jueves, 20 de marzo de 2014

Capítulo 16.

-¿Se puede pasar? -asomé la cabeza por la hoja de la puerta, algo ruborizada.
-Adelante -asintió la directora.
Como me indicó, entré en su despacho. Mentiría si dijera que no estaba nerviosa por su convocatoria. No recordaba haber hecho nada malo, quitando la vez que entré en el ala de los chicos o la vez que Cárter nos pilló a Tom y a mí en el bosque... bueno vale, sí, me habá saltado un montón de normas en las últimas semanas.
-¿Qué me quería?
La directora estaba tal y como la recordaba. Con sus largas uñas de color rojo sangre a juego con los labios y el pelo tan estirado que parecía que se le saldría del cuero cabelludo de un momento a otro. Pocas cosas me daban miedo, pero contemplar a aquella mujer, era una de ellas. Me recordaba al personaje  malo de ¨El emperador y sus locuras¨, una película que había desgastado cuando era niña; solo que esperaba que la
directora no tuviera un pasaje secreto hasta un laboratorio lleno de pociones, aunque viniendo de aquel lugar, no me sorprendería nada.
-He estado al corriente de lo sucedido últimamente... -comenzó, pero dejó la frase a medio acabar.  *Ya está, ya la has vuelto a liar, verás la que te va a caer, si es que siempre estás metida en líos, no puede ser Alex. No puede ser.* - Bueno, mejor dicho, el profesor Rojas me ha informado de lo acontecido últimamente...
-Se lo puedo explicar -la corté, alarmada, dando un paso hacia delante.
Por la expresión que puso, supe que si quería mantenerme con vida, sería mejor que no volviera a interrumpirla o de lo contrario me sacaría las tripas sin piedad.
-¿Puede excusarse? Vaya, eso me sorprende.
-Esto... sí... -vacilé, captando y dándole vueltas al nombre que la Sra. Grant había mencionado-. ¿Quién es el profesor Rojas? No...
-Su tutor de entrenamiento -me cortó, a lo que yo la miré sorprendida y a la vez con odio. Tampoco me gustaba que me interrumpieran.
*Será traidor...* Mentalmente me estaba dando de bruces contra la pared. Pero...¿De verdad había sido tan estúpida como para pensar que Cárter -al que no le pegaba para nada ese apellido- no me delataría a la directora? Que estúpido por mi parte pensar aquello. Pero lo más dudoso de todo era, ¿por qué solo estaba yo allí y Tom no?
-Como iba diciendo -prosiguió la directora, sacándome de mis ensoñaciones- el profesor Rojas -señaló a mi espalda. Me giré y vi que Cárter estaba allí. No me había percatado de que no estábamos solas. Se encontraba de pie, apoyado en la pared y mirando a lo lejos, como si buscara algo que no supiera encontrar. No pude reprimirme a dedicarle una mirada no muy amistosa-, me ha contado que usted ha estado algo distraída últimamente. Que llega tarde a los entrenamientos y que nada más y nada menos, el día de su castigo tuvo un leve desmayo y acabó en la enfermería.
He de reconocer, que aquello sí que fue una verdadera sorpresa. Me quedé, literalmente, de una sola pieza.
-Esto.. eh... -pasé mis dedos entre el pelo, atusándomelo un poco mientras pensaba cómo organizar las palabras para que no salieran hechas un fiasco de mi boca.
-¿Está usted bien señorita Thomson? -la directora se paró frente a mí, a un par de pasos de distancia.
-Sí, es solo que... bueno... me cuesta adaptarme -me encogí de hombros- supongo.
-¿Hay algo por lo que deba preocuparme? Soy la directora y a pesar de que hayamos empezado con mal pie debido a su pelea, mi función es ocuparme de los alumnos y no siempre sancionándolos con castigos.
Aquella mujer, me estaba dejando sin palabras. Solo había hablado con ella una vez y como bien había mencionado, había sido la mañana de mi llegada, cuando me había castigado por, presuntamente, involucrarme en la pelea entre Christian y Jo; y bueno, mis conclusiones al respecto no habían sido demasiado buenas; por no decir que la había tachado con la palabra ¨zorra¨y en mayúsculas; pero quizás me había equivocado.
-No, no hay nada de lo que preocuparse, es solo que bueno... me estoy adaptando todavía -volví a echarle una miradita a Cárter, quien seguía en la misma posición que antes, solo que esta vez, sus ojos estaban clavados en mí.
-Bien, espero que solo sea eso. Ya sabe, si necesita cualquier cosa, comuníquemela o si lo prefiere, hágalo al señor Rojas -lo señaló con un gesto de la cabeza-. Está  de suerte, se preocupa por usted.
-Sí -asentí con una leve sonrisa, dándole vueltas a esa última frase-. Gracias.
-Puede marcharse.
-Adiós.
Salí a paso apresurado del despacho. A pesar de que la charla no había tomado el camino que me esperaba, no me gustaba aquel sitio ni aquella mujer; aunque debía recalcar que me había sorprendido.
