A pesar de que me cansé de insistir en
que no hacía falta que me llevaran hasta el instituto para coger el
autobús, mis padres se empeñaron en ello y cuando se encabezonaban
en algo, no había manera de hacer lo contrario a lo que ellos
decían, eso era así; por lo que me encontraba en la parte trasera
del coche de mi padre esperando a que Cyn terminara de cargar sus
maletas.
No sabía cuántas maletas llevaba,
pero la primera vez que miré el reloj marcaban las tres y media de
la madrugada y para entonces ya eran menos cuarto.
-A este paso no llegamos -susurré.
¡¿Cómo era posible que llevara tanta
ropa?! Yo llevaba dos maletas, sabía que si necesitaba algo lo
compraría allí, pero además, íbamos a una academia a la que nadie
nos conocía salvo las otras ocho personas que venían con nosotros,
¿qué más daba?
Como si hubieran escuchado mis
protestas mentales. Tanto mi padre, que la ayudó a cargar sus cosas,
como Cyn , entraron en el coche.
-Ya era hora ¿no? -me quejé dándole
unos golpecitos al reloj que llevaba en mi muñeca.
-Lo siento, es que mi madre no me
soltaba.
-Doy fe de eso -se rió mi padre desde
el asiento del conductor.
-A mí me lo vas a contar -puse los
ojos en blanco mientras miraba por la ventanilla- me habéis dicho
que me porte bien, siempre esté con Cyn, que nunca vaya sola, que
estudie, que entrene y no sé cuantas cosas más ¿cuántas veces?
¿Mil? ¿Cien?
Cyn, que estaba sentada a mi lado se
echó a reír, pero a mi madre no le sentó muy bien el comentario y
me dedicó una mirada no muy amistosa.
-Cuando tú seas madre lo entenderás.
-Odio los niños.
-Tú fuiste un bebe Alex.
-¿Y? Por eso mismo los odio, sé cómo
somos; unas máquinas de hacer caca, llorar y comer.
-¿A sí es como te defines? -se rió
Cyn.
-No, querida amiga -la miré y le di un
par de palmaditas en la espalda- así es como nos defino.
Puede que sonara cruel, pero es como
pensaba. Ninguno de los allí presentes dijo una sola palabra más
hasta que llegamos al instituto. Solo eramos diez alumnos los que
íbamos a ir a Canadá, pero al parecer los demás también salían a
la misma hora que nosotros, pues había demasiada gente allí, además
de dos autocares bastante grandes.
Ayudé a mi padre a sacar las maletas
del coche y fuimos a reunirnos con el resto de la gente. Siempre me
había resultado muy curioso ver a los padres con sus hijos, ya que
la mayoría eran descendientes de la unión de dos Wrach, como yo,
y ver a tanta gente joven me resultaba abrumador; aunque no es que
fuéramos una raza en auge. Aunque éramos inmortales, alcanzábamos la mayoría de edad, física, a los veinte años pero debido a los enfrentamientos continuos
con los de la otra especie, moríamos relativamente pronto en lo que
a años vampíricos se refiere.
-¿Estás nerviosa? -susurró Cyn a mi
lado.
-Un poco. ¿Tú?
-Mucho.
Decir que estaba solo un poco nerviosa
era quedarse corta. Aún no sabíamos lo que íbamos a hacer, solo
que iríamos hasta el aeropuerto de Amsterdam y allí cogeríamos el
avión que nos llevaría a nuestro destino; nada más. El resto del
viaje era una parte en blanco en el esquema.
-Míralo por el lado bueno -sonreí a
ninguna parte- va a ser una juerga continua. Sin padres que nos digan
qué hacer ni nos vigilen; sin la mayoría de los estúpidos de este
instituto... gente nueva, chicos nuevos entre los que escoger.
-Visto así, suena genial.
-Y chicas -dijo una voz a mi espalda-
también chicas nuevas en las que elegir.
El dueño de la voz era Tom, mi ex.
Tenía el pelo algo despeinado y aplastado por uno de los lados,
señal de que había dormido un poco, cosa que yo no había hecho y
por lo que estaba que me caía de sueño. No veía el momento de
entrar en el autobús y pegar una cabezadita.
-Claro que sí Tom -puse los ojos en
blando- habrá millones de chicas guapas esperando a que un guaperas
como tú las desvirgue.
-Eso está mejor -sonrió de lado y se
marchó.
-¿Sabes? A veces me pregunto cómo
pude estar con él.
