martes, 18 de febrero de 2014

Capítulo 7.

Él se me quedó mirando, tan asombrado como yo. Un leve murmullo se levantó en la sala, pero no hice caso a los comentarios, no me interesaba, solo pensaba en ¿qué hacía él allí? Las piernas me flaquearon, pero fui capaz de mantener la compostura. Era él, pero a la vez me parecía tan distinto...
Iba vestido completamente de negro, con unos pantalones deportivos y una camiseta de licra que le marcaban los músculos del torso. Lo recordé en el bar, hablándome al oído para pedirme disculpas y luego, apoyado en la barra mirándome, como ahora, solo que en ese momento, su expresión era completamente seria.
-Silencio -le escuché decir en voz baja sin apartar su mirada de mí-. ¡He dicho silencio!
Cuando pegó aquella voz, todos los murmullos cesaron dejando paso a un silencio absoluto. Notaba la mirada de la gente puesta sobre mí. En otras ocasiones me gustaba ser el centro de atención, pero no en aquella. Roja como mi pelo, agaché la cabeza y volví a mi sitio.
-¿Qué ha sido eso? -me preguntó Cyn al oído mientras me apretaba el antebrazo con fuerza.
-Luego te cuento.
No contestó, simplemente asintió con la mirada.
De repente, la idea de estar en Canadá no me parecía tan buena. Desde que había llegado, las cosas habían dado un vuelco enorme y nada había sido lo que esperaba.
-Bien, esto... -la voz del profesor sonó vacilante y al escucharle, levanté un poco la cabeza para mirarle, pero la volví a agachar en seguida, centrándome de nuevo en mis pies-. Ya sabéis qué es lo que toca. Salir a fuera y dar diez vueltas al campus.
Nadie pareció oponerse. Todos comenzaron a andar hacia fuera, a si es que yo también lo hice, hasta que una mano me frenó.
-Tú no, quiero hablar contigo.
Carter me llevó hasta la otra punta del gimnasio en silencio mientras observábamos a los demás alumnos salir. No sabía qué me quería, pero yo estaba como un flan teniendo en cuenta las circunstancias en las que lo había conocido y que para él yo me llamaba Danila, no Alex.
-Con que Danila ¿no? -dijo cuando ya nos encontrábamos solos.
No contesté, seguía algo avergonzada por la situación, sorprendiéndome a mí misma. En cualquier otra situación me habría cruzado de brazos y habría actuado como yo era; respondona, borde e impetuosa. ¿Qué me pasaba? Me estaba resultando patética.
Respiré hondo y con precisión, me atreví a levantar la cabeza y mirarle a los ojos poniendo mis manos en las caderas.
-¿Qué pasa? ¿Es que una chica no puede mentir sobre su nombre?
*Bien hecho, bien hecho. Así me gusta*. Él se sorprendió al ver mi reacción, lo noté en un destello de vacilación en sus ojos. Se puso tenso, haciendo que los músculos de sus brazos quedan aún más marcados.
-No si resulta que soy tú profesor.
-¡Eh, para el carro! -levanté las manos en señal de protesta y luego me las crucé sobre el pecho. ¿Pero qué se creía?- Yo no sabía que eras mi profesor. ¿Te lo recuerdo? Soy nueva.
-¿A todos les dices que te llamas....Danila?
-No, a todos no, solo a los que intentan propasarse conmigo.
Estaba que echaba chispas, es más, tenía miedo de prenderle fuego a algo. Pero ¿de qué iba? No me conocía de nada, no iba a decirle mi nombre y menos sabiendo la cantidad de peligros que rondaban por el mundo.
-¿Perdón? -por su tono de voz, noté que lo estaba flipando en colores.Me sentí bien al saber que podía con la situación.
-Estás perdonado -le sonreí con suficiencia-. Ahora, si no necesitas nada más he de ir a dar un par de vueltas-empecé a avanzar hacia la puerta, pero volvió a tirar de mí.
Noté sus largos dedos clavándose en mi brazo, me estaba haciendo daño y ver su boca transformada en una linea no es que me ayudase mucho. Sabía que me había pasado con las contestaciones que le había dado, pero tampoco era para ponerse así ¿no?
-Espera hay una cosa más -se dio cuenta de la fuerza que estaba ejerciendo en mi brazo y me soltó para coger su carpeta-. La directora me ha pedido que te diga que el castigo impuesto será ayudar a limpiar  el fin de semana, díselo a tus dos compañeros.
*Venga, más cosas y solo son las ... qué más da, aún no ha acabado el día* Suspiré con resignación y volví a agachar la cabeza como había hecho cuando había visto a Carter. Realmente estaba enfadada por el castigo, yo no había hecho nada. Sí, muchas veces me los merecía, pero no esa.