Unos pasos hacían eco tras de mí, mezclándose con el sonido de los míos. En seguida supe quién era.
-Entonces -sonreí, aprovechando que estaba de espaldas a él- ¿debo de estar de suerte porque te preocupas por mí?
-No lo hago con toda la gente -dijo Cárter, poniéndose en seguida a mi altura-. Pero eres mi alumna y eso me lleva a hacerlo -se apresuró a decir.
Aquella última palabra me había chocado, como un bofetón a primera hora de la mañana. ¿De qué me sorprendía?
Me había pasado los últimos días dándole vueltas a lo sucedido en el gimnasio, cuando tropecé y el cayó sobre mí. Había sentido una sensación de hormigueo muy extraña por todo el cuerpo. En un principio pensé que él también la había notado, pero ¿a quién quería engañar?
-Pues gracias -contesté con seriedad, apretando el paso para alejarme de él; aunque con sus largas piernas no tardó en alcanzarme.
-Estaba preocupado por ti.
-Pues no deberías ¿sabes? -frené bruscamente al llegar a la zona baja de las escaleras que subían hasta  las habitaciones- Sé cuidar de mí misma.
Por su mirada, supe que mi comentario le había sentado mal, aunque peor me había sentado a mí el suyo. Tenía muy claro que él era mi profesor, pero si cabía alguna duda, ya había dejado claro que yo simplemente era una alumna más. A si es que si solo era eso, una alumna más de las muchas que tenía, sería mejor que dejara de tratarme como si no lo fuera.
-Muy bien -asintió, con la mandíbula tan apretada que escuché el rechinar de sus dientes- no volveré a involucrarme en sus asuntos, señorita Thomson.
Pegué un leve respingo en mi sitio, no por la dureza de sus palabras ni por el sendero que había tomado nuestra conversación, si no por ese ¨señorita Thomson¨; por ese desprecio y desdén de la entonación.
Sin mediar una palabra más, di la vuelta y subí a toda velocidad las escaleras, sin parar hasta que llegué a mi habitación. Cerré la puerta de un portazo y me apoyé en ella.
-Estúpida, estúpida, estúpida...
-¿Qué he hecho ahora?
Tiffany, a la cual no la había visto al entrar, cegada por la rabia que  corría en esos momento por mis venas, estaba sentada en su cama, con una revista entre las manos.
-Tú nada -dije apartando la mirada de ella y dirigiéndome a mi cama.
-Oh.
Otro incomodo silencio se produjo entre nosotras, aunque después de todos los que había habido en los últimos días, ya no resultaban tan pesados.
Saqué mi pijama de debajo de la almohada y me lo llevé al cuarto de baño para cambiarme. Después de dieciocho años, aún me seguía dando pudor que otra chica me viera en bolas.
La imagen de los ojos de Cárter no paraba de dibujarse ante mí. El comentario le había ofendido, él se había preocupado por mí y yo solo le había restado importancia argumentando que podía defenderme sola. No me gustaba que la gente se apiadara de mí, aunque cuando la directora le mencionó y dijo que había sido él quien la había informado sobre lo que me ocurría últimamente, una sensación de alivio me había rozado el pecho. Quizás fue por eso por lo que me había sentado tan mal que reconociera  que solo era una alumna más.
-Creo, sinceramente, que estás perdiendo la cabeza -susurré a mi propio reflejo.
Me enjuagué la cara con algo de agua tibia y posteriormente me cepillé los dientes, preparándome para dormir. Todo el traqueteo que me había traído con Cinthya aquella tarde me había pasado una buena factura y estaba verdaderamente agotada. Necesitaba descansar si quería estar, aunque fuera, a un cincuenta por ciento en mi guardia.
-A si que tú y Will ¿eh?
-¿Qué? -me paré, sorprendida, a medio camino de mi cama.
-Sí, antes, cuando te he ido a buscar -Tiffany me miró por encima de su revista- estabas con él y se os veía muy... ¿cómo decirlo?
-¿En serio? -no salía de mi asombro. Primero se pasaba varios días sin dirigirme una sola palabra y ahora quería que le contase qué había entre Will y yo. Que no era nada, claramente. Quizás fue esa la gota que colmó el vaso o que se me juntó todo y por eso, exploté en cólera-. ¿!Te crees que tienes derecho a dejar de hablarme y ahora venir a preguntarme que si tengo algo con Will!?
La chica me miró algo asustada, debido a mi reacción, pero es que no tenía derecho a jugar así conmigo.
-Yo... -empezó a decir, pero la corté, presa de la ira.
-Tú, nada, Tiffany. No sé qué es lo que se supone que te he hecho, pero si preocuparme por ti es algo malo, entonces que me detengan -extendí las manos al frente, con los puños cerrados- pero en mi país no lo es.
-Tienes razón -suspiró en un susurro a penas audible.
-¿Qué?
-Que tienes razón ¿vale? -dejó la revista a un lado y se incorporó, acercándose a mí-. Me he comportado como una auténtica gilipollas y sí, te estaba evitando.