-Está bueno, tiene un buen culo, es
cachas, guapo...
-Vale, vale -agité las manos restando
importancia a su respuesta- ni que fueras tú la que ha estado con
él.
-¿Qué? -se encogió de hombros con
una sonrisa pilla- Tengo ojos en la cara.
Estuve a punto de responder con una
grosería de las mías, pero cerré la boca nada más escuchar que la
tutora nos estaba llamando para hacer el recuento. Saldríamos en
cinco minutos, a si es que aproveché ese tiempo para despedirme de
mis padres.
-Cuídate, cariño -a pesar de los
esfuerzos que hizo, mi madre no pudo reprimir las lágrimas.
-Sí mamá.
-Y estudia, llámanos cuando llegues y
sabes que si necesitas algo... -continuó mi padre con el sermón.
-Ya, ya lo sé, que os llame -a pesar
de lo cansada que estaba y de las veces que había escuchado aquellas
palabras, saqué fuerzas y les sonreí con cariño antes de
estrecharles entre mis brazos-. Os quiero.
Si por mí hubiera sido, me habría
quedado allí, en aquel abrazo, pero la tutora volvió a llamarnos,
esta vez algo más enfadada y tuve que dejarles allí.
Las maletas ya estaban cargadas y la
mayoría de los sitios ocupados, pero como yo me sentaría con Cyn y
ella ya había montado, no tenía que preocuparme por eso.
-¿Nueva charla? -preguntó dejándome
paso para sentarme al lado de la ventanilla.
-Sí, sé que me van a echar de menos,
yo a ellos también, pero ¡qué pesados!
-Yo les entiendo... me ha pasado lo
mismo con mi madre. Por una parte quiero ir, pero dejarla sola... Al
menos ellos se tienen el uno al otro, pero mi madre solo me tiene a
mí.
Eso era cierto y al escucharla decir
aquello me sentí fatal por el comentario que había hecho acerca de
mis padres. La madre de Cyn era madre soltera, el Wrach que la dejó
embarazada se largó y no quiso saber ni de ella ni de la niña. *Cabrón*.
-Bueno -la miré sonriente- dejémonos
de temas tristes.
-Sí -asintió con una amplia sonrisa
en su cara.
Tardamos varios minutos en salir y
estuve apunto de quedarme dormida en la espera; es más, creo
recordar que lo hice, dormirme, porque me desperté sobresaltada
cuando noté un codazo en el abdomen.
-¿Qué pasa? -pregunté con voz
adormilada.
-Marta está diciendo lo que haremos y
está pasando lista. Vamos más de un curso aquí.
-Muy bien chicos -su voz destacaba
sobre el murmullo de los demás- esto es lo que haremos. Saldremos en
unos cinco minutos más, poniendo rumbo al aeropuerto de Amsterdam
donde cogeremos el avión sobre las seis más o menos, no sé el
horario de cada vuelo, lo miraré allí. Cada uno se dirigirá con
uno de los profesores hasta su zona de embarque. Algunos, nada más
llegar al destino que les ha sido otorgados, irán a su academia
mientras que otros, tendrán que esperar hasta que las clases
empiecen – al escuchar aquello, crucé los dedos con fuerza sobre
mi regazo *por favor que esperemos, por favor que esperemos*- con
ellos irá un profesor y se alojarán en un hotel. Eso es todo.
-¿Me vas a decir que sigues sin estar
nerviosa? -Cyn miró mis manos con una sonrisa en los labios- Porque
no te creeré.
-Mucho -asentí.
El trayecto en el autobús se me hizo
relativamente corto, más que nada porque me pasé la mayor parte
dormida o en un estado de seminconsciencia en el que solo escuchaba
la música, la dejaba de escuchar y cuando volvía a prestarle
atención, era una canción totalmente distinta.
Llegamos al aeropuerto sobre las cinco
y media y teniendo en cuenta que salíamos la mayoría a las seis,
tuvimos que sacar las maletas a toda prisa e ir corriendo de un lado
para otro.
De mi grupo se encargaba la profesora
Marta, quien vendría con nosotros hasta Toronto, ya que las clases
en la academia Richarford no empezaban hasta dos días
después de nuestra llegada.
-¡Chicos! Id pasando con vuestros DNI
para que os den los pasajes.
-Creo que si pasamos las dos a la vez,
nos tocarán asientos conjuntos –mascullé entre dientes a Cyn.
-¿Tú primero o yo?