-¿Qué ha pasado?
-¿Qué? -levanté la cabeza sorprendida al ver que aún seguía allí.
-¿Que por qué estás castigada? Acabas de entrar -vislumbré un aire de diversión en su voz y eso me puso más furiosa.
-Nada -respondí con dureza y me marché.
¿Qué se pensaba? ¿Primero me soltaba una reprimenda y luego se compadecía de mí? Aquel chico tenía un pequeño trastorno de la personalidad.
Cyn y Tiffany me estaban esperando junto a la puerta y al ver lo tranquilamente que respiraban me di cuenta de que ni a una ni la otra habían hecho lo que Carter había mandado, quien, justo cuando llegué al lado de las chicas, pasó corriendo.
-¿Qué te quería? -Tiffany fue la primera en preguntar lo que ambas estaban deseando- Ha sido muy raro.
-Nada -negué con la cabeza aún recordando lo sucedido hacía un par de minutos- solo recordarme lo del castigo.
-¿Castigo? -preguntaron las dos a la vez con los ojos como platos.
-¡Sí! ¡Un castigo! -grité pegándole una patada a una piedra con tanta fuerza que la mandé más allá de los primeros árboles del bosque-. ¡Por algo que no he hecho!
-¿Qué ha pasado?
-Christian y Jo se pelearon ayer y los intenté separar y recibí un puñetazo y me han castigado.
-Pero... -empezó a decir Cyn, pero al ver que realmente estaba enfadada, volvió a cerrar la boca.
-Bueno, los castigos aquí no suelen ser muy duros -intentó animarme Tiffany, pero la verdad, no lo consiguió- suelen mandar a ayudar al párroco de la capilla.
Aquellas palabras me sentaron como un chorro de agua fría. Capilla. Estaba perdida.
A pesar de que los Wrach estábamos vivos, no se nos permitía entrar en sitios religiosos como iglesias, sinagogas... era como si un muro invisible nos frenase el paso.
Me di cuenta de que Cyn también fue consciente del problema y no era solo yo, sino que eramos tres personas las que no podíamos entrar.
-Genial, en fin... vayamos a correr, no quiero más reprimendas por hoy.
Para cuando acabamos nuestras diez vueltas, el resto de alumnos ya se encontraban con las prácticas. No fueron nada del otro mundo, los típicos estiramientos y una clase entera de como asestar patadas sin hacernos daño, algo que, obviamente yo ya sabía. Lo peor de todo fue la hora de las duchas. Podía enfrentarme a una manada entera de Marwolaeth, pero a la hora de que alguien me viera desnuda, lo pasaba fatal. Las únicas personas a parte de mis padres que me habían visto sin ropa habían sido Cyn y Tom y con este último me llevó lo mío. A si es que esperé a que todo el mundo se fuera para asearme.
A la hora del almuerzo estaba canina, no de hambre, si no de sed. Tenía tanta que habría sido capaz de comerme incluso hasta una vaca entera y pensar que hasta por la noche no podría, la incrementaba.
-Necesito café, coca-cola o algo con contenidos de cafeína excesivamente grandes o te juro que me subiré por las paredes -le susurré a Cyn mientras cogía un bocadillo de atún.
La cafeína nos ayudaba a controlar la sed. No es que la saciara por completo, pero algo ayudaba, eso o masticar chicles, pero no tenía.
-¿Nada de nada?
-Nada de nada desde ayer por la noche.
-Uf -arrugó la nariz- eso es mucho.
-Lo sé -suspiré frustrada.
-Bueno qué, ¿me vas a decir qué es lo que te pasa?
Me dejé caer sobre una de las sillas del comedor. Tenia que desahogarme con alguien o acabaría explotando y qué mejor persona que Cinthya, pero a la vez, no quería preocuparla con mis tonterías.
-No es nada solo es que...
-No es nada no -me cortó tajante-. Alexandra Tomson. ¿qué te pasa? Te conozco y sé que hay algo.
Me senté muy recta al escucharla pronunciar mi nombre completo, no solía hacerlo a no ser que estuviera enfadada o yo le hubiera liado alguna.
-Vale, vale, pitbul, ya voy. ¿Por dónde quieres que empiece?
-Tom.
Tom... no me había vuelto a acordar de él, bueno, de él no, si no de lo que había pasado en el hotel, cuando me besó y de su reacción a la mañana siguiente. La verdad, es que todo estaba siendo una mierda.
-Me besó.
-¿¡Qué!? -estuvo a punto de atragantarse con su zumo.
-Sí, me besó, pero le dije que no podía ser.
-¿Cómo se lo tomó?
-Me soltó que estaba borracho y que lo dejara estar -me encogí de hombros al revivir aquel momento-. ¿Qué más quieres saber?
-Castigo.