-¿No me digas? -me reí con ironía-. No me había dado cuenta.
-Es solo que... me asustaste... y ... uf -no le dio tiempo a terminar la frase, antes de eso, se ahogó en un sollozo.
No pude evitar sentirme culpable por hacer que llorara. Tal vez me había pasado y le había gritado de más. Dejé mis cosas a un lado y la abracé con fuerza. Era tan poquita cosa, que me recordaba a una niña pequeña. Parecía tan frágil...
-¿En qué andas metida Tiff? -pasé mis manos por su pelo, para intentar calmarla- Sabes que estoy aquí, puedo ayudarte.
-No, no es nada malo, solo que... -negó con la cabeza pegada a mi esternón- no puedo decírtelo. Pero no es malo ¿vale?
-¿No es malo y estás llorando?
-No lloro por eso, lloro porque soy una estúpida, te he tratado como una mierda -sus lágrimas estaban dejando un cerco de color gris oscuro en la camiseta de mi pijama; ya notaba lo húmedo en mi pecho y no sabía cómo podía hacerla parara de llorar. Se me estaba partiendo el alma de verla así.
-Pues un poco sí -reconocí con una sonrisa- pero este llanto que te me traes lo está recompensando.
Con una carcajada suave, se separó de mí, aún sin apartar sus manos de mis brazos. Tenía los ojos irritados y las mejillas sonrojadas por el rastro de las lágrimas. ¿De verdad podía pensar que aquella chica era mala?
-¿Me perdonas?
-Pues.... -puse los ojos en blanco, para darle algo de suspense al asunto, aunque no demasiado si no quería que se  volviera  echar a llorar-. ¡claro que sí!
Independientemente del motivo, se abalanzó sobre mí de nuevo, pero esta vez fue ella la que me apretujó. Hasta aquel momento no supe lo que me importaba de verdad aquella chica.
-Venga anda, deja de llorar ¿quienes? Que me vas a hacer de llorar a mí también.
-Prometo no volver a comportarme así -se sorbió los mocos mientras me soltaba.
-Eso espero -la miré con reproche, pero divertida.
Las dos nos echamos a reír, como buenas amigas que habían arreglado sus malentendidos. Era todo un alivio que las cosas ya estuvieran habladas. Sentía como el nudo que se había apoderado de mi pecho, se disipaba poco a poco. De la noche a la mañana, todo el mundo se había enfadado conmigo; con todo el mundo me refiero a Cyn, Tiff y Tom; y el hecho de haberlo arreglado ya con dos de los componentes, era quitarse todo un peso de encima.
-¿Mejor?
-Sí, -asintió, restregándose las mangas de su pijama por los ojos- ya estoy mejor; pero...
-¡Ohg! -levanté las manos en modo teatral- ¿hay un pero?
-Por supuesto. No me has contestado a la pregunta. ¿Qué hay entre tú y Will?
-¡Mierda! -espeté, dejándome caer sobre mi cama- Pensé que se te había olvidado. Nada, no hay nada.
-Pues no parecía que hubiera nada -recalcó la ultima palabra, haciendo comillas con sus dedos.
-Pues... no hay nada -susurré, apartando la mirada de mi compañera.
Claro que no había nada; ni lo habría. Por muy guapo que fuera ese chico, no me atraía; en realidad mi mente andaba ocupada en otro; al que acababa de mandar a la mierda hacía, aproximadamente, diez minutos.
-Will es muy buen tío. Va de chulo y eso, aunque bueno, tiene para creérselo -se rió entre dientes-. Tiene fama de ligón.
-Creo que esa última parte ya me la sabía -bostecé.
-¿No te gusta? ¿Ni aunque sea un poco?
-A ver... es guapo, tiene un buen cuerpo y parece simpático -volví a taparme la boca, con un bostezo- pero se lo tiene demasiado creído.
El sueño se estaba apoderando de mí con cada palabra. Yo sólo quería irme a dormir, pero ahora que lo acababa de arreglar con Tiffany y la veía tan entusiasmada, me daba algo de corte decirle que continuaríamos la conversación mañana.
-Oh y lo es, créeme. Todas las chicas de este instituto suspiran por él.
-¿Tú también? -le pregunté, acomodándome en mi cama.
-No, no es mi tipo.
-Ya, ya... eso dicen todas...
Continuamos de cháchara un rato más, pero estaba tan cansada que vine a quedarme dormida en algún punto de la conversación. Poco a poco mis músculos se fueron relajando, tanto, que hasta dejé de sentirlos.
Estaba en lo alto de la azotea del castillo. Me costaba caminar por aquellas tejas medio sueltas y el oxígeno me pesaba en los pulmones. No había tenido ni un segundo para parar a tomar aire. No tenía tiempo; no si quería mantenerme con vida.
Una de las tejas resbaló bajo mi pie y tuve que esforzarme en mantener el equilibrio; de lo contrario me caería. Entre el suelo y yo, había demasiados metros como para que la caída fuera mortal.
Paré a descansar, *solo un minuto*, me decía. Necesitaba tomar aire y recuperar fuerzas si quería escapar de allí, además de prepararme mentalmente para el salto que me esperaba. Un mal paso y estaría muerta.