-Como veas –me encogí de hombros con
indiferencia- me da igual.
-Ums… pues… venga yo –las dos nos
echamos a reír y los demás compañeros nos miraron de reojo.
Cyn y yo no es que fuéramos de las más
queridas en nuestra clase. Éramos las que solíamos plantar cara a
la gente y eso nos jugaba una mala pasada en lo que a vida social se
refería; pero dentro de lo que cabía, éramos bastante populares. No
por nuestros conjuntos, lacas de uñas o el pelo llamativo que ambas
llevábamos; si no por ser de las mejores en el ámbito de la lucha.
Entre pesar las maletas, pasar por los
controles y las idas de última hora al cuarto de baño, tardamos
otro cuarto de hora en embarcar.
Yo iba buscando mi número de asiento
S-14. Era uno de los últimos. Cyn que iba delante de mí, se paró
frente a un pasillo de asientos y se sentó, era el último.
-¿Qué? –miré incrédula el número
del asiento- ¿No se supone que debíamos ir juntas?
-Bueno, vas detrás –se encogió de
hombros con una risita.
-Sí, pero adiós a mi teoría.
-No siempre vas a llevar razón, Alex
–se rió.
-Pues debería –canteé la cara
ofuscada y me senté en mi asiento.
De momento, no tenía ningún
acompañante más y eso, era bueno, porque a pesar de que le había
dicho a Cyn que iba a aburrirme, lo cierto era que tenía pensado
dormirme nada más despegar. Las cabezaditas en el autobús no habían
servido de mucho.
Esperanzada e ilusionada al ver que
nadie más se sentaba a mi lado, me preparé para acomodarme todo lo
larga que era ocupando dos asientos, pero justo cuando estaba
poniendo el pié sobre el reposabrazos contiguo, una cara familiar
apareció y lo levantó para dejarse caer.
-Genial –espeté mirando con odió a
Tom.
-Sé que te alegras de verme por mucho
que finjas que no –se desperezó en el asiento con una amplia
sonrisa- nos lo pasaremos bien.
-Avísame cuando lleguemos ¿quieres? –
me puse los cascos y me giré hacia la ventanilla. El avión ya
estaba en movimiento; no tardaríamos en despegar.
Tom dijo algo, pero no me apetecía
contestarle y ya llevaba los auriculares puestos. Todavía no le había dado al play, pero él no lo sabía a si es que me hice la
sueca y le ignoré. No es que me cayera mal, pero su intento
desesperado por llamar la atención de todo el mundo llegaba a ser un
poco cortante y molesto.
No sé cuanto tiempo estuve despierta,
solo que llegó a un punto en el que mis ojos se cerraron por
completo y quedé ajena al resto del mundo. Dejé de ver las nubes
esponjosas del color melocotón por el amanecer, de escuchar la
música y de sentir el débil ronroneo del motor del avión.
Tuve un sueño un poco extraño incluso
para mí. Me encontraba en una selva verde y frondosa; la humedad se
palpaba en el aire y hacía calor; mucha calor. El Sol entraba por
los pequeños huecos entre las hojas de los altos árboles y podía
oír las melodías de los pájaros. De no ser por la humedad
empachosa que me pegaba los rizos sueltos a la frente, podría decir
que se estaba bien allí. Paseaba entre la maleza, apartando las
ramas y poniendo mucho cuidado por donde pisaba. Estaba cansada de
andar y jadeaba por el esfuerzo que me suponía, pero yo seguía
andando concentrada; hasta que un ruido llamó mi atención.
Sobresaltada, me giré sobre mí misma
para quedar de frente al lugar del que provenía aquel ruido, pero no
había nada, a si es que no le di más importancia y seguí
caminando. Pasaron cinco minutos más, o al menos eso fue lo que me
pareció a mí, el tiempo en un sueño es algo relativo, cuando volví
a escuchar el ruido más cerca. Volví a girarme y de pronto, ya no
estaba en la selva, sino en un bosque oscuro y siniestro y un animal
grande y peludo avanzaba hacia mí.
Asustada, salí corriendo en dirección
contraria, pero mis piernas no avanzaban. Me estaba
agobiando. Por mucho que me esforzaba en correr, no podía; entonces,
noté un impacto que me tiraba al suelo. El animal peludo estaba
sobre mí, con unos ojos amarillo sucio, clavándome sus dientes en
mi cuello.
Un grito salió de mi garganta,
abrasándome las cuerdas vocales y todo empezó a arder.