-Bueno, eso ya lo sabes, era verdad lo que os he dicho.
-Bien -asintió dandole otro sorbo a su bebida-. Profesor Carter.
Al escuchar su nombre la rabia volvió a apoderarse de mí. No había parado de darle vueltas a la charla que habíamos tenido y lo peor de todo es que me sentía mal por haberle contestado así. Yo, Alex Tomson, la persona más directa del mundo y la que nunca se sentía mal por hacer un comentario sarcástico,  lo estaba por haber hablado así a Carter.
-¡Ah! ¡Alex! -gritó Cyn dejando caer su zumo.
No había sido consciente de que le había prendido fuego. A veces cuando me enfadaba demasiado pasaban cosas como aquellas.
-¡Oh Dios! ¡Lo siento!
-Joder, ya veo que te afecta demasiado ese tema -movió la mano que se había quemado de forma intermitente.
-No es eso, es que... ¿te acuerdas del bar? ¿antes de ayer por la noche? -ella asintió y yo le conté todo.
Su expresión iba cambiando a medida que la historia iba avanzando y al igual que yo soltó un par de groserías cuando le dije lo que había hablado con él aquella mañana.
-Claro, ahora lo entiendo todo... ¿por eso la reacción de los dos cuando os habéis visto?
-Si -asentí-. Oye, no es por nada, pero me gustaría ir a echarme un rato, quiero aprovechar que aún no tengo deberes. ¿No vemos luego?
-Vale -me sonrió.
Al levantarme de mi asiento me di cuenta de que ni siquiera le había dado un bocado a mi bocadillo, pero la verdad se me había pasado el hambre a si es que lo dejé allí, en la mesa.
Agradecí que Tiffany no estuviera en la habitación para poder descansar un rato. Los turnos de guardia empezaban aquella noche y aunque a mí solo me tocaba una hora, quería estar alerta y hacerlo lo mejor posible, además, no veía la hora de que llegara. No por estar con Tom, no, otro asunto que también debía de arreglar, sino por la sangre.
A pesar de lo agotada que estaba, no pude pegar ojo, cada vez que conseguía dormirme, el sueño que había tenido en el avión, aparecía. Era siempre igual, yo estaba en la selva, luego aparecía en el bosque y aquella criatura extraña de ojos amarillos se abalanzaba sobre mí y justo en ese momento me despertaba. Siempre. Echando cuentas, calculé que como mucho dormí una hora.
Me salté la cena, no me apetecía nada comida humana, solo quería sangre, además de que me pasé el resto de la tarde dándole vueltas a aquella pesadilla. Era muy raro.
-¡Ey! no te he vuelto a ver desde el entrenamiento -Tiffany entró en la habitación y se tiró en su cama. Ya había pasado el toque de queda y los alumnos no podían salir de sus respectivas habitaciones- ¿dónde te has metido?
-No he salido de aquí -mi voz sonaba ahogada por la almohada- no me encontraba muy bien.
No era del todo mentira, realmente no me encontraba bien. Tenía una presión en las sienes que me perforaban la cabeza, los dientes me dolían y la garganta la tenía en carne viva.
-¿Y eso?
-No sé, quizás me esté poniendo mala -le resté algo de importancia para que dejara de preguntar-.  Y tú ¿qué has hecho?
-Deberes, he dado una vuelta por el bosque, he estado en la sala común... ya sabes, lo normal. -Noté que la cama se hundía en la parte de mis pies y olí su perfume de vainilla más cerca. Se había sentado a mi lado-. Bueno, tú qué ¿qué te parece esto?
Con un esfuerzo sobre humano, respiré con tranquilidad dejando a un lado la quemazón de mi garganta y obligué a mis colmillos a volver a sus fundas. Verme de aquella forma solo le causaría un infarto a la pobre muchacha. Cuando me tranquilicé por fin, me volví hacia ella sentándome con las piernas cruzadas.
-Bueno, aún es pronto para opinar, supongo -me encogí de hombros- pero en estos dos días que llevo aquí, no es que me haya pasado nada digno de ser calificado como bueno. Me han castigado, me han abochornado...
Si lo pensaba bien, era todo una autentica mierda. Solo llevaba dos días allí y ya me había pasado un poco de todo.
-Bueno, esto suele pasar, créeme, a mí me costó adaptarme. La primera amiga que hice fue una chica llamada Okasama, era japonesa, pero tuvo que irse hace un año -noté cierta nostalgia en su voz y eso me hizo sentir pena por ella- pero luego conocí a Isabel y a Spencer... y bueno, ... ya las conoces.
-Sí bueno, sobre ellas... -dejé la frase a medio acabar, seguro que Tiffany no quería oír lo que pensaba de sus dos amiguitas y en cambio me eché a reír- déjalo.
