martes, 4 de febrero de 2014

Capítulo 1.

El ruido infernal del despertador me sacó de mi magnífico sueño en el que me encontraba haciendo surf en una playa de no sé donde, el lugar no me importaba mucho, solo la sensación de mis poros captando la vitamina D y del agua salpicándome en la piel.
Lo miré con desprecio y tras darle un golpe para que dejara de sonar, volví a darme la vuelta entre la mullida colcha. Un momentoVolví a girarme para ver el despertador.
-¡Mierda! -con un tirón, me saqué las sábanas de encima.
Llegaba tarde, muy muy tarde y lo peor de todo es que llegaba tarde a mi propia graduación. En esos momentos agradecí el haberme duchado por la noche. Cogí unos vaqueros y una blusa de color negro junto con mis converse. Me lavé la cara y me recogí el pelo en una cola de caballo, cepillé mis dientes y salí disparada por la puerta de entrada.
No era la primera vez que me quedaba dormida y llegaba tarde a clase, había tenido más de un problema con respecto a eso, pero llegar tarde el día de mi propia graduación...
La graduación del instituto al que iba no era una normal, bueno, lo que los mundanos llaman normal. Mi graduación consistiría en escuchar el largo y tremendo discurso del director y posteriormente, el recibimiento de los tatuajes que se nos otorgaban una vez finalizado el curso, siempre y cuando aprobaras con todas.
Los tatuajes eran una forma de reconocernos entre nosotros; los Wrach. Cada tatuaje representaba el poder de cada uno. El mío no se me iba de la cabeza y tenía muchas ganas de recibirlo de una vez. Sería una pluma despuntada y chamuscada, de la que saldrían pájaros de fuego. ¿Que por qué? Pues no es muy difícil de adivinar, mi especialidad era ese elemento, controlaba las llamas. Cada tatuaje era distinto, nosotros mismos los diseñábamos, pero tenían que tener algo que indicara cuál era nuestro don. Por ejemplo, mi mejor amiga Cinthya, poseía el poder del agua y según me había explicado, su tatuaje sería una gota de color azul degradado. Al principio me pareció un poco simplón, pero una vez vi el diseño me enamoré de él.
Y por último, pues la cosa no quedaba ahí, el director nos diría a qué lugares estábamos destinados a proteger. Me daba igual el sitio, solo pedía que fuera a donde tuviera que ir, Cinthya viniera conmigo.
Aparqué el coche en el primer hueco libre que vi. Me maldije a mí misma cuando al abrir la puerta con las prisas, le hice un pequeño rayón; pero no había tiempo para lamentarse por ello.
No había nadie en el exterior, algo que me puso aún peor, porque eso significaba que ya estaban todos dentro y que probablemente el discurso ya habría empezado.
Corrí con todas mis fuerzas  por los pasillos del instituto , la velocidad vampírica era una de las cosas que más me gustaban. Cuando vi que los de mi clase aún se encontraban organizando la fila para subir al estrado, suspiré de alivio.
-Menos mal -Cinthya me miró de reojo con reproche- la niña se ha dignado a aparecer. Te has quedado dormida ¿verdad?
-Sí -asentí casi sin aliento.
-Ains -suspiró negando con la cabeza.
Me coloqué entre medias de ella y de un chico que no sabía cómo se llamaba. Sí, estaba en mi clase, pero no sabía su nombre; en realidad, nunca había hablado con él. Me dedicó una mirada de desprecio de arriba a abajo y volvió a mirar al frente.
-Estúpido -mascullé.
A medida que el tiempo iba pasando y los alumnos iban subiendo al estrado cuando mencionaban la letra de su clase, yo me iba poniendo más y más nerviosa. Las manos me sudaban y por mucho que me las limpiaba en los pantalones, cada vez las notaba peor.
-Y ahora -escuché tras la cortina al que se encargaba de presentarnos- los alumnos del curso C.
*Ay madre, ay madre, ay madre*; esos éramos nosotros. La profesora Marta, la tutora de mi grupo que se encontraba con nosotros, corrió la cortina para ayudarnos a subir. Agradecí mentalmente ir en zapatillas y no en tacones; tenía miedo de caerme y hacer el ridículo.
La primera chica, una rubia de pelo corto salió al escenario y así sucesivamente. El orden iba según los apellidos y el mío era Tomson por lo que yo era una de las últimas.