-Alex, Alex –alguien me llamaba y me
zarandeaba, pero yo solo pataleaba para defenderme- ¡ALEX!
Asustada y jadeante, me incorporé en
el asiento del avión. Tardé varios segundos en darme cuenta de que
no estaba en el bosque ni ningún animal me estaba atacando.
-¿Qué ha pasado? –susurré con la
respiración entre cortada.
-Te has puesto a pegar voces – me
contestó Tom asustado- ¿estás bien?
-Sí, sí… -suspiré moviendo mi
cabeza hacia los lados para despejarme- ha sido una pesadilla.
Al recordar a aquella cosa extraña y
peluda, un escalofrío me recorrió toda la columna poniéndome los
pelos de punta. Había sido un sueño de lo más extraño.
-¿Soñabas conmigo? –Tom intentó
gastar una broma y la verdad, que le estuve agradecida.
-Sí, algo parecido –le respondí
entre risas- solo que eras calvo.
-Aun así seguiría siendo sexy –puso
morritos y me lanzó un beso.
-Claro que sí –le di un leve empujón
aun riéndome-. Anda, duérmete un rato, voy a ver si consigo
recuperar el sueño. Por cierto, ¿cuánto queda?
-Un par de horas, solo son las ocho.
Cuando escuché eso, el alma se me
calló a los pies. ¡Solo llevaba dos horas en el avión y ya me
dolía el culo de estar sentada! *Ains… menuda la que me espera*. Por no mencionar, que tenía un hambre atroz y por si no lo tenía
claro, mis tripas sonaron para recordármelo.
Decepcionada y abatida, volví a
girarme hacia la ventana pero por más que me esforzaba, el sueño no
volvía.
Me escuché todas las canciones del
MP4; desde la A hasta la Z y varias las repetí. Físicamente estaba
agotada y no mentía al decir que me dolía el culo de estar sentada.
Ya no sabía cómo colocarme. Por eso se me iluminaron los ojos
cuando Cyn me dijo que en media hora llegaríamos. No veía el
momento.
Aburrida, me levanté varias veces al
baño, solo por molestar un rato a Tom, a quien siempre que estaba
apunto de dormirse, le daba un meneo en el brazo para despertarlo
para decirle que me dejara pasar. El pobre acabó de mí más arriba
de la zona en la que nunca da el Sol.
-¿Aburrida? –me incorporé y me
senté sobre las piernas de Tom para apoyar la barbilla en el
respaldo del asiento de Cyn- porque yo mucho.
-No sabes cuánto –puso los ojos en
blanco- además- añadió dedicándole una mirada a su compañera;
Daniela Spok. Una chica rubia y menuda que físicamente aparentaba
unos diez años y que estaba dormida- no es que haya tenido mucha
conversación durante el viaje.
-Bueno, lo mío no es que sea mucho
mejor eh.
-¿Podrás quejarte de mí? –se unió
Tom a la conversación haciéndose el indignado por mi comentario.
-Calzonazos –gruñe entre risas.
-Por favor, colóquense en sus asientos
y abróchense los cinturones. Vamos a descender –dijo la azafata
por el megáfono.
-Como si esos cinturones fueran a
salvarnos la vida –me levanté de las piernas del chico y me
coloqué correctamente en mi asiento.
Tardamos como otro cuarto de hora en
aterrizar, añadiéndole otra media hora hasta que conseguimos coger
nuestras maletas en el aeropuerto de Toronto. Una de las azafatas que
volaron con nosotros, nos informó de que había habido un pequeño
problema y que iban a tardar más de la cuenta.
En ese intervalo, Marta, nos contó que
nos hospedaríamos en un pequeño hotel del pueblo al que íbamos.
Las clases empezarían dentro de dos días y hasta el día siguiente
no podíamos ir a la academia a instalarnos, por lo que ese era el
plan que teníamos.
-¡Qué chupi! –se quejó Cyn
dejándose caer en el suelo.
-Venga, seguro que no es tan malo mujer
–la animé- tenemos un día para hacer lo que queramos.
-¿En un pueblo que está a saber
dónde? –enarcó una ceja con un tono irónico de acompañamiento.
-¡Oye! Que la que se queja por todo
soy yo, tú eres la vivaracha –me reí.
Era cierto, yo siempre estaba
quejándome por todo. Cuando no era por una cosa, era por otra, la
cosa era poner pegas. Me gustaba quejarme.