-Sí mejor ¿verdad? -las dos nos reímos como aquello de que llevábamos juntas toda la vida. Aquella chica me había caído bien desde el principio, algo que pocas personas solían conseguir conmigo.
-¿Cuántos años llevas aquí, por cierto?
-Tres -tenía la mirada perdida en su propio rostro reflejado en el tocador- ya la considero mi casa.
-Bueno, pero volverás en vacaciones y eso ¿no?
Nada más terminar la pregunta, por el brillo que distinguí en sus ojos, supe que había metido la pata. Tiffany no contestó al instante, se tomó su tiempo en ello y eso me puso muy nerviosa. Tras un suspiro nostálgico, se canteó con los ojos brillantes hacia mí y contesto.
-Vivo aquí- *Bien, Alex, bien... si no fuera porque yo soy tú y me dolería, te pegaba a ti misma*-. Mis padres murieron hace unos años, me fui a vivir con mi tía en Montana, pero no es que congeniáramos mucho.
-Oh Tiffany lo siento mucho -y lo sentía de verdad. Le puse la mano sobre su hombro y lo apreté en señal de apoyo, lo que estaba contándome debía de ser muy duro para ella.
-Bueno... son cosas que pasan en este mundo loco ¿no? -soltó una carcajada amarga mientras se secaba las lágrimas con la manga de su rebeca-. Si vives en un mundo repleto de monstruos lo raro sería que no pasara nada.
-¿Monstruos? -me sentí estúpida al hacer aquella pregunta- Oh, claro... monstruos. ¿Fue un ataque?
-Ajá -asintió con la cabeza sin mirarme-. Íbamos de vuelta a casa. Papá conducía y yo iba dormida en el asiento trasero, pero me desperté cuando noté el frenazo brusco del coche -por su voz, dolida y quebrada,
me estaba dando cuenta de que contarme aquello estaba siendo muy doloroso para ella. Tuve que obligarme a mí misma a retirar la mano de su hombro, ella no se merecía eso-. Me asomé por la ventanilla y vi a un hombre tirado en la carretera. Mi padre se bajó del coche para ayudarlo y él le mordió el cuello. Entonces supe que no saldría viva de allí. Mi madre aterrorizada salió del coche en un acto desesperado por ayudar a mi padre, pero su destino fue el mismo. Por suerte o por desgracia no se dio cuenta de que estaba yo. Esperé a que se hiciera de día y salí corriendo de allí.
-Dios mío... eso es horrible -susurré.
Ella me miró con los ojos llorosos y entonces supe que, aunque no arreglara su pasado, al menos, de algo serviría. La atraje hacia mí y la abracé con fuerza. Cuando la vi por primera vez, el día anterior, me dio la impresión de que era una persona tan delicada, que con un simple roce llegaría a romperse, pero después de lo que me había contado, supe que me equivocaba.
-¿Sabes? nunca se lo había contado a nadie. Te conozco desde ayer, pero siento que puedo contártelo todo. Que no me fallarás.
-Estoy aquí, para lo que necesites -pasé mis manos por sus bucles pelirrojos- debes de saberlo.
Permanecimos un rato más abrazadas, pero después, acordándome que mi turno de guardia era a la una, le dije que estaba cansada y que necesitaba dormir. Ella se metió en su cama y yo me hice la dormida.
Pasó un rato despierta, lo sabía por sus sollozos. Esperé a que finalmente su respiración se volvió relajada y me vestí con el uniforme propio de combate de un Wrach. Pantalones elásticos y ajustados de color negro, chaqueta de cuero con coderas elásticas para permitirnos mejor movilidad y unas botas militares de caña alta.
Pensé en salir por la puerta, pero escuché los pasos de uno de los guardias y deseché esa idea. Abrí la ventana y me tiré al vacío.
Los cuartos de las chicas estaban a una altura considerable, en el cuarto piso, pero no era nada para mí.
Me escondí un par de minutos entre los arbustos y cuando estuve segura de que no había nadie, salí corriendo como viento que lleva al diablo hasta las profundidades del bosque. Habíamos acordado que los cambios de turno se efectuarían en el claro, donde nos habíamos reunido el día anterior y yo casi acababa tirándome de los pelos con Daniela.
Tom aún no había llegado y Yum y Caleb estaban sentados en un tronco partido. Se sorprendieron al verme.
-¡Ey!-les saludé con la cabeza- ¿mucha actividad por aquí?
-No pensé que esto de las guardias fuera algo tan aburrido -se lamentó Yum poniéndose en pié- menos mal que has llegado.
-Así soy -sonreí con suficiencia- la salvadora.