Los focos me cegaron cuando salí. Todos los padres y alumnos de los cursos inferiores estaban sentados en las butacas y bancos de enfrente y me estaban viendo poner cara de estreñida *genial *.
Cuando salieron las dos últimas clases de mi año, el director, un tipo regordete y de pelo cano que siempre iba vestido con traje chaqueta, empezó a dar su discurso. Como lo que más me importaba era el final, ya que decía el sitio a los que estábamos destinados, pasé de escucharle y me puse a buscar a mis padres entre el público.
Los localicé tras cuatro o cinco pasadas. Se encontraban los dos juntos, vestidos con su habitual ropa de uniforme negro y me estaban mirando, sonrientes. Ambos trabajaban en la escuela, formaban parte del equipo de seguridad y además, mi madre, que a pesar de aparentar ser una chica repipi y pequeña, era la que se encargaba de los entrenamientos; algo que me había venido bien y mal, pues ella era una de las mejores luchadoras que conocía y eso hacía que sus exigencias hacia mí fueran superiores a las del resto.
Mi padre era un tipo recto, que la verdad, infundía miedo, pero solo era una fachada para aparentar dureza hacia el resto de la gente, luego en casa, era totalmente distinto.
La gente decía que me parecía más a él que a mi madre y yo opinaba igual; lo único que había heredado de mi madre, habían sido sus ojos anormalmente oscuros. Digo anormalmente porque los Wrach teníamos los ojos de color dorado, un efecto de no tomar sangre humana, pero ni mi madre ni yo los teníamos así, sino de un color negro oscuro, tanto que para diferenciar el iris tenías que acercarte y fijarte muy bien. Era una de las partes favoritas de mi cuerpo. En cambio, de mi padre lo había heredado todo. Su piel ligeramente aceitunada, su sentido del humos, la fama, pues no es por fardar ni nada, pero yo era muy buena en lo mío y el pelo negro; aunque bueno, ya no lo tenía negro, me lo había teñido de color rojo y por eso la mayoría de la gente me llamaba pelirrojilla, algo que odiaba, pero en el fondo me resultaba gracioso. Por lo demás, todo era mío propio, con esto me refiero a mi constitución física; alta, delgada y con una delantera bien dotada.
Les dediqué una sonrisa y agaché la mirada hacia el suelo. Aquel discurso me estaba matando de aburrimiento, incluso tenía la sensación de que o acababa de una vez o caería redonda al suelo.
-Puto coñazo -susurré.
Cyn, que lo había oído, me dedicó una mirada de soslayo y se rió por lo bajo, algo que hizo que yo también lo hiciera y que Marta, la tutora nos mirara enfadada y negando con la cabeza como signo de desaprobación.
Cinthya, Cyn para mí, era mi mejor amiga, bueno, más bien era como una hermana para mí; llevábamos juntas desde que ambas teníamos uso de razón, es más, hacíamos los años el mismo día. Nuestras madres se conocieron en el hospital.
A diferencia de mi madre, la de Cyn era una bruja. Su padre era un Wrach que la dejó embarazada y se marchó, algo muy común en nuestra sociedad; pero aún así ella siguió para a delante y la tuvo. Eso me daba mucha pena, porque aunque mis padres estuvieran expuestos al peligro constantemente, gozaban de la inmortalidad, pero la madre de Cyn no; aunque bueno, su madre parecía una madre normal, mientras que mis padres parecían mis hermanos mayores.
-Y con estos mis queridos alumnos, finaliza mi discurso -escuché decir al director. *Menos mal... * - Ahora iré diciendo los lugares a los que seréis asignados. Ya sabéis cómo va. Los diez mejores de cada grupo, iréis a las academias para proteger a los humanos y pasar la prueba final, mientras que el resto tendrá que quedarse aquí y seréis asignados a una de rango inferior. Comienzo: Lea Trims, Spencer Wals, Diu Marron ….
Volví a desconectar, los nervios me taponaron los oídos y el ser de las últimas no ayudaba nada, porque a medida que iba escuchando nombres los nervios iban aumentando.
Noté unos dedos pasar por entre los míos y apretarme con fuerza. Miré a mi derecha y ahí estaba mi mejor amiga, dándome apoyo. Le sonreí con nerviosismo y ella me devolvió la sonrisa. Estábamos tan nerviosas... a ambas nos daba igual el destino, si es que nos enviaban a algún lado. Solo queríamos estar juntas.
-Del curso C, los seleccionados para la academia de Richarford, Toronto (Canadá) son...