-Chicos, por favor, acercaros –la
tutora, que era bastante bajita, tuvo que subirse en un pollete que
había en el suelo para así quedar por encima de nuestras cabezas-.
Voy a repartir las habitaciones. Teniendo en cuenta que sois cinco y
cinco, hay cuatro habitaciones, dos de dos y otras dos de tres.
Según vaya diciendo los nombres, poneros con vuestro compañero o
compañera.
-Redoble de tambores –bromeé
tamborileando con mis manos en las piernas para sacarle una sonrisa a
mi mejor amiga.
-Martin, con Tom y los otros tres
chicos: Caleb, Christian y Jo en la otra habitación-. *a ser
posible las dos solas, por fa, por fa, por faaaaa*- Cinthya, Alex y
Mía en la de tres y Daniela y Yum en la de dos.
*Mierda* Tenía la esperanza de que no
nos tocara con nadie más, porque también tenía pensado escaparme
por la noche con Cyn, algo que ella no sabía porque aún no se lo
había dicho, y ahora, con Mía iba a resultar más difícil aunque
bueno, quizás podría venirse con nosotras.
De las cinco chicas que habíamos ido, sin contarnos a Cyn y a mí, era la que mejor me caía. Era maja incluso habíamos salido juntas en la misma pandilla cuando éramos más pequeñas. Tenía un pelo castaño oscuro lleno de rizos encaracolados que le llegaban hasta la parte baja de la cintura. Siempre había envidiado su pelo, era muy bonito.
De las cinco chicas que habíamos ido, sin contarnos a Cyn y a mí, era la que mejor me caía. Era maja incluso habíamos salido juntas en la misma pandilla cuando éramos más pequeñas. Tenía un pelo castaño oscuro lleno de rizos encaracolados que le llegaban hasta la parte baja de la cintura. Siempre había envidiado su pelo, era muy bonito.
-Bueno, parece que nos toca juntas
–sonrió al llegar a nuestro lado- me alegro, las otras dos…
-miró con desprecio a Daniela y a Yum- son unas sosas.
-Sí –asentí con una sonrisa.
-Por cierto, bonitos pelos –cogió un
mechón de cada una y los atusó alegre- siempre he querido teñirme
pero no me atrevo. Me gusta. Sois muy atrevidas.
-Mi madre casi me mata –se echó Cyn
a reír- pero gracias.
-¡Ni se te ocurra teñirte! –quizás
mi voz sonó más alarmada de lo normal. La asusté y pegó un
pequeño bote en el sitio-. Perdón, es que me gusta mucho tu pelo.
-Gracias –sonrió amablemente.
Estuvimos de cháchara hasta que las
maletas se decidieron por fin a pasar por la cinta y creerme cuando
os digo que di gracias al cielo. Quería llegar al hotel y asearme,
porque entre el viaje, el sueño y el dolor de todo que tenía, mis
músculos necesitaban agua caliente con mucha urgencia.
Hacía un frío horrible en el
exterior, tanto que tuve que arrebujarme en mi abrigo e incluso
llegué a ponerme el gorro. Era de pelito por dentro, pero no hizo
mucho.
Como había asientos de sobra en el
autobús, me senté sola, permitiéndome así el lujo de estirar las
piernas.
Pasamos por la mitad de la ciudad. Era
magnífica, aunque nada comparado con mi queridísima Amsterdam,
aunque claro, no había punto de comparación. Allí los pisos eran
altos y construidos con hormigón mientras que en Amsterdam todo
estaba hecho con ladrillos rojos y de colores. La iba a echar de
menos.
Cuanto más nos alejábamos, más miedo
me daba llegar al pueblo. Pasamos por un camino de tierra entre
medias de árboles sin hojas; incluso llegó a un punto en el que el
conductor nos dijo que no podía seguir más adelante con el autocar
y tuvimos que ir andando. Ahí fue cuando di gracias de no ser una
humana corriente y disponer de súper fuerza y velocidad para cargar
con todo lo que llevaba. *Seguro que si hubiéramos venido andando
hubiéramos estado ya en el hotel*.
A lo lejos vislumbré un par de casas y
un cartel que ponía ¨Bienvenido a Tundsdow¨. Uno de mis compañeros
fue el que preguntó si era ahí donde nos quedaríamos y gracias al
cielo que la profesora dijo que sí.
Las casas eran algo viejas y
descorchadas, pero no tenía mala pinta. Me esperaba algo mucho peor
y el hotel no es que fuera uno de cinco estrellas pero para una noche
estaba bien.
