuera esperando a que mi magnífica persona se dignase a reaccionar y a ir tras él, porque ciertamente no estaba allí. Miré a ambos lados del pasillo, pero solo había alumnos que volvían a sus clases.
Derrotada y con un suspiro, me dejé caer contra la pared, deseando que en el suelo se hiciera un agujero y me tragase; pero teniendo en cuenta que eso era técnicamente imposible, no podía ser tan cobarde.






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