¡Zahs! Noté un golpe en el pecho, mis nervios estaban a flor de piel y un ligero mareo se apoderó de mí. Veía un poco borroso e incluso tenía ganas de vomitar, pro mantuve la compostura.
-Martin Smith -el chico dio un paso al frente. Para mi sorpresa, había sido el que cuando llegué me miró con tanto desprecio. *Mira, ya sabes su nombre jeje *- Mia Lim, Caleb Walrwod, Daniela Spok, Jo Lim -cada vez que escuchaba un nombre y ninguno era el mío, le apretaba la mano a Cyn con más fuerza. ¿Y si ni siquiera nos cogían? Nos habíamos esforzado tanto...- Christian Marcus, Yum Pardo, Tom Di, Cinthya Michaelson y por último Alexandra Tomson.
No me lo podía creer. Todos esos años de duros entrenamientos, aguantando a los hijos de p... de los profesores, a los hipócritas de los alumnos, las patadas, los sufrimientos... ¡habían tenido su recompensa! Y lo mejor de todo es que me iba a Canadá y con Cyn.
Cuando escuché mi nombre tuve que reprimir el grito de alegría que se me estaba formando en la garganta, junto con las ganas de abrazar a mi mejor amiga. *Te vas a Canadá. ¡Os vais Canadá! * Seguía sin creérmelo.
Busqué a mis padres de nuevo entre el público, tenía que sentir su aopoyo, sino explotaría de la alegría allí mismo. Mi madre seguía allí, en su pose seria y recta habitual, aunque con una sonrisa dibujada en la cara, pero mi padre ya no estaba; él era uno de los encargados de organizar la parte de los tatuajes.
Me daba pena tener que irme y dejar allí a mis padres, pero Dios... ¡era Canadá! Y lejos de ellos... con mi mejor amiga... iba a ser una fiesta continua, bueno claro, sin olvidar mi deber, que era el de proteger a los alumnos que allí residían. Sí, suena un poco raro, lo sé, pero en esas academias a las que íbamos, se encontraban los hijos de los altos cargos de la sociedad; es decir, los hijos de los presidentes, los ministros, alcaldes de gran importancia e incluso los hijos de familias acaudaladas que sabían de la existencia de los Marwolaeth y querían mantener a sus hijos a salvo. No es que aquellas academias fueran muy seguras, en muchas ocasiones se habían producido ataques, ahí era donde entrábamos nosotros, los Wrach.
Nadie sabía de la existencia de mi raza, había pequeñas leyendas, pero solo eso, leyendas. Nosotros, los diez seleccionados iríamos allí como otros alumnos más a los que sus papis ricos querían mantener a salvo. Nos haríamos cargo de la seguridad y los protegeríamos. No es que allí no hubiera seguridad, por supuesto, pero se basaba en humanos entrenados para matar vampiros, los llamados ¨cazadores¨. Sí, eran rápidos y fuertes, pero solo simples humanos. Un Marwolaeth podría acabar con ellos en menos que canta un gallo, aunque a decir verdad, agradecíamos sus ayudas, había mundanos bastante buenos.
Pasaron cinco minutos más hasta que por fin pudimos bajar del escenario para irnos a las salas de tatuajes; cinco minutos que a mi se me hicieron una eternidad.
Las salas estaban divididas en pequeños cubículos separados por mamparas de cristal tintado y unas cortinas rojas. Se encontraban en la zona norte del instituto. La gente iba pasando de una en una, por eso había muchas secciones, nos llevaría un rato largo el acabar, probablemente todo el día, por eso Cyn y yo nos sentamos en una de las mesas a desayunar, aunque, solo comía yo, ella ya lo había hecho en su casa.
-No sé cómo puedes comer tanto Alex – Cyn me miraba de hito en hito tamborileando en la mesa – Es que ¿no estás nerviosa?
-No he desayunado -dije con la boca llena - y sí estoy algo nerviosa, pero no va a ser nada.
-Nos va a doler -me miró con cara de pena y no pude evitar reírme. Me atraganté.
-¿En serio? Osea, pegas patadas, puñetazos, eres capaz de saltar diez pisos de altura y te han entrenado para matar vampiros y ¿dices que te va a doler un tatuaje?
-Sí -contestó con sequedad.
-Bueno, vale -puse los ojos en blanco.
La verdad es que mucho sentido no tenía, pero así era ella de terca; aunque bueno, a decir verdad no podía decir mucho, porque yo también era terca como una mula.
Me hacía mucha gracia, porque a pesar de su constitución menuda, era una bicha de mucho cuidado. Una de las mejores guerreras que había conocido jamás, aunque claro, qué puedo decir cuando era mi mejor amiga.
Siempre me acordaré del día que nos dio la neura y tras una apuesta, nos tintamos el pelo de color, ella lila y yo rojo tomate. Cuando nuestras madres nos vieron nos echaron una buena bronca, algo normal, pero siendo sinceras, nos quedaba genial además, nos hacía destacar entre el resto.
-He conseguido que estréis antes – dijo mi padre que acababa de llegar.
-¿Qué? -le miré con sorpresa- ¿No vamos a tener que esperar todo el día?
-No -negó sonriente con la cabeza-. Sabes que soy el encargado de llevar esto a si es que he movido algunas cosillas y os he colocado antes en la lista, es más -miró hacia uno de los cubículos- mi amigo Matt os está esperando, él será el que os haga los tatuajes. ¿Habéis traido los vocetos?
-Sí -asintió Cyn aún nerviosa.
*Mierda * Me llevé las manos a los bolsillos de los pantalones. Con las prisas me lo había quedado sobre la mesilla de noche.
-Toma anda -se rió mi padre entre dientes tendiéndome un papel.
-¿Qué?
-Sabía lo que iba a pasar y cogí el boceto yo.
*Genial papá, muy hábil por tú parte, ¿no pensaste en despertarme? * Suspiré y lo cogí. Sí, era demasiado despistada, ¿qué le íbamos a hacer?
-Gracias -le sonreí mientras tiraba a la papelera el envoltorio de mi bocadillo.
-De nada cariño -se inclinó y me besó en la frente-. Mamá y yo nos vamos a ir a casa, yo ya he acabado aquí. ¿Quieres qué... bueno, que vayamos haciendo la maleta?
-No -negué con un gesto- ya la haré mañana.
-¿Es que no lo sabéis? -nos preguntó sorprendido mirándonos a Cyn y a mí alternativamente.
-¿Qué es lo que se supone que debemos de saber señor Tomson?
-Bien -se rió- salís esta madrugada a las cuatro. Tenéis que ir hasta el aeropuerto de Amsterdam y allí cogeréis el avión a las cinco.
Al escuchar eso el alma se me vino a los pies. ¿Es que estábamos locos? ¡A las cuatro de la mañana!
Sabía que me iba a pasar unas largas horas en autobús, más que nada porque vivíamos a hora y media de la ciudad y el aeropuerto estaba a otra media hora en coche, pero ¿realmente era necesario salir tan pronto?
Mi padre tuvo que notar mi desánimo, pues me dedicó una sonrisa cariñosa y me abrazó con fuerza. En otra situación le habría apartado o incluso él mismo no habría hecho eso, no le gustaba tratarme de forma diferente al resto de alumnos durante las horas lectivas, pero teniendo en cuenta que iba a estar una temporada sin verme, le dejé.
Cuando mi padre se fue, Cyn y yo nos dirigimos a los cubículos para que nos tatuaran. En un principio supuse que entraríamos juntas, pero no, íbamos por separado a si es que dejé que entrara ella primero; estaba segura que escuchar el ruido de la aguja sólo la haría ponerse peor.
-Ey, Tomson.
Estaba apoyada en la pared, esperando a que mi amiga acabará cuando uno chico se acercó a mí. Era Tom Di, uno de los que se vendría conmigo a Canadá. Era un tipo majo y estaba bastante bueno además. Había estado saliendo con él hacía un par de años, pero era demasiado inmaduro y muy, pero que muy celoso a si es que preferí cortar de raíz antes de que la cosa fuera a más.
-Tom -le saludé con un gesto de asentimiento.
-¿Esperando para recibir tu marca?
-Sip.
-¿Puedo verla? -se apoyó en la pared a mi lado.
-Tendrás que esperar -le sonreí burlona- ¿Ya tienes la tuya?
-No, aún no -sonrió- no todos estamos enchufados como tú y Cinthya, tengo que esperar.
-¡Eh! -le golpeé en el hombro haciéndome la ofendida- No somos ningunas enchufadas.
-No, claro que no -me devolvió la sonrisa-. Como sé que no puedes esperar a ver el mío, toma -me entregó su boceto- ¿te mola?
Abrí el papel doblado que me tendió y vi el dibujo. Era un remolino en forma de tornado de color plateado. Su elemento era el aire. La verdad es que el tatuaje estaba bastante chulo, pero no iba a darle la satisfacción de recibir un cumplido por mí parte por lo que me guardé el comentario.
-Bueno, no está mal -me encogí de hombros con indiferencia y se lo tendí.
-Sé que te ha molado, que he visto tu cara al verlo.
Un chico, en la otra punta nos saludó con la mano. Bueno, más que nos saludó, le saludó a Tom, yo no tenía ni idea de quien era.
-Creo que te reclaman.
-Estoy muy solicitado -se separó de la pared y me dio un beso en la mejilla-. Hasta mañana pelirrojilla.
En el fondo sabía que seguía pillado por mí; pero yo no podía estar en una relación con alguien que solo se preocupaba del sexo y de que ningún chico que no fuera él me mirara. Era buen tío pero posesivo.
Pasó una hora y yo seguía esperando fuera; Cyn aún no había salido y estaba maldiciendo a todo ser viviente porque las piernas se me estaban empezando a engarrotar, seguía medio acarajotada, hambrienta, pues a pesar de que había comido medio sándwich no había probado una gota de sangre y además seguía pensando en que salía de casa a las cuatro de la madrugada. 
Cansada ya de esperar, decidí que lo mejor sería sentarme en el suelo, pero justo cuando me estaba dejando caer con la espalda pegada en la pared, Cyn apareció tras la cortina que tapaba la entrada a la zona de tatuajes.
-¡Ey! Déjame verlo.
Se dio la vuelta y se levantó la parte trasera de la camiseta. Lo tenía justo entre los dos omóplatos. Una gota de agua azul degradado. Era preciosa.
-¡Dios! ¡Es genial!
-Sí -asintió entusiasmada- y lo mejor es que no me ha dolido. Bueno, ha picado un poco, pero ya está.
-Te lo dije -alargué la última palabra para poner un tono más burlón, al que ella respondió con un sutil puñetazo en el brazo.
-Matt dice que entres -me sonrió-. ¿Te espero o me voy?
-Como veas -me encogí de hombros.
-Pues me voy -se rió-. Tengo que preparar las cosas.Te llamo luego ¿vale?
-Vale.
A pesar de que me había burlado de ella, yo también estaba algo nerviosa por el tatuaje. Los de los años anteriores decían que no dolía nada y yo quería creérmelo, pero por una parte sabía que no iba a ser así.
Descorrí la cortina y entré dentro del cubículo. Era pequeño, lo justo para una camilla en la que tumbarme y una mesa auxiliar donde estaban colocadas las agujas y la máquina de tatuar.
-Hola Matt -saludé.
-Pelirrojilla.
Odiaba que me llamaran así, era algo absurdo y me hacía hervir la sangre, pero si decía que no lo hicieran, solo lo harían más, era pura lógica.
-Siéntate y dime donde quieres la marca.
-En la espalda, como Cyn.
-Okay.
Las dos habíamos decidido hacernos el tatuaje en el mismo sitio, como un símbolo de amistad; ya que no podíamos tener el mismo, puesto que nuestros poderes eran distintos, lo tendríamos en el mismo lugar.
Me quité la blusa y me coloqué bocabajo en la camilla. A medida que el tiempo iba pasando me iba poniendo más y más nerviosa y escuchar el ruidito que emitía la máquina no ayudaba nada.
-Pásame el boceto anda.
Lo saqué del bolsillo de mi pantalón y se lo di. Estaba algo arrugado después de todas las veces que lo había doblado y desdoblado para verlo, pero eso daba igual.
-Es bonito sí -dijo el chico.
-Gracias.
-¿Estás lista? -preguntó con la maquina ya encendida.
-¿Duele?
-¿Por qué todos preguntáis lo mismo? -se rió entornando los ojos.
-No sé, ¿quizás porque es la primera vez que me tatúo? -mi voz sonó algo seria, pero tenía confianza con él a si es que no le di la menor importancia y él tampoco.
Sin contestarme siquiera, pasó algo frío y resbaladizo por mi espalda. Supuse que sería algún tipo de crema o algo y a continuación; noté el primer pinchazo.
Era una sensación extraña; como si miles de agujas te estuvieran dando descargas diminutas en la piel. Muy raro. Me relajé un poco cuando, tras diez minutos, asimilé que no dolería más. Todo estaba en mi cabeza y si lo aislaba dejaría de sentirlo.