-Bueno, nos vamos, supongo que Tom estará al llegar.
Se equivocaron y con creces. Tom tardó una barbaridad, aunque también, en su defensa, yo llegué varios minutos antes de que nuestra guardia comenzase, para poder deleitarme a solas con mi botella de sangre.
Disfruté cada segundo. Llevaba todo el día esperando aquel momento. La sangre inundó mi paladar, sentí como mis músculos se ponían más tersos y mi garganta me lo agradecía a gritos.
Estaba tan extasiada, que no me di cuenta de que Tom ya estaba allí.
-Que, ¿primer bocado desde ayer?
-Sí -asentí aún bebiendo- pensaba que me moría.
-Exagerada -sonrió.
A pesar de que lo notaba más natural, seguía viendo que algo no funcionaba allí. Me esquivaba la mirada y cuando me hablaba ni siquiera se canteaba hacia mí.
Decidimos que lo mejor sería dar una vuelta al reciento los dos juntos, aunque al notar el ambiente tan incómodo no sabía si decir que habíamos hecho bien. Llevábamos como media hora dando vueltas y yo me harté. Me paré de golpe con los brazos cruzados. Él al principio no lo notó, pero luego se volvió hacia mí dubitativo.
-¿Qué pasa?
-Eso me gustaría saber a mí -respondí con dureza- ¿vas a seguir evitándome?
-¿Cómo?
-Oh, venga ya Tom, sabes a lo que me refiero -no había cosa que más odiara que se hiciera el tonto sabiendo perfectamente a lo que me refería.
El chico me miró con el ceño fruncido, claramente sorprendido por mi reacción, pero realmente estaba harta de la situación. ¿Hasta cuándo íbamos a estar así?
-¿Es por el beso? -se decidió a hablar por fin.
-Es por el beso.
-Oye mira...
-Si me vas a poner alguna excusa, ahórratelo ¿vale? -levanté una mano para hacerle callar- sabes que lo odio.
-No, no te voy a poner ninguna excusa -con la cabeza agachada, dio un paso hacia mí para así quedar más juntos-. Es solo que pensé que bueno.. quizás.. no sé.
-¿Que seguía sintiendo algo por ti?
-Sí.
A pesar de que me esperaba la respuesta, un trocito de mí se decepcionó. Me dolía verle así, tan... frágil. Yo le quería, muchísimo, eso era algo que no podía negar y si lo hacía estaría mintiendo, pero no lo quería como antes, como a un novio, sino más bien como un amigo. Pero no sabía cómo decírselo sin que la cosa acabara mal.
-Tom... -empecé a decir, pero me callé de inmediato cuando un ruido captó mi atención.
Me volví de un salto, había sonado cerca de allí y advertí que Tom también lo había oído, pues me miró con cara de pocos amigos.
-¿Qué ha sido eso? Porque tú también lo has oído ¿verdad? -aunque  estaba algo asustada, intenté poner la voz lo más seria posible.
-Sí, por aquí, ven -dijo cogiéndome de la muñeca y pasando por mi lado.
Al cabo de unos pasos más, escuchamos unos susurros entre la maleza, cerca del muro de la academia. Tom tiró de mí hacia abajo para así quedar ocultos y poder escuchar sin ser vistos.
Había tres personas, dos hombres y una mujer, entre ellos Carter y la joven que nos había traído en el todoterreno desde el pueblo. Parecían enfadados.
-¿Dónde dices que lo viste? -preguntó Carter con voz autoritaria.
-Fuera, justo en la entrada -señaló el otro hacia la oscuridad del bosque- por más que corrí tras él, no pude alcanzarle.
*¿Alcanzarle? ¿De qué estarán hablando?* Tom me miró como si hubiera escuchado la pregunta que me había formulado a mí misma, buscado también una respuesta, pero lo máximo que pude hacer fue encogerme de hombros y seguir escuchando.
-¿Estás seguro de lo que viste Benjamín? -insistió Carter.
-Sí, sí que lo estoy. Os estoy diciendo que corrí para matarlo, pero era muy rápido.
-Hay que darle caza, dudo que se acerque hasta aquí, pero es peligroso -el tono de la mujer era serio y penetrante, tanto que me sobresalté al oírla.
-Andrea tiene razón, no podemos dejar que esto quede así -asintió Carter- avisa a los demás, que unos monten guardia mientras el resto vamos tras esa cosa.
-Sí -dijo Benjamín antes de salir a correr y dejarlos a los otros dos solos.
-Carter... ¿en qué piensas?
-En que espero que ese vampiro esté solo -miró fijamente hacia donde Tom y yo estábamos. Por un momento pensé que nos había visto y mi corazón se aceleró, pero me tranquilicé cuando volvió a volverse hacia la mujer- y de que lo paremos a tiempo. De lo contrario, esto puede ser un desastre.