No muy lejos de donde yo estaba, tras la puerta que daba a las escaleras; escuché sus voces. Sus sangrientas y viperinas voces. Venían a por mí y no descansarían hasta acabar conmigo.
-Vamos Alex -me asomé al vacío y la oscuridad de la noche, convenciéndome a mí misma que solo eran unos metros de nada- tú puedes.
Justo cuando estaba cogiendo carrerilla, escuché una explosión y la puerta se rompió en mil pedazos. Tiffany, Cinthya, Mía y Daniela, aparecieron por ella, con los colmillos desenfundados y sus ojos inyectados en rojo sangre. Venían a por mí.
-Prepárate para ser uno de los nuestros -siseó Daniela.
-¡Jamás! -grité.
Sin pensármelo dos veces, cogí impulso y salté al vacío.



9 comentarios:

  1. fygbvassnafvsduihcshvf (si, solo he comentado para poner esto XD)

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    1. JAJAJAJAJAJAJAJA ¿sabes? podías expresarte un pelín mejor :P

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  2. Dios, me encanta The Wrach *~*.Asdfgahshsskznwi (al estilo Clara puajaja). Sube pronto el capi. pliiiis, que quiero más salseooo. Y haber cuando habla con Tom! PD: siento no comentar mucho :S PD2: soy Anna Picture jaajaj.

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    1. Estás loquísima jaja gracias por leerme :)
      PD: ya está.
      PD: te llamas como yo jejeje

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  3. ¿4 días sin The Wrach? NOOOOOOOOO

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  4. Gente nueva y yo sin poder comentar? Eso así no es, no no! xD
    Ya sabes lo que pienso del capitulo porque lo comente en la foto de tuenti.
    Esta es la décima prueba para ver si funciona, lo he intentado en casi todos los capítulos xD
    Esperemos que algún día me deje..
    Besoos (si te llega claro xd)

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    1. OLE AHI!! jajajajaja he de darte las gracias por el esfuerzo para comentar, en serio jajaja

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  5. No sabes la que he liado! Sigo sin saber que le habrá pasado que no me dejaba. xD Ya podre poner mis textacos para que todos los vean *-*

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