No sé cuanto tiempo pasó en realidad, solo, que llegué a quedarme incluso dormida o al menos eso creo, porque no noté cuando Matt terminó de tatuaerme, solo unos golpecitos en la espalda que me sacaron de la ensoñación.
-Ya está -me informó contemplando su creación-. Tienes que darte con esta crema. No te va a tardar en cicatrizar, solo un par de horas, pero esto hará que se mantenga limpio.
Cogí el bote de crema y asentí. Una de las ventajas es que nos curábamos rápido. Probablemente si hubiera sido una humana, estaría una o dos semanas con la zona hinchada, pero como Matt había dicho, solo serían unas horas.
-Me he enterado de que te vas. ¿Nerviosa?
-Un poco -reconocí con la cabeza gacha- pero la verdad es que tenía muchas ganas de irme, además, voy con Cyn.
-Ya, eso me ha dicho -se rió- sois como dos gotas de agua.
-¿Quienes? -pregunté sorprendida- ¿Ella y yo? Pero si no nos parecemos en nada.
-¡Uy que no! Respondonas, atrevidas, divertidas, risueñas, malhumoradas, insoportables...
-Vale, vale -le corté con mirada de odio y moviendo las manos para que parara- ha quedado claro. Hasta más ver.
Salí del cubículo y me encaminé hacia el exterior. Hacía muchísimo frío, algo normal teniendo en cuenta que era principios de Enero, pero como había salido de casa con tantas prisas e iba a meterme en el coche enseguida, no cogí ningún abrigo. Algo muy mal por mi parte.
Estaba nerviosa no, lo siguiente. ¡Me iba a Canadá! Sí, estaba el royo ese de que dejaba a mis padres, pero bueno, solo sería un año y al comenzar el verano, como las clases acababan, volvería a casa.
-Va a ser alucinante -me dije a mi misma con una sonrisa de boba en la cara.
Pero lo mejor no era eso, sino que me iba con mi mejor amiga. ¿Podía haber algo más perfecto? *Dos luchadoras, dos guardianas unidas desde pequeñas, solas contra el mundo...¨* Bueno, quizás estaba delirando un poco, pero la emoción que me corría por las venas no me dejaba pensar con claridad.
A pesar de que le diije a mi padre que no hacía falta que se molestasen en hacer la maleta, cuando llegué a casa, ambos estaban corriendo de un lado para otro con montones de ropa entre las manos, latas de comida, dinero...
-Os dije que no os molestárais -dije entrando en mi habitación- parece que me queréis echar de casa.
Ambos se echaron a reír y me miraron con ternura. Sabía que no era así, los tres estábamos muy unidos, pero verlos tan alterados por mi partida me resultaba gracioso y un par de bromas no le harían daño a nadie.
-¿Es que pensáis que en Canadá no habrá comida o qué? - me reí al ver la cantidad de embutidos que habían metido al final de la maleta.
-Es solo por si acaso -me besó mi madre con ternura en la frente- compréndenos cariño, es la primera vez que nos alejamos de ti y...
Unas pequeñas lágrimas se le formaron en los ojos haciendo que sus oscuros iris resplandecieran. Mi madre podía ser la persona más dura del mundo, pero cuando se trataba de ¨su niñita¨era toda una sensiblera. Feliz y apenada a la vez, siendo consciente de que iba a estar varios meses sin mis padres, me levanté de la cama y la abracé con fuerza.
-Solo serán unos meses mamá -no sabía si se lo decía a ella o a mí misma para autoconvencerme de que no pasaría nada-. Estaré bien, os llamaré u os escribiré, lo prometo.
Pasó sus manos por mi pelo, acariciándome. A mí también se me hacía difícil, era todo un reto. Sí, nos habían estado preparando para aquel momento y si lo superábamos sería un gran logro tanto en nuestro expediente, pues a pesar de estar ya graduados, era una prueba final de curso, como para mi carrera de guardián; pero estaba asustada porque en realidad nunca me había enfrentado en un combate que no fuera con un compañero de clase. ¿Y si allí había un ataque? ¿Y si las cosas no eran como me esperaba?
-¿Momento familiar? -mi padre se nos unió al abrazo- Todo irá bien.
-Os voy a echar de menos -mi voz sonaba aplastada por el hombro de mi madre contra mi garganta.
-Y nosotros a ti cariño -ambos me achucaron con más fuerza- y nosotros a ti.
Pasaron cinco minutos hasta que al final nos soltamos haciéndonos a la idea de que si seguíamos así, no nos separaría nadie ni con una espátula.
Con tanto sentimiento de por medio, no había reparado en que todavía no había visto mi tatuaje hasta que no me picó por el roce de la blusa. *¿Dónde tienes la cabeza? ¡Ah sí! ¡Que nos vamos a Canadá! Wii *. Dejé a mis padres terminando de hacerme la maleta, me daba un poco igual , luego le echaría un vistazo y vería qué se quedaba, qué salía y qué entraba y me fui al cuarto de baño para poder ver de una vez la marca que representaba mi poder y que llevaría de por vida.
Resultaba algo difícil verla, ya que la tenía en la espalda y si miraba por el lado derecho, el izquierdo no y si lo hacía por el izquierdo, el derecho no. Estuve rebanándome los sesos pensando en cómo podía verlo mejor, hasta el punto en el que me sentí estúpida cuando mi madre entró en el baño y me tendió un espejo de mano. 
-Toma anda, con esto lo harás mejor.
-¿Sí, verdad? -solté con ironía sintiéndome sumamente tonta.
Tuve que quitarme la camiseta y desabrocharme el sujetador para poder verlo, ya que la tira caía justo en medio. Mi madre fue la primera en verlo y al ver su expresión con la boca en forma de ¨O¨ me puse aún más nerviosa. *No ha dicho nada, ¡no ha dicho nada! * Respiré profundamente, preparándome para ver el tatuaje.
Quizás mi reacción fuese exagerada, pero ¡un tatuaje dura para siempre!
Conté hasta tres y me giré con el espejo de mano sobre mi cabeza, permitiéndome así ver toda mi espalda reflejada en el otro espejo. Me quedé sin aliento.
La pluma era del tamaño de mi antebrazo, un tamaño bastante poco discreto para mí, que pensaba que iba a ser pequeño y me ocupaba una gran parte de la espalda. Era negro, aunque dejaba entrever algunos trazos de piel, con detalles en dorado. Los pájaros salían volando de ella, básicamente porque formaban la pluma; y llegaban hasta lo alto de mi hombro derecho. Tenían toques de dorados en las puntas de sus alas como la pluma de la que procedían y cada cual era más bonito que el anterior.
Era absolutamente perfecto.

2 comentarios:

  1. Hola! Iba dando vueltas por series.ly y al ver tu comentario en una de las pelis de Amanecer me ha entrado la intriga y he decidido leer el primer capítulo.
    La verdad no soy muy de historias de vampiro, únicamente me he leído la saga Crepúsculo y he visto todas las películas, nada más allá, pero si que me gusta mucho leer y por eso he decidido hacerlo con tu historia.
    La verdad me ha dado buena impresión el primer capítulo, aunque es cierto que hay frases o expresiones que dudo que un editor aceptara, pero de todas formas es interesante, aunque con esa clave más juvenil.
    Encuentro que la protagonista es creída y "echá pa'lante", al contrario de muchas otras que son inseguras o piensan que son feas cuando en realidad no lo son. Y el hecho que se vaya con su amiga puede crear mucho juego, tanto en una dirección como en otra.
    Creo que seguiré leyéndolo, para ver como avanza, y te doy muchos ánimos para continuar. A mi también me gusta mucho escribir, pero nunca encuentro el momento y normalmente no me salen historias largas que puedan dar juego como esta, de todas formas (y si no te importa), cada vez que lea un capítulo intentaré dejarte algún comentario :)

    Un abrazo!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Vaya, alguien de Series.ly me ha hecho caso jajajaja ante todo muchas gracias por leerme jj
      Sí, hay algunas cosas que obviamente no me las cogerian si decidiera publicarla, pero de momento no es algo que tenga en mente, por lo que no me preocupa, de todas formas, muchas gracias por la observación y lo tendré en cuenta a la hora de seguir escribiendo; intento mejorar cada día, al igual que con las faltas de ortografía U_U
      Pues te animo a que lo hagas, escribir digo, puede que haya muchos baches en el camino y que recibas muchas críticas, como me ha pasado a mí con anterioridad y me sigue pasando, pero de ellas se aprende.
      Claro que no me importa, es más, te estaría muy agradecida si lo hicieras!! :)
      Un besazoo

      Eliminar