5 comentarios:

  1. Wow! Wow Wow Wow!
    Me mola Carter, es calcado a Elhija. Tiene también cambios de humores *-* Para mi todos se parecen a Elhija xD es que lo hecho mucho de menos... Me enamore de el completamente xD

    Quiero el siguiente yaaaaaaa! Quiero ver quien es ese puto vampiro! A darle caza! Buajaja xD

    Que ganitas del siguiente *-*

    Pobre Tiffany :c Me da pena la pobre chica... Que duró tiene que ser vivir con tanto vampiro suelto.. Pero para eso está Alex y sus amigos! Para cargarselos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Dios, para ti son todos como Elhija jajaja ninguno tiene nada que ver con él ains.. U_U ya sé que lo echas de menuus yo también, pronto volverá :)

      Eliminar
  2. k cxjuibvrfvnggdubgvfd jcgnuboGYBVf bguycVTS CGDGSFBVHFUSFHVDNSI aygudsnacgdysigaunxdsiuofqadgvbdsCYUSXBMANGBS NO TENGO PALABRAS ES TAN bchds ogvdshncgsdxbgcdys vjhgjnvdysiunvdgcfngshfidhsb

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues espero que todos esos: jasjbhwbdh<bvashxvilbwe<bslajhdb sean algo bueno, de lo contrario me deprimiré XD

      Eliminar
    2. es bueno es bueno... jajajajjajaja

      Eliminar