Mía, Cyn y yo nos fuimos a nuestra
habitación, con una mezcla de abatimiento y alegría por estar ya en
un sitio en el que poder descansar.
Nada más soltar las maletas, por muy
cansada que estaba, me subí sobre una de las camas y me puse a
saltar como una loca.
-Wii –grité con entusiasmo.
Las otras dos chichas me miraron
extrañadas, pero se unieron a mí.
-Estamos ,en, ¡CANADÁ! –intentaba
decir entre risas.
-¡Esto, es, una, pasada! –se unió
Cyn.
-¿Por, qué, hablamos, así? –miré
a Mía, que estaba en la cama contigua a la mía y me eché a reír
dejándome caer sobre la cama.
-Antes de nada –levanté el dedo
índice- deciros que me pido primera en la ducha y segundo –me
incorporé de golpe y pegué un par de aplausos- poneros vuestras
mejores galas señoras, porque esta noche nos vamos de fiesta.
Guauu que intriga!
ResponderEliminarMe gusta Tom, es como Elhija *-* Y eso me gusta, aunque este es más creído, y por eso me gusta más que Elhija xd
Y Mía tienes el pelo como yo! Yo también tengo el pelo muy muy rizado, aunque no tengo el pelo oscuro. Soy rubia oscura pero clarito xd
Que emoción, yo me quiero ir también con ellos! xD
Que ganas de leer el siguiente.
Sabes? Yo antes sólo leía libros de noviazgos y enamorios y eso. Pero gracias o por tu culpa ahora me encantan los vampiros xdd aunque no me gustaría conocer A ninguno... Me gusta vivir como mucho 100 años, eso de estar estudiando toda mi vida no me gusta xdd
Aah, y cambia el color de las letras. Que no veo! xD
¿Eres como Mía? jajajajaja oleee
EliminarOh, eso de que ahora te molan los vampis es todo un alago juas juaas jj
¿Lo lees desde el movil verdad?
Sí, y con el móvil me sale de color gris y me cuesta leer. No estoy acostumbrada A leer unas letras del mismo color que el fondo. Y se me quitan las ganas de leer los capítulos. Pero y sabes como soy de cabezota y lo leo, y eso me provoca dólares de cabeza. Por eso te pido que lo cambies :s
ResponderEliminarBuenas tardes, me disponía a estudiar pero recordé mi pequeño "compromiso", ya sea conmigo misma, de leer un capítulo al día por lo menos.
ResponderEliminarMe ha gustado, la verdad, aunque sospecho que si todo sigue así tendré que coger una libreta y empezar a apuntar nombres, porque aparecen muchos personajes y tengo miedo de perderme y no saber quien es quien.
Una cosa he notado, y es que creo que tu ciudad favorita es Amsterdam o alguien vive allí? jajajaja No es que sea malo, pero la mencionas de una forma muy especial y se nota cuando algo gusta.
Por lo demás, bien, me parece interesante como va pasando todo, aunque si que creo que la noción del tiempo es demasiado surrealista, porque en la misma frase pasa de dos horas a media hora de trayecto, pienso que si metieras algo más de conversación o algún flash-back quedaría bien!
No domino mucho el tema blog aún, y no sé si llegan notificaciones cuando contests o subes entrada o como funciona del todo. Te conseguí seguir ayer después de mucho esfuerzo, así que... jajajaja
Un saludo, hasta mañana!
P.D.: Es cierto lo que comenta de la letra, el contraste negro-blanco cuesta un poco a la vista en el pc o en el móvil, aunque a la vez pega con el tema de la historia!
Hola :)
EliminarSí, he de reconocer que Amsterdam es mi ciudad favorita, he estado allí en la excursión de fin de curso y puede que suene cursi, pero un pedacito de mí se quedó allí. Es una ciudad fantástica a la que tengo que volver a ir jajaja si estás pensando en un viaje, ves! :)
Hay muchos personajes, pero tranquila, no te va a hacer falta la libreta, luego solo aparecen los principales y los secundarios los dejo a un lado :)
Lo de las notificaciones... no, no llegan (creo) quizás a u correo de gmail, pero yo suelo meterme en el capítulo donde dejé u comentario (de otro blog) para ver si me han respondido.
Y lo de la letra jajaja la cambié, la tenía gris, pero es que ponga el color que ponga, se ve mal y creo que este es el que mejor se ve, sorru U_U
Un besoo